La Diócesis de Huesca, como el sábado hiciera la de Jaca, ha acogido una Misa de Acción de Gracias por el Ministerio Episcopal de Don Julián Ruiz Martorell, obispo de Huesca entre 2011 y 2023, una solemne ceremonia marcada por el canto de entrada: "Estad siempre alegres en el Señor. El Señor está cerca". Tras la liturgia de la Palabra, el Evangelio y la homilía, el Tedeum que marcó en 2011 la llegada del jerarca a Huesca ha sido pronunciado por una feligresía que ha abarrotado la Catedral, llena de agradecimiento por estos doce años y nueve meses del que, a partir del día 23, será nuevo prelado de Sigüenza-Guadalajara.
En su homilía, monseñor Ruiz Martorell ha comenzado con la explicación de que este tercer domingo de Adviento se denomina "Domingo de Gaudete", "alegraos". Y en este sentido ha aludido al profeta Isaías y a la carta de San Pablo a los Tesalonicenses: "Estad siempre alegres". El secreto es "la presencia de Dios en medio de nosotros". Y ha calificado la Navidad en ciernes como fiesta de gozo y devoción.
Tras la interpretación de las lecturas y del Evangelio según San Juan ("Cristo es la Luz, Juan testigo de la luz"), ha querido expresar la gratitud por las "muestras de amistad y afecto que he recibido durante estos doce años y nueve meses que he convivido en la ciudad y la Diócesis de Huesca". Agradecimiento explícito a sacerdotes, personas consagradas y seglares con los que ha colaborado. "De todos vosotros he recibido testimonios elocuentes de Evangelio vivido en plenitud. De todos vosotros puedo contar muchos episodios de generosidad heroica, de trabajo extenuante, de siembra paciente, de fe arraigada, esperanza viva, amor entregado".
"Sin todos vosotros", ha agregado, "todo hubiera sido mucho más triste y mucho más complicado". Un grupo de personas ha precedido con "el abrazo de la misericordia del Señor. Juntos hemos dado gracias a Dios por sus vidas, hemos agradecido su testimonio, hemos orado por ellos, nos hemos sentido reconfortados desde la esperanza en la resurrección y también nos encomendamos a su plegaria".
Cada día, ha asegurado monseñor Ruiz Martorell, "he pedido perdón al Señor por mis limitaciones y debilidades, y ahora deseo una vez más pediros públicamente perdón. No es simplemente un puro trámite. Os pido sinceramente perdón".
Ha asegurado que afronta su nuevo papel en la Diócesis de Sigüenza-Guadalajara, "a la que voy con alegría aceptando con gozo la voluntad del Señor y la decisión del Santo Padre. No os oculto que siento pena al despedirme de vosotros. Aquí dejo un fragmento de mi vida que el Señor me ha permitido compartir gozosamente con todos. Pero el Señor me da fuerza para seguir anunciando el Evangelio, esta vez fuera de Aragón. Deseo que recéis, como ya hemos hecho en la admonición de entrada, para que el Señor os conceda un pastor según su corazón. Estoy seguro de que le recibiréis con alegría y caminaréis junto a él con esperanza, que colaboraréis con él en los proyectos e iniciativas que el Espíritu Santo vaya suscitando".
Ha resumido en tres sentimientos su situación actual: "Gracias, perdón y hasta siempre".
LÓPEZ CONGOSTO Y LA HERENCIA ESPIRITUAL
El vicario general de la Diócesis, Nicolás López Congosto, ha querido agradecer al obispo Julián Ruiz Marterial su ministerio episcopal comenzando con su lema cuando llegó a Huesca: "Ut vitam habeant", para que tengan vida. Ha dado gracias por su servicio permanente y generoso a la Diócesis, por su magisterio ejercido desde la sencillez, "por esta herencia espiritual que deja para siempre", por la confianza en los sacerdotes y los laicos. Igualmente, por su disponibilidad y trabajo en las dos diócesis que pertenecen a las provincias eclesiásticas de Zaragoza y Pamplona. Y por el trabajo en la Conferencia Episcopal.
Ha elevado su petición de perdón por la falta de comprensión, por las críticas injustificadas, "por nuestra falta de colaboración en algunos momentos".
"Don Julián, le deseamos que sea feliz, de esa felicidad que nace de vivir el amor de Dios", ha afirmado López Congosto, que ha pedido que tenga ánimo y fuerza en el espíritu en su nueva responsabilidad castellano-manchega.
El obispo le ha replicado a la ovación consiguiente que le gusta decir que "aplaudir, sólo se aplaude al Papa, pero bienvenido este aplauso si es para toda la Iglesia, y mi humilde persona acoge también los sentimientos de vuestros corazones".
Tras saludar a las autoridades, se ha puesto a disposición de todos los feligreses que lo desearan para saludarles de uno en uno, eso sí, "cambiando el anillo de dedo" porque si no "duele mucho" al final de tanto apretón. Un punto de humor para decir hasta siempre a la que ha sido su Diócesis de casi trece años.