El obispo de Huesca y de Jaca, el padre Pedro Aguado Cuesta, ha publicado una carta pastoral con motivo de la Jornada Mundial de los Pobres de este domingo 16 de noviembre en la que invita a la comunidad cristiana a intensificar su compromiso con quienes viven situaciones de sufrimiento, exclusión y precariedad.
La carta, publicada en Iglesia en Aragón, recuerda que la Jornada fue instituida por el “recordado Papa Francisco” desde “un corazón de padre y de pastor” para ayudar a la Iglesia a mirar la realidad “como Dios la mira, desde ese amor divino que responde al dolor humano”. El prelado cita también el reciente documento del Papa León XIV, Dilexi te, que promueve “una Iglesia que no pone límites al amor, que no conoce enemigos a los que combatir, sino sólo hombres y mujeres a los que amar, es la Iglesia que el mundo necesita hoy”.
En su mensaje, el padre Pedro propone tres principios fundamentales para asimilar esta Jornada con hondura espiritual y compromiso real. El primero, "Identificarse con los pobres", para lo cual propone una senda. "l mejor camino para identificarnos con Jesús es identificarnos con quienes Él se identifica. Y Jesús se identifica con el pobre”. Asume que es un proceso espiritual que requiere ser cuidado, orado, vivido y compartido. Reconoce además el papel esencial de Cáritas Diocesana, cuya labor “nos ayuda mucho en este camino”, y anima a colaborar con mayor compromiso en sus acciones.
El segundo principio es "abrir los ojos a la realidad social", conociendo en profundidad "la situación actual de desigualdad y exclusión". El Informe de Fomento de Estudios Sociales y Sociología Aplicada (Foessa) sobre Exclusión y Desarrollo, que el obispo considera “significativo, desafiante y comprometido”, expone como gran conclusión que nos hallamos “ante una encrucijada. Podemos seguir por el camino del individualismo y la desigualdad, que conduce a una sociedad del miedo, o podemos elegir un cambio de rumbo valiente basado en el cuidado mutuo, la justicia y la responsabilidad compartida”. Un estudio que recomienda para no estar "ciegos" ante nuestro entorno.
El tercero es "abrir el corazón para la conversión", para dejar que la mirada se convierta en acción. “El cristiano no sólo abre los ojos, sino que abre el corazón para dar pasos de conversión”. La define como una tarea “apasionante” que debe vivirse en comunidad: “Ayudémonos unos a otros a hacerlo. Todos lo necesitamos”.
Concluye la publicación en Iglesia en Aragón que la Jornada Mundial de los Pobres es una oportunidad para renovar el compromiso con el Evangelio y con quienes sufren, desde una actitud de cercanía, servicio y amor sin límites.