La hermana María Luisa Berzosa González, Jesuitina, consultora del Papa Francisco de la Secretaría general del Sínodo de los Obispos, ha impartido un poderoso Pregón en la Catedral de Barbastro para añadir a la solemnidad la fortaleza de las verdades del Evangelio. Ha asegurado que la Semana Santa es "tender la mano a quien tiene necesidad" y ayuda a saber que "la muerte no tiene la última palabra".
Los redobles de tambores y la solemnidad de esta Fiesta de Interés Turístico Nacional ha enmarcado este gran acontecimiento barbastrense en una Catedral que lucía todo su esplendor. La hermana ha recordado sus orígenes en un pequeño pueblo de la provincia de Valladolid y aprendió de niña lo que significa la Semana Santa. "Veía muchos pasos de los imagineros del Siglo de Oro, como Gregroio Fernández y Juan de Juni. Desde niña, todo mi ser se fue impregnando del silencio de la ciudad en una religiosidad silente, estruendosamente subrayada por el redoble de los tambores al paso de los procesiones, mientras suena la fe por sus calles angostas".
Aunque ha afirmado que es una osadía por su parte hablar de la Semana Santa de Barbastro, ha asegurado que desde que fue invitada, ha leído, buscado, investigado y reflexionado para entrar en la historia de vida de los barbastrenses para exponer su visión del "misterio central de la vida de los cristianos". Ha profundizado en la "tradición de padres a hijos que ha arraigado en la ciudad como una forma y expresión para fortalecer la fe".
Recogimiento, pasión, silencio y reflexión forman parte de estos días especiales que se viven con "espiritualidad" en la vivencia de los cofrades, "es mucho más que vestir ocasionalmente una túnica o llevar una medalla". Significa "tender la mano a quien tiene necesidad, compartir las riquezas materiales y espirituales, compartir el tiempo siempre tan escaso, intercambiar y compartir talentos propios de cada ersona. Supoe traducir la fe en obras prácicas".
María Luis Berzosa González ha continuado con el misterio central de la fe que es la Semana Santa, que sólo se puede entender desde los tres elementos: Pasión, Muerte y Resurrección. "Pasión y Muerte se suceden en nuestra vida, mientras es humana, y el tiempo de pasión pasamos por espacios de dolor, heridas, violencia y guerras. Finalmente, llega al muerte, pero sabemos que la muerte no tiene la última palabra. Sólamente hemos leído la vida humana con esa partitura, con esa guía que es el Evangelio para afrontar conflictos y adversidades". Ha aludido al Domingo de Ramos en que Jesús es acogido por la multitud pero en pocos días llega la Crucifición, demostración de "amor sin límites".
"No debemos buscar entre los muertos al que vive, porque Jesús ha resucitado" y ha agregado que hay que "recuperar el acontecimiento de la Resurrección, misterio central de nuestra vida cristiana", y ha recordado que la iconografía tradicionalmente se centraba en los hechos cruentos. "La Vigilia Pascual se ha recuperado en sus expresiiones de esperanza, del gozo por la Resurrección". Leyendo el Evangelio hasta el final, tras la pasión llega la resurrección y luego vendrá el tiempo de Pentecostés que anuncia la venida del Espíritu Santo.
Ha comparado los discípulos huidizos de las "mujeres valerosas que habían acudido a su tumba" que es vigencia actual del mensaje evangélico, y es que "en algunos ambientes se sigue recelando del mensaje que viene del Evangelio". "La Resurrección nos trae la vida en plenitud, nos deja el corazón ardiente y nos sentimos impulsados a salir y contar lo que hemos visto y hemos oído: el Señor ha resucitado".
Ha dedicado una cuarta parte al significado de la Semana Santa en la Iglesia sinodal, fundamental para el devenir de la institución.