Danzantes, música, leyendas, una profunda literatura y mucha diversión forman parte de la romería de Santa Orosia de Yebra de Basa, un ritual religioso con tono de oración a la santa desde los pueblos que acuden hasta este imponente pasaje que abarcan las tierras del Sobrepuerto, la Galliguera, la Guarguera y hasta la Sotonera. Treinta kilómetros a la redonda de devoción y convicciones profundas.
Yebra de Basa ha vestido las mejores galas para iniciar el desfile con los once estandartes de Cortillas-Cillas-Sasa de Sobrepuerto, Sobás, San Julián de Basa, El Puente de Sabiñánigo, Escartín, Gavín, Bergua, Barbenuta y Yebra, con la entrañable escena de uno de sus emblemas portados por niños.
El día ha salido esplendoroso. Ver y escuchar a los danzantes es un gozo, y se agradecen en una mañana tan calurosa las paradas, con rezo incluido, en cada una de las ermitas. Alcanzado el templo superior, los danzantes ejecutan el dance en el interior para dar paso a la una ceremonia religiosa.
Oración ante las reliquias del cuerpo de la santa separadas y conservadas en Yebra de Basa -como en Jaca- a las que se atribuía el poder de liberar de los demonios a las personas poseídas que acudían a la romería. Los palotiaus y la música del chiflo o el salterio ponene magia en la mañana.
El recital del martirio de Santa Orosia pone un broche trascendental y recuerda la tradición de la princesa venida desde Bohemia para casarse con el monarca Fortún Garcés, que hubo de resguardarse en una cueva con sus acompañantes y, una vez capturada, se negó a la conversión al islam.
Un pastor halló los restos el 25 de junio de 1072, y los trasladó una parte a Yebra y la otra a Jaca. La leyenda integra los dos lugares en los que tradicionalmente se la ha venerado.