A veces, lo más oscuro no se encuentra en las ficciones que consumimos, sino en las aceras que pisamos a diario. Este jueves, 24 de julio, a las 22:00 horas, en la penumbra envolvente de la Fuente del Ibón, arrancó en Huesca una de las propuestas más sugerentes del verano: “Crímenes en la Fuente del Ibón”, una experiencia literaria y musical que, como un espejo agrietado, devuelve a la ciudad sus propios rostros más sombríos.
Enmarcada dentro del programa “Huesca es otra historia. Un verano de leyenda 2025”, impulsado por el Ayuntamiento de Huesca, la cita conjuga el aliento inquietante del relato criminal con la sensibilidad del violín de Daniela Nikolova, que acompañó al escritor y guionista Óscar Sipán en esta travesía por el reverso de la memoria local.
Sipán comenzó su exposición partiendo de lo local para desembocar en lo universal, al compás de la banda sonora de Fargo, "basada en un crimen y una estafa que hubo en Minnesota, algo muy pequeño, pero que se convirtió en una película, y mítica en el mundo de los crímenes”.

Y es que Huesca no es ajena a esa alquimia: convertir lo cotidiano en mito, lo siniestro en narrativa. Desde que comenzó esta experiencia en 2018, los relatos han evolucionado como organismos vivos: se cruzan con testigos, con familiares, con fantasmas reales. “En uno de los crímenes que comenté se me acercó el forense que había hecho la autopsia y me aportó un dato; en otro, se acercó la novia del asesino”.
Pero lo más perturbador, sin duda, es cuando el relato parece acechar al narrador. El crimen sin resolver de Carlos Cazañas, en la calle Lanuza 24, dejó una huella especial: Un madrileño recibió 14 puñaladas y le encontraron con la ropa cambiada. "Tenía dibujos rituales —creo recordar— en las muñecas, las piernas, los brazos. Como grecas, dibujos simétricos. El Caso le dio bastante cobertura, porque llamó mucho la atención”.
Alguien que trabajaba en el Gobierno Civil en aquella época le contó que la policía hizo seguimiento durante años a un sospechoso, aunque nunca se logró probar su culpabilidad. Ese mismo hombre fue visto dos veces en las visitas guiadas del escritor. Sin embargo, su confidente falleció antes de poder revelarle su identidad. “Entonces estaba un poco paranoico. Imagínate, cada vez que hacía una visita guiada, me iba mirando la cara de la gente...”.
“Parece que vivimos dentro de un true crime”, observa. Y en medio de todo, recuerda una figura olvidada y, sin embargo, capital: Rafael Salillas, “el padre de la criminología moderna”, médico en Huesca, nacido en Angüés y casi ignorado en su tierra. “Hace poco se le rindió un homenaje en una universidad en Australia a este hombre y aquí no le hacemos ni caso”.
Casos como el de Marcelino Castillo, asesinado en 1985 en San Juan de Plan, evocan una justicia antigua, telúrica. “Es la del valle -comentó-, te roban dos veces en un huerto y a la tercera igual te encuentran en el fondo de un precipicio. De estos hay muchos".
También rememoró el caso de Pascual Garrido, el llamado "Crimen de la motosierra", ocurrido en Arguis en 1991, y con sospechosos procedentes de la cárcel de Huesca, justo un año después de que se cerrara su ala para psicópatas, la única del país.
LA FUENTE DEL IBÓN
El lugar elegido no es casual. La Fuente del Ibón, clausurada en los años 50 por una operación urbanística, es también el escenario de un crimen: en octubre de 1883, Vicente San Martín fue asesinado por Pascual Sobrevía, carretero de Lupiñén. “Movió mucha prensa en la época. El juicio fue muy masivo. Al final le cayó cadena perpetua”.
Como en muchos de estos relatos, el relato judicial es solo una parte de la verdad. “Tú puedes ceñirte a la historia, pero el rigor histórico es como el rigor mortis: yo lo comparo siempre, porque es imposible de saber. Tienes que rellenar con literatura”. En este caso, los propios hijos del asesino testificaron en su contra. Un crimen con resonancia social.
FUTBOLISTA, DIPLOMÁTICO, ESPÍA... MÁRTIR
La velada cerró con un giro inesperado, una historia que suena más a thriller internacional que a crónica local. José Gallostra y Coello de Portugal, delantero centro del Huesca Sport Club en 1913, hijo de un delegado de Hacienda, acabó convertido en espía franquista en México. “En plena calle, en Ciudad de México, a las 13:00 h, fue asesinado por un hombre de ideología anarquista, cubano-español, llamado Gabriel Salvador Fleitas”.
Su muerte fue utilizada como símbolo propagandístico y marcó el fin de relaciones entre España y México hasta 1977.
Una ciudad no se define solo por sus monumentos ni por sus héroes, sino también por sus grietas. Y Huesca, que en verano se abre como un abanico de historias, acaba por mirarse al espejo… y reconocerse también en sus sombras.