Procesión del Prendimiento en Huesca, el recorrido desde la confusión hacia la esperanza

La Cofradía ha partido y llegado a Santo Domingo en una noche plena de encanto y centrada en una de las escenas más poderosas de la Pasión

15 de Abril de 2025
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Procesión del Prendimiento en Huesca

Las espadas y los palos como armas disuasorias, el soldado aprehende del antebrazo al Cristo que no opone resistencia, consciente de su destino de sufrimiento, de dolor extremo y de gloria que le espera hasta la resurrección final. Es la imagen de la dignidad, manos atadas por el captor de facciones duras, implacables. Brazos en alto, San Pedro se lamenta y se asusta, reacciona con virulencia y corta la oreja de uno de los romanos, que se echa las manos a la cara. Es la interpretación artística de Felipe Coscolla hace nada menos que 95 años, dramatismo camino de tragedia que se ha escenificado en la Procesión del Prendimiento.

Desde la Iglesia Parroquial de Santo Domingo y San Martín han partido los cofrades con sus túnicas grises con bocamangas rojas. Bajo los capirotes del mismo color que los hábitos, el emblema rojo distintivo, esperanzados en su misión de completar la ruta por el Coso Bajo, Sancho Ramírez, Travesía Ballesteros, José María Lacasa, Lanuza y de vuelta al Coso Bajo y a la parroquia de origen y fin, otra metáfora idónea de la Semana Santa.

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En la Procesión, la reflexión se encamina a revivir aquellos momentos de confusión en el principio de todo, porque en el Prendimiento se iluminó la llama de la fe, se pusieron a prueba las fortalezas y se expresaron las debilidades del ser humano frente a las certezas del Cristo. La traición que se erige en razón para la consolidación de la creencia, para la proyección de la esperanza, para el encuentro, entre las turbulencias del extremo sufrimiento, entre las pruebas de la resistencia a la violencia terrenal porque, en el foco divino, está la luz del discurrir en este valle de lágrimas.

Al final, alivio por el abrazo de las certezas trascendentales y por el respeto de la lluvia, orgullo de pertenencia a la Iglesia y fortaleza en la figura de Jesús y en el tiempo de la pasión.

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