"Consciente de que la verdad puede padecer, pero nunca perece, os confieso que este reclamo de nuestra dignidad no ha sido fácil. Tampoco lo ha sido alzar la voz para defender que nuestro pueblo no se merece menos. El mismo papa Francisco me advirtió, en una carta manuscrita fechada el 13 de octubre de 2024, que tuviera cuidado con las “intrigas mafiosas que están en curso” en torno a este asunto. La Catedral de Barbastro, ya expectante, ya silenciosa, ha enmudecido ante esta revelación del obispo Ángel Pérez Pueyo sobre el litigio con el Opus Dei de la Diócesis que preside por su aspiración de retornar la Virgen de Torreciudad a su ermita originaria.
Era mañana de homilía con motivo de la Natividad de Nuestra Señora, patrona de Barbastro, y la ha bifucado para que las Damas Mayores e Infantiles, y con ellas las fiestas, tuvieran su protagonismo merecido. De ellas ha hecho loa y glosa de los barrios, pero el grueso de la atención se ha concentrado en el asunto sobre el que quería llamar la atención en su línea de defensa del patrimonio y de la integridad de la Diócesis.
Ángel Pérez Pueyo ya denotaba en su preludio que sus palabras iban a estar barnizadas por la severidad de la situación. "Un momento especialmente delicado para nuestra Iglesia de Barbastro-Monzón. Lo hago para abrir mi corazón como pastor de esta hermosa y bendita grey, correspondiendo con la misma lealtad y fidelidad al honor que me otorgasteis al nombrarme este año vuestro Mantenedor. Y os comparto, con toda sinceridad, a los pies de Nuestra Madre en el día de su cumpleaños, que desde hace ya cinco años venimos pidiendo, casi suplicando, que se respete la dignidad de nuestro pueblo: humilde y pequeño, sí, pero con una dignidad gigante y una fidelidad inquebrantable, como ha sabido demostrar a lo largo de los siglos".
Que el obispo Pérez Pueyo tuvo una especial empatía con el pontífice Bergoglio es conocido. Pero algo muy grave tiene que ocurrir para que decida desvelar algunas conversaciones. "El papa Francisco acogió esta súplica durante la "visita ad Limina", en diciembre de 2021, y se interesó e hizo suyo el sentir de nuestro pueblo, que se vio reflejado en una carta suya manuscrita en 2023 con una indicación clara a vuestro obispo con su particular acento argentino: “Ángel, no cedás”, para que llevara de vuelta a nuestra Madre a su ermita originaria. Posteriormente, en audiencia pública en la plaza de san Pedro, el 18 de septiembre de 2024, siete meses antes de su fallecimiento, me expresó de manera clara y directa al saludarme: “Ángel, ¿bajaron ya la Virgen”. Negativo -no lo ha dicho el prelado-.
Ha remembrado también a su antecesor Ambrosio Echevarría, que ya demandó que la talla tornara al lugar donde reposó más de mil años para el pueblo que "la ha querido, tocado, besado y protegido incluso a costa de la propia vida durante la guerra".
Ha rechazado que sea una cuestión baladí, sino, por el contrario, "del reclamo de la misma dignidad que se respeta en otros lugares como Fátima o Lourdes. También dentro de nuestra Diócesis, desde hace siglos, se ha custodiado a Nuestra Madre en sus lugares originarios: así en el Santuario del Pueyo, donde han servido tres congregaciones distintas -Benedictinos, Claretianos e Instituto del Verbo Encarnado-, o en el Santuario de Guayente, confiado a los Hermanos de La Salle. Todos ellos recibieron el mismo encargo que en su día tuvieron los responsables de la Prelatura —como se recuerda en el programa de fiestas del año 1968—: cuidar de la Madre común, la original talla románica, y difundir su devoción desde su propio hogar, para visitarla, rezarle, besarla, cantarle, vestirla y procesionarla en su casa. Es así como se respeta también la dignidad de los lugares pobres y humildes, como la gruta de Belén, donde el Salvador quiso enseñarnos que siempre escoge lo pequeño para mostrar al mundo su grandeza".
Ha admitido que mantener esta postura "no ha sido fácil", ni tampoco alzar la voz que nuestro pueblo no se merece menos. El mismo papa Francisco me advirtió, en una carta manuscrita fechada el 13 de octubre de 2024, que tuviera cuidado con las “intrigas mafiosas que están en curso” en torno a este asunto".
Este mismo lunes, el rotativo El País alude a las dificultades del jerarca de Barbastro-Monzón en su pugna. Pero el obispo Ángel no rebla. "Gustosamente vengo luchando hasta la extenuación en defensa de nuestro pueblo, de su dignidad, de su devoción y religiosidad popular, sin importarme ningún sacrificio. Por eso, si me viera obligado, como pastor repetiría las mismas palabras del anciano Eleazar, ante las presiones para aceptar lo que no puedo aceptar: que no puedo hacerlo “sin atraer mancha y deshonra a mi vejez” que pueda servir de mal ejemplo a mis feligreses".
Desde estos antecedentes de hecho, ha proclamado: "Nuestra Señora de los Ángeles de Torreciudad ha de ser venerada en su pequeña y humilde morada de donde nunca debió salir tras mil años de historia en manos de un pueblo que la venera con enorme devoción. Y es por ello que quiero transmitiros la seguridad de que vuestro pastor siempre se mantendrá fiel a su pueblo, a esa pequeña grey de dignidad gigante a la que es mi mayor orgullo servir. Y así será hasta el final".