Ha sonado la música de Abba, esa película que es mito viviente del séptimo arte y del musical, del arte de vivir con la alegría que transmite Mamma Mía, de cantar sintiéndonos Meryl Streep o Pierce Brosnan, de bailar al ritmo de las escenas del filme, y de paso se ha ensanchado tanto el corazón en el Teatro Salesianos que el oído se ha dispuesto a escuchar las palabras de amor de Josan Montull, admirables, emocionantes, íntimas, entrañables, lanzadas al mundo pero interiorizadas para cada uno. "Hace tiempo, un cura italiano se empeñó en defender la alegría de los jóvenes, porque frente a los agoreros de infortunios estaba convencido de que ellos podían ser felices. Los oratorios, los talleres, las clases, los juegos, el teatro se convirtieron en experiencia para que aquellos chavales se sintieran amados y pudieran ser felices. El teatro fue para Don Bosco un instrumento de educación y de alegría. Fue el primer cura que subió a los jóvenes a los escenarios para hacer obras no necesariamente religiosas. Sainetes, comedietas, música, payasos tenían cabida en los escenarios salesianos para alegrar la vida y educar. Todos estos jóvenes se sentían en casa cuando estaban en las casas de Don Bosco. Allí, experimentaban el valor de la amistad sintiéndose una familia. Todos esos chavales se podían experimentar hijos amados de Dios. Las casas salesianas eran las casas de los jóvenes, las casas de la alegría. Hace pocos meses, la casa salesiana vivió unas inundaciones importantes. Lo demás ya lo sabéis. Jóvenes voluntarios acudieron dos días seguidos para achicar agua. Entre ellos se llamaron para correr a los Salesianos. La casa los necesitaba. No era la primera vez que venían. Ya lo habían hecho en otras ocasiones, pero nunca había sido tan grave. Una noche acabaron a las doce, la noche siguiente la actividad se prolongó hasta las tres de la mañana. Si esos chicos y chicas no hubieran acudido a colaborar con su casa, las pérdidas hubieran sido mucho más cuantiosas. La casa se inundó entonces de solidaridad. Jóvenes arrimando el hombro, achicando agua, trabajando juntos, sin rendirse para salvar lo que es el hogar que ahora en este momento acoge en el Club de Amigos-Centro Juvenil a 300 niños y adolescentes. Jóvenes que manifestaron que, aunque a veces parezca que estamos con el agua al cuello, nada puede inundar la alegría".
Y Josan ha enviado abrazos a diestro y siniestro. A la comunidad salesiana. A María Cabrero y sus hijas con su paciencia y ternura, Carlos Cirac y Javi Machuca tan hábiles en el teatro como con las fregonas, a Jesús Botaya que ha canalizado la ilusión teatral, a María Duarte que tendrá que bailar desde su butaca con un dedo roto, a Daniela que por fin podía salir en el escenario. Y Josan Montull ha anunciado que el 9 y el 10 de diciembre celebraremos el 40 aniversario del Club de Amigos. "Juntos vamos a exorcizar el pesimismo, la apatía y la falta de fe en los jóvenes. Juntos vamos a renovar la confianza en una gente joven maravillosa, juntos vamos a protegernos del fatalismo, el desánimo, el tedio y la desesperanza. Juntos vamos a inundar la vida de felicidad, ternura y amistad. Juntos vamos a celebrar la alegría".
Desde ese preciso instante, se ha expandido la emoción. El relato de Josan era reconfortante, tanto como el recuerdo de esos jóvenes que el 3 y 4 de junio tomaron las fregonas, las escobas, los cubos, los trapos y cualquier utensilio que les permitiera cumplir con una misión sobrevenida, inesperada, amenazadora: achicar el agua y salvar cuanto se pudiera. El primero de los días de tormentas ya fue tremendo. El segundo, descorazonador. Cuando entraron, sensación de desastre. Treinta chavales del Club de Amigos-Centro Juvenil no dejaron que la desesperación se les apoderara. Libraron a la casa de una catástrofe mayor, aunque álbumes, discos duros y otros materiales quedaran inservibles. Ahora era ya el momento de pensar en la reconstrucción. Y poner el arte al servicio del ser humano. De ahí el espectáculo de hoy, Mamma Mía, para recaudar y reconstituir paulatinamente la situación previa a la furia de la naturaleza.
Vuelta a los ensayos, con el recuerdo de la interpretación de mayo. Más de quince actores del Centro Juvenil, de Tercero de la ESO y segundo de Bachillerato, tenían reciente el guion. Virtuosismo y sentimientos. Una sala de butacas con un aspecto admirable, la música de Abba inundando la atmósfera, todos cantando. El futuro está ganado. Y con el buen tono del optimismo que es la ecuación de conquistar el destino con iniciativa y buena cara. La sonrisa ha sido la rúbrica del compromiso.