Una investigación de las enfermeras de la UCI del Hospital San Jorge aumenta la seguridad y la calidad de vida del paciente

El Equipo de Infusión y Acceso Vascular (EIAV) compatibiliza su labor diaria con un estudio sobre las vías centrales de acceso periférico

16 de Marzo de 2023
María Eugenia Lacostena. Foto Myriam Martínez

Todo el personal de enfermería de la UCI del Hospital Universitario San Jorge de Huesca está participando en una investigación que promueve el uso de las vías centrales de acceso periférico, porque redundan en la seguridad del paciente y mejoran su calidad de vida, al poder llevarla puesta incluso fuera del hospital.

Se trata del llamado Equipo de Infusión y Acceso Vascular (EIAV), un grupo inquieto de profesionales, que compatibiliza su quehacer diario en la Unidad de Cuidados Intensivos con esta labor que se extiende al resto del Hospital.

Cuando un paciente llega a Urgencias en estado grave, se le pone una vía por la que se le puedan suministrar la medicación y los sueros necesarios.

La supervisora de Enfermería de la UCI, María Eugenia Lacostena, explica que la vía periférica permite recibir bajas cantidades de líquidos y la central se utiliza para suministrar medicamentos, líquidos, sangre o nutrición. Se emplean también para aplicar drogas vasoactivas cuando el paciente está crítico, sedación cuando está intubado, o determinados antibióticos, así como nutrición parenteral, que es la única forma de nutrir a determinadas personas que no pueden ingerir nada por boca debido a su estado.

Las vías centrales de acceso periférico se pinchan por encima del antebrazo, pero el catéter es más largo que las periféricas y llega a la zona próxima al corazón. En la práctica, funcionan como una vía central.

María Eugenia Lacostena, en su despacho. Foto Myriam Martínez

 

“El catéter entra por una vena y tiene salidas a diferentes niveles para que puedas administrar varios medicamentos al mismo tiempo y que no se mezclen”, explica María Eugenia Lacostena.

Existe la posibilidad de canalizar estos dispositivos de duración mayor para poder administrar largos tratamientos y el paciente puede marcharse a casa con la vía puesta. Están indicadas, por ejemplo, para personas que precisan quimioterapia y no pueden llevar un reservorio.

“En el centro de salud le cuidan la vía, aunque el mantenimiento también se puede hacer en el hospital. Hay pacientes que llevan 7 u 8 meses con el mismo catéter y realizan una vida activa, porque son vías que resultan cómodas. El mismo catéter que les sirve para el tratamiento, les evita un pinchazo extra cuando tienen que hacerse una analítica”, observa.

Las enfermeras de la UCI comenzaron a colocar estas vías a sus pacientes críticos, pero desde el resto de los servicios pronto comenzaron a pedirles que lo hicieran también en otras plantas, por ejemplo, para suministrar la nutrición parenteral, entre otros casos. “La vía central de acceso periférico entraña menos riesgos que las que se colocan en la yugular o subclavia. Te evitas la posibilidad de provocar un neumotórax, que es lo que produce la aguja cuando alcanza el pulmón".

Lacostena añade que también disminuye el riesgo de hemorragia, para aquellos pacientes con problemas de coagulación e, igualmente, desciende la probabilidad de infección, porque la aguja se introduce en una zona más limpia que la femoral, por ejemplo.

“Tiene más ventajas que inconvenientes -sostiene la supervisora-, aunque es cierto que las vías centrales de acceso periférico hay que cuidarlas muy bien para evitar complicaciones infecciosas. Habrá que hacer un mantenimiento correcto, todo el material que se emplee y su manipulación debe realizarse en condiciones de máxima asepsia".

Por iniciativa de María Eugenia Lacostena y gracias a la buena respuesta del resto de su personal, se decidió ir un poco más allá y en abril de 2022 se acordó crear el Equipo de Infusión y Acceso Vascular (EIAV), que se constituyó en el mes de junio y que actualmente se encuentra integrado por 11 enfermeras.

Además de colocar estas vías en todos los servicios del Hospital donde así se lo requerían, iniciaron un seguimiento de cada una de ellas y asumieron un papel pedagógico con el resto de sus compañeras, que poco a poco van perdiendo el miedo a estos dispositivos que en la UCI son algo habitual.

“Queríamos ver cómo evolucionaban los pacientes, extraer datos y hacer un análisis estadístico para comprobar qué tipo de catéteres se infectan y cuáles no, entre otras cosas”, explica.

En el mes de octubre, el EIAV se acogió a una de las becas concedidas al Hospital Universitario San Jorge por el Instituto de Investigación Sanitaria de Aragón. "Este hecho es relevante ya que nos ofrece una serie de ventajas para avanzar en cuanto a acciones de investigación, innovación y normalización de actuaciones, creando en nuestro caso, un grupo de trabajo consolidado como equipo de investigación que nos permite aunar criterios que aumentan la seguridad y la calidad de vida del paciente. La duración de la beca es de dos años, nuestro deseo es dar continuidad a este proyecto y que enfermería continue con su labor investigadora".

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