Después de la primera decepción de la Semana Santa barbastrense, Fiesta de Interés Turístico Nacional a la que el tiempo ha respetado de manera magnífica desde el arranque el pasado viernes hasta la incertidumbre del Santo Entierro de esta tarde, la Procesión de las Siete Palabras ha levantado el ánimo de los feligreses de la ciudad del Vero.
No en vano, dentro de la programación de la Junta de Cofradías, el encuentro entre la Hermandad del Santo Cristo de la Agonía y de Nuestra Madre Dolorosa tras la salida de ambos pasos a las 12:30 horas enciende la religiosidad y los corazones de todos. Desde Escolapios y hasta la Catedral, el trazado por Argensola, Academia Cerbuna, Paseo del Coso, Plaza de Aragón y San José de Calasanz se llena de fe y de recogimiento, de dolor con el Cristo y la Virgen, de esperanza en la redención.
Ha sido reconfortante tras la frustración por no poder completar el desfile del Vía Crucis. Y, además, ha refrendado la fortuna que ha acompañado al poder haber gozado desde el viernes pasado con la Procesión de los Siete Dolores, la de Ramos, la de las Tres Caídas, la de las Lágrimas de María, la del Santo Encuentro, la de la Flagelación y la del Prendimiento. Incógnita sobre el Santo Entierro y la dominical del Encuentro.
La Procesión de las Siete Palabras tiene una potencia católica fabulosa, porque en el verbo de Jesucristo se aloja buena parte de la trascendentalidad del ser humano y del amor de Dios a los hombres. Desde el "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen" que es una expresión impactante del perdón, hasta el "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu", en el encuentro con la Dolorosa se ha escuchado la voz de la verdad: "De cierto te digo, hoy estarás conmigo en el paraíso"; "mujer, ahí tienes a tu hijo! ¡Ahí tienes a tu madre!"; "¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me has abandonado?"; "Tengo sed" y "Todo está cumplido".
