Algo tiene de magnético el terror cuando llena salas de cine. En la detección del suspense, todos nos inclinamos para saciar nuestra curiosidad... aunque en el foco haya sangre y pánico, los órganos encogidos, el corazón latente. El anuncio de la celebración de Halloween en el Hotel Dark Queen de Grañén elevó las tentaciones para los vecinos del pueblo y para los potenciales visitantes. Que fueron muchos y acabaron entusiasmados con los pases que, desde las ocho de la tarde, se ofrecieron en el Hotel Dark Queen, la leyenda de un incendio provocado por la propietaria llegada a la locura al avistar el amorío imposible entre su hija y un jardinero. Ha traspasado sus instalaciones y llegado a un monasterio, con sus monjes incluidos, de Grañén. No hay salvación.
Cual si fuera un precedente de "El resplandor", la cara alienada de Jack Nicholson era una broma al lado de los botones, recepcionistas, camareros, servicios de habitaciones, mantenimiento y demás oficios cuyos aspectos eran auténticamente estremecedores. La recreación resultó fascinante, gracias al trabajo de sesenta voluntarios de la asociación El Revoltijo y la colaboración consistorial. Una excelente interpretación de guías que, en el pabellón, iban conduciendo a los mil asistentes (se agotaron de manera rapidísima las entradas) en pases ordenados por cada una de las estancias, por el jardín, por el cementerio e incluso por el monasterio aledaño. Seres abrasados, muertos vivientes, se conectaban con los visitantes en el lenguaje zombi, y todo seducía por su atmósfera tétrica.
Ana Porcel y Julia Allué son, en realidad, las instigadoras de todo. Las autoras intelectuales. A quienes se les ocurren, año tras año y ya llevan una docena, las maldades del Festival de Halloween. Allá por el mes de agosto, conciben la temática. A Ana le ayuda una circunstancia familiar. "Tengo un niño de 4 años". No es que lo utilice como conejillo de indias, sino que sus miedos le ayudan a abstraer, y la oscuridad (Dark) es un temor a esa edad. La otra parte de inspiración se la debe a la reina Isabel II (Queen).
Luego viene el reclutamiento de voluntarios. La mayoría de Grañén, pero los hay de Poleñino, Montesusín, Robres... "No hace falta ir a buscarlos. Vienen ellos". Esos son los buenos. Los actores se ponen en manos de Pilar García y Rosa Gutiérrez, a las que se ha incorporado esta vez Sheila, de Robres. Otros también colaboran, y los muebles se guardan en dependencias municipales para ser reutilizados y adaptados en futuras ediciones. Así se han recreado las cocinas, los comedores y resto de espacios hoteleros.
Y, a partir de la medianoche, porque la claridad se impone sobre la luz y la alegría sobre el miedo, como si se hubieran quitado el zapato de cristal que apretaba a las "cenicientas", comenzaba una fiesta en la que nadie se priva de sus disfraces pero la música del discomóvil de Sonido 54 -negro, por supuesto- recuerda que Michael Jackson se llevó la alegría de su vida a través de un "thriller". No han confirmado las fuentes bien informadas las bebidas que se llevaron a esas bocas sanguinolentas, pero a las 6 de la mañana concluía la juerga y a las 7 Ana y Julia daban el carpetazo. Y Grañén, otra vez, fue el centro del mundo. Aunque el mundo no sea lo que parece... Continuará...