Coincidiendo con el equinoccio de otoño, un fenómeno lumínico singular transforma cada año la Catedral de Huesca, destacando la maestría de Damián Forment en su obra más emblemática: el retablo del altar mayor.
Aprovechando los vanos de la portada gótica, en especial el rosetón y la ventana, la luz que emana de ellos recorre la nave catedralicia de izquierda a derecha, iluminando de manera precisa varios puntos del retablo. Entre las escenas destacadas, se encuentran el Vía Crucis, la Crucifixión y el óculo central, antes de que los rayos abandonen la obra.
El fenómeno no solo resalta los elementos religiosos del retablo: hay un instante en que la luz ilumina el rosetón mostrando la imagen de Úrsula Forment, hija del artista, revelando la intención de Forment de integrar la luz natural como parte de la narrativa escultórica.
Los expertos coinciden en que este “asoleamiento” no es casual: parece existir una intencionalidad clara en la planificación arquitectónica y artística, adaptando la construcción para que la luz del equinoccio destaque momentos concretos del retablo, convirtiendo la Catedral de Huesca en un auténtico reloj de sol de arte y devoción.
El fenómeno ofrece a fieles y visitantes una oportunidad única para contemplar la intersección de arte, astronomía y fe, uniendo la precisión de la arquitectura gótica con la sensibilidad escultórica de Forment.