Durante los últimos días, numerosos oscenses se han visto sorprendidos por una repentina presencia de insectos voladores que llenan calles, parques y terrazas. La escena, más propia de una película primaveral que de un octubre templado, ha despertado curiosidad y alguna inquietud: ¿de dónde salen?, ¿por qué aparecen todas a la vez?, ¿pican?
Para despejar dudas, EL DIARIO DE HUESCA ha conversado con Juan Barriuso, director del Postgrado en Producción Vegetal y Gestión de Plagas del Campus de Huesca, quien aclara que este fenómeno “es completamente natural y forma parte del ciclo reproductivo de las colonias”. Popularmente conocidas como "aludas", estas criaturas son simplemente las mismas hormigas de siempre, pero en su fase alada, un momento clave en el que buscan expandir su territorio.
No se trata de una especie diferente, sino de una etapa vital de reproducción y dispersión, explica Barriuso. En esta fase, los machos y hembras desarrollan alas para volar en busca de nuevas zonas donde establecer su descendencia. Una vez cumplido su propósito, el macho muere y la hembra —ya fecundada— pierde las alas, excava en el suelo y da origen a un nuevo nido, del que nacerán las futuras generaciones.
Lejos de ser peligrosas, las aludas no pican ni muerden, aunque su aspecto recuerde al de avispas o abejas. Su aparición simultánea y en grandes cantidades responde a un mecanismo natural que sincroniza el vuelo de machos y hembras para garantizar el éxito de la fecundación.
El especialista detalla que el clima es el gran desencadenante de esta repentina eclosión aérea. Los enjambres alados suelen salir tres o cinco días después de una tormenta, cuando la humedad del suelo facilita excavar.
“Son capaces de detectar la proximidad de la lluvia incluso antes de que caiga. Una vez pasado el temporal, el terreno húmedo les ofrece las mejores condiciones para comenzar un nuevo hormiguero”, señala. Por eso, cuando se las observa revoloteando, puede deducirse que ha habido tormentas recientes.
El fenómeno puede darse tanto en verano como en otoño, y suele durar muy poco: apenas unos días. En ciudades como Huesca, con abundantes zonas verdes y un entorno rural muy próximo, la presencia de estas colonias es más notoria, lo que explica su aparición masiva en ciertos periodos del año.
Según el director del posgrado, España alberga alrededor de 300 especies de hormigas, y en el mundo se contabilizan entre 15.000 y 20.000. La explosión de estos días, lejos de representar una plaga, es un recordatorio de la vitalidad de los ecosistemas urbanos. “Es un espectáculo biológico efímero —concluye Barriuso—, pero fundamental para asegurar la continuidad de una de las especies más organizadas y persistentes del planeta”.