Con 78 deportados, la comarca de Los Monegros fue la que mayor número de vecinos vio sufrir entre los muros de los campos de exterminio nazi, especialmente en el de Mauthausen, donde se concentró la mayoría de españoles. Dos tercios de ellos murieron, y solo 28 llegaron vivos al 5 de mayo de 1945, día de su liberación, que se conmemoró. Once vecinos de Sariñena, uno de Pallaruelo de Monegros y otro de Lastanosa sumaban los 13 deportados del municipio monegrino. Y ese día, una vez más, los homenajearon y recordaron.
A pesar de ser un día laborable, a pesar del aire que cortaba el rostro, a pesar de todo, una decena de vecinos y vecinas de Sariñena, algunos familiares directos de deportado, se concentraron ante la placa y el olivo que perpetuaban su memoria. Una de las organizadoras fue Cruz Ullod, miembro de la Amical de Mauthausen y familia del deportado Miguel Pueyo Pardina. Cruz fue la encargada de leer el comunicado de la Amical del día. En dicho manifiesto se podía leer que la celebración ese 5 de mayo del Día de Homenaje a los españoles deportados y fallecidos en Mauthausen y en otros campos y a todas las víctimas del nazismo de España, instaurado por el Gobierno de España en 2019, se enmarcaba en el 80 aniversario de la liberación de los campos nazis y el final de la Segunda Guerra Mundial.

Tras hacer referencia a la realidad europea en 1945, se incidía en su condición de apátridas, al no ser reclamados por nadie mientras veían, impotentes, el retorno a sus respectivos países de sus compañeros de deportación. Pasadas varias semanas, los franceses repatriados instaron a su gobierno para que acogiese a estos españoles y, poco a poco y por diferentes vías, fueron llegando a Francia. También se relataba que se vieron obligados a continuar el largo exilio republicano y la Guerra Fría, en la que el franquismo encontró acomodo por su acentuado anticomunismo. Solo unos pocos arrostraron los peligros de una vuelta a España.
Finalizaba el comunicado afirmando que, tras las décadas pasadas, seguía siendo necesario mantener aquellos objetivos fundacionales cuando se veía cómo la guerra afectaba a millones de personas en lugares como Ucrania, Palestina, Yemen, despreciando los Derechos Humanos y vulnerando la legalidad internacional por intereses políticos, territoriales o estratégicos. Desde la Amical de Mauthausen se reafirmaba, en ese día de recuerdo a las víctimas españolas del nazismo, el compromiso de preservar el legado de sus fundadores y fundadoras, exigiendo a los gobiernos democráticos la concreción de políticas activas para solucionar los problemas reales de las personas, desmontar los discursos banales de la extrema derecha, e implementar verdaderas políticas de memoria democrática para dar a conocer a la ciudadanía las luchas de quienes les precedieron para conseguir los derechos que se gozaban en la actualidad.
Por su memoria, por nuestro futuro, ¡Nunca Más!
La lectura del manifiesto acabó entre aplausos.
Gemma Grau y la lista del horror.
Tras Cruz, fue la historiadora Gemma Grau Gallardo quien aportó los nombres de los deportados junto a unas notas biográficas que ayudaban a entender sus circunstancias y a empatizar con sus odiseas personales. En el resumen presentado por la historiadora podía leerse:
Miguel Pueyo Pardina, nacido en Pallaruelo de Monegros en 1908, afiliado de CNT y ferroviario. Durante la guerra luchó con la columna Durruti. Ingresó en Mauthausen en abril de 1941 y falleció en septiembre del mismo año. La familia hizo lo imposible por hacerle llegar un paquete con comida, y nunca más supieron de él, hasta que décadas después encontraron su nombre en un libro de Mariano Constante, certificando así su defunción.
De la misma quinta era Manuel Salinas Foncillas, nacido en Lastanosa en 1909. Ingresó en Mauthausen en enero de 1941 y en octubre murió en Gusen.
Juan Ballarín Clavería había nacido en Sariñena el 25 de noviembre de 1911, aunque residía en Leciñena, donde trabajaba como barbero. Con la toma de esta localidad, en otoño de 1936, regresó a Sariñena, donde falleció su hijo de un año de edad. En la retirada de marzo de 1938 perdieron a su segundo hijo, de apenas dos meses de vida.
Exiliado en Francia, y con su mujer Aurelia embarazada por tercera vez, fue reclutado por la 115 Compañía de Trabajo de Extranjeros en Barcarès. El 25 de enero de 1941 ingresó en Mauthausen, siendo fusilado en el campo de Gusen el 24 de julio de ese mismo año. No conoció a su hija póstuma, Andresa.
Antonio Tizné Romero nació en Plasencia de Jalón en 1921, aunque residía en Sariñena cuando comenzó la guerra, con 15 años. Su deportación fue la que más campos recorrió: Mauthausen, Dachau, Floss, Dachau, Floss y nuevamente Mauthausen. Sobrevivió al periplo, siendo liberado el 5 de mayo de 1945.
Casi todos los hombres de la familia Casabona se habían significado por la República. Julio Casabona Gracia (de Monegrillo), el padre, era veterinario en Sariñena y miembro de Unión Republicana, trabajó durante todo el conflicto en el hospital, formando parte del Comité. Sus hijas, Julia y Natividad, se implicaron activamente durante la guerra: como enfermera voluntaria la primera, y como secretaria de los juzgados de Caspe y Barbastro, Natividad.
Dos de sus hijos, Julio Cesáreo Casabona Marías y Antonio Casabona Marías, se exiliaron tras el conflicto. El tercero había luchado en el bando nacional, por lo que permaneció en España al finalizar la guerra.
Julio y Antonio fueron deportados juntos el 12 de diciembre de 1941 a Mauthausen. Apenas un mes después, el 23 de enero de 1942, llegaba su padre. Los tres sobrevivieron en el campo hasta su liberación, el 5 de mayo de 1945, en un caso único de familia deportada en la que sobrevivieron todos los miembros.
Otros dos hermanos no tuvieron tanta suerte. Antonio Doroteo Coto Coto (1911) y José Coto Coto (1918), nacidos en Sariñena y residentes en Barcelona, pasaron por el XVII B Krems, ingresaron en Mauthausen el 19 de diciembre de 1941. Antonio fue trasladado a Gusen el 8 de junio de 1942, donde murió. José permaneció en Mauthausen hasta su muerte, el 13 de abril de 1942.
Martín Epifanio Castán del Val, nacido en Sariñena en 1904, labrador y de la CNT, exiliado a Francia tras el conflicto, fue reclutado por la CTE, ingresó en Mauthausen en enero de 1941, y fue fusilado en Gusen el 6 de noviembre de ese año.
Basilio Gil Sanz, nacido en Sariñena en 1902, fue deportado a Mauthausen en abril de 1941 y a Gusen en junio. Murió allí el 21 de diciembre.
Antonio Ponz Beatobe (1900, Tosos, Zaragoza), afincado en Sariñena como molinero. Tras cruzar la frontera con su unidad militar, estuvo interno en varios campos de refugiados: Argelès, Le Vernet, Barcarès y Saint Cyprien. Se alistó en una Compañía de Trabajadores y, junto a sus compañeros, fue detenido por los alemanes en la primavera de 1940. Trasladado a un stalag, escribió una última carta a su esposa Adela.
Tras la visita de la Gestapo, que identificó a los republicanos españoles, se formó un convoy que deportó a unos 700 hacia Mauthausen, campo al que ingresó el 25 de enero de 1941. El 8 de abril fue trasladado a Gusen, donde murió el 8 de noviembre. En España dejaba a su mujer y cinco hijos.
Manuel Royo Ballarín, nacido en Sariñena en 1909, labrador, fue deportado primero a Mauthausen, el 25 de enero de 1941, y luego a Gusen, donde murió el 8 de noviembre de ese mismo año.
Francisco Castells Encontra, nacido en Sariñena en 1897, aunque sin vínculos familiares en la localidad, pasó por los campos de refugiados de Argelès y St. Cyprien, fue deportado el 18 de julio de 1944, pasando por varios campos: Neuengamme, Bremen Osterort y Sandbostel, donde fue fusilado el 2 de mayo de 1945, pocos días antes de la liberación. Sus pocos efectos personales, un reloj y una moneda, todavía estaban en Alemania y fueron recuperados este mismo año. Se exponen en una vitrina del Archivo Histórico Provincial de Huesca.