Quinta jornada de los amantes de la naturaleza llamados Javieres y su "tropa" salesiana, y en esta ocasión, bajo la aspiración de la Austeridad del peregrino, con un significado muy especial: los lugares en los que predicó y sembró de fe, esperanza y caridad Alfonso García de Eulate, alma de la Javierada desde su raíz navarra y su cultivo oscense.
Cuarenta y un kilómetros -tela marinera- que han servido para tres bienaventuranzas: primera, para comprobar que, efectivamente, a quien madruga Dios le ayuda, porque a las seis de la mañana, auxiliados por linternas, han abierto camino; segunda, para disfrutar de escenarios fascinantes y desconocidos para muchos de los 106 participantes en la excursión; y, tercera, para constatar que la senda de la preparación hacia el objetivo de primeros de marzo se desarrolla con una razonable expectativa de llegar en la forma física y en el ánimo espiritual debidos.
Así que, ni cortos ni perezosos, montados en el coche de San Fernando, un ratito a pie y otro andando, han tomado todas sus fuerzas y han arrancado dirección a Bellestar, primera etapa superada todavía en la penumbra, para dirigirse luego hasta Monflorite, al Aeropuerto Huesca-Pirineos y ya, adentrándose en territorios más rústicos, la siempre interesante Peña Mora, integrante de la Ruta de las Piedras Fecundantes, de la que han recordado cuitas y experiencias.
La siguiente estación ha sido muy entrañable, una maravilla para rebozar los recuerdos de sonrisas. Argavieso, donde la alcaldesa, Mónica Soler -a la sazón presidenta de la Comarca de La Hoya-, ha acogido como una gran anfitriona al centenar largo de peregrinos. Allí han visitado la Iglesia parroquial, donde la primer edil ha querido tener un recuerdo muy especial, igual que Javier Cruchaga, para Alfonso García de Eulate, que fue el propulsor del arreglo de un muro que se desplomó y que, con su tesón y las aportaciones vecinales y de instituciones, fue recuperado. Mónica Soler, que ha recalcado el carácter de pastor del párroco, ha agasajado a los andarines con buen vino -tuvo su fama este pueblo de caldos exquisitos y raciales- y mucha calidez que han agradecido.

Tras dejar atrás este templo y el Castillo-Palacio de los Gurrea, los caminantes, admirados por los aguareles de Argavieso (unas construcciones en las que la erosión ha cincelado verdaderas obras de arte), han buscado la Ermita de San Gregorio, la Cueva de Criatas, Blecua, Bespén, Forno Cal y Antillón-Valdovinos. Pueblos de vinos excelentes de la Denominación de Origen Somontano. En Antillón, han quedado fascinados por los restos de muralla del siglo XII, un pueblo plagado de historia y que ha encontrado en el dinamismo la forma de reconquistar el censo.
Cuarenta y un kilómetros después -la previsión era de 39, quizás han podido dar algún rodeo-, a través de la vía Ilerda-Osca, estaban ya los 106 peregrinos preparados para coger el autobús cuando empezaba a atardecer para emprender regreso hacia Huesca.
El último entreno, el día 22, será a las Bodegas del Somontano, ya 50 kilometrazos por Siétamo, Velillas, Angüés, Alcanadre, Lascellas, Azara, Pozán de Vero, Castillazuelo y Bodegas. Dios los pillará confesados... Preparados, listos, ya, la Javierada está a la vista.