Los pasillos de la Residencia Rey Ardid de Huesca se llenaron de emoción y gratitud este martes con motivo de su tercer aniversario. El evento marcó una jornada de celebración y reconocimiento.
Entre los invitados se encontraba Javier Borau, patrono de la Fundación Rey Ardid, quien presentó la fundación y su origen, y se refirió a la creación de esta residencia en la capital altoaragonesa, cuyo compromiso es brindar atención y cuidado de calidad. También le acompañaron el delegado de la Fundación en Huesca, Ugo Conte, y su antecesor, Julián Lóriz.
La directora de la residencia, Valvanera Díez, recordó a las personas que han sido parte de esta comunidad a lo largo del tiempo, a aquellos que ya no están y agradeció la confianza depositada por las familias y los residentes.
Asimismo, destacó cómo, gracias al esfuerzo de todos, se ha logrado crear un ambiente en el que es fácil encontrarse como en el seno de una familia.
La terapeuta Iliana Blasco puso el énfasis en la ilusión con la que se habían preparado esta celebración.
En un momento especialmente emotivo, el residente Tomás Albiac tomó la palabra para expresar su gratitud hacia el personal de la residencia. Con palabras sinceras, relató desde el momento en el que ingresó en marzo de 2022, su proceso de adaptación a su nuevo hogar y la sensación de pertenencia que ha encontrado en la comunidad de la Residencia Rey Ardid.
Uno de los momentos más entrañables de la celebración fue la entrega de flores a los más veteranos y a los recién llegados, en un gesto simbólico. Los primeros residentes de la casa, Benita Gil Laliena, Mercedes Domínguez Méndez y Ángel López López, fueron agasajados junto con los últimos ingresos, María José Pardo, Florencio Fatás Visús y Antonio Marcos Sánchez.
La jornada continuó con un ambiente festivo en la terraza, donde se sirvió un vermut y se hicieron algunas risas con un photocall. Por la tarde, las actividades incluyeron juegos de mesa como dominó y parchís, creando momentos de diversión y camaradería entre los residentes y el personal.
Este miércoles, la celebración ha continuado con una eucaristía oficiada por el cura José María Cabrero en el centro de día, seguida de una merienda especial en medio de un gran ambiente.
Con las voces e instrumentos musicales del Coro Maranatha se cerrará este aniversario en el que se ha celebrado la esencia misma de esta casa: la unión, el cuidado y el calor humano que la convierten en un verdadero hogar para todos sus residentes.