Era final de julio de 1979 cuando en mi coche, un Seat 127, partí dirección a Inglaterra, me acompañaban mis amigos Nino, Miguel y Gabi. Yo era el más joven de todos, 19 años, y era el que conducía para preocupación de mi madre, quien intentó convencerme de que no fuese con el coche, incluso dijo que ella me pagaba el avión a Inglaterra, para quedarse más tranquila. Pero ya estaba hablado y decidido, además ir con el coche suponía un plus de aventura, sin navegador, sin mapas, sin informaciones de viaje, nuestro objetivo era llegar hasta Birmingham, y como París nos caía de paso, con parada en la capital francesa.
Para llegar al centro de París nos orientamos viendo a lo lejos la torre Eiffel, llegamos sin problemas y aparcamos el coche a unos 500 metros. Salir para tomar dirección a Calais, donde debíamos tomar el ferry a Dover, fue menos sencillo. Una vez en Inglaterra atravesamos toda la ciudad de Londres pasando justo por el mismo centro, que sin querer nos sirvió para hacer un recorrido turístico por la ciudad. Después en las autopistas nos sentíamos los reyes, con nuestro pequeño coche y cargados a tope íbamos dejando atrás a todos los demás. La razón era muy simple: éramos los únicos que no respetábamos el límite de velocidad.
Llegamos sin novedad a Birmingham, no sé cómo, pero con solo la dirección en un papel llegamos a la casa donde íbamos a quedarnos, unos primos lejanos de Miguel, el mayor hablaba algunas palabras de español, el menor nada en absoluto. Los padres no estaban en la casa, sólo una hermana de ellos, que para dejarnos más espacio se fue a la casa de su novio.
El único incidente del viaje sucedió a la mañana siguiente. Después de levantarme salí a la calle para ver el coche, que lo había dejado aparcado justo frente a la casa, todo el barrio eran casas individuales. Para mi sorpresa y desolación, el coche no estaba, alguien lo había robado, algo que no había entrado en nuestros cálculos. Entré a la casa y lo dije a nuestros anfitriones. El mayor de los hermanos dijo que ese barrio no era muy bueno, había delincuencia. Antes de llamar a la policía, me propuso salir en su coche a dar una vuelta por el barrio, intuía que algún chico lo había robado para darse una vuelta. A los pocos minutos recorriendo las calles del barrio nos topamos con mi coche, lo conducían dos chicos adolescentes negros. Se dieron cuenta de que los estábamos buscando y de inmediato pararon, salieron del coche y echaron a correr. Así fue como volví a recuperar mi 127.
Pasamos los primeros días en Birmingham, quedamos en encontrarnos con los chicos ingleses unos tres días después en Londres, donde ellos a su vez tenían que encontrarse con otros dos chicos, amigos de la universidad del hermano pequeño, uno de ellos el hijo del rey de Malasia. Lo tomamos como una broma, pero nos dijeron que era en serio, se iban hacer los cuatro un viaje por Europa en una furgoneta antes de que los malayos regresaran a su país después de terminar sus estudios en Inglaterra.
"Uno de ellos el hijo del rey de Malasia. Lo tomamos como una broma, pero nos dijeron que era en serio, se iban hacer los cuatro un viaje por Europa"
Entretanto, nosotros nos fuimos a Brighton, una ciudad turística al sur de la costa inglesa. Aquí pasamos dos o tres días alojándonos en un camping. Una coincidencia inesperada fue que cuando salimos a conocer la ciudad nos encontramos el centro cerrado con barreras, tras las cuales había gente observando algo. Nos acercamos a ver qué sucedía. Se estaba rodando la película Quadrophenia, con Sting como uno de sus protagonistas principales. Hacía dos años que se había formado el grupo The Police y Sting era ya famoso, de modo que la película atrajo muchos fans para ver el rodaje, ya que se realizaba en las calles de Brighton.
Regresamos a Londres para nuestro encuentro con los amigos ingleses y los malayos. En aquel momento conocimos al hijo heredero del rey de Malasia. Por el día salíamos con ellos cuatro a conocer la ciudad que los chicos ingleses nos iban mostrando. Algo novedoso que recuerdo eran los punks que solía ver en algunos barrios o mercados. Por la noche los ingleses nos llevaban a conocer bares con música en vivo. Durante los tres días que estuvimos en Londres convencimos a los ingleses y a los malayos de que si iban a hacer un viaje por Europa, no podían dejar de ir a España, más concretamente a Huesca, que llegaban las fiestas de San Lorenzo. Tanto insistimos que, aunque no entraba en sus planes, decidieron venirse con nosotros a Huesca.
Hicimos Londres-Huesca de un tirón, ahora si que tuvieron que relevarme en la conducción. De un tirón porque salimos el 8 de agosto y queríamos estar en Huesca para el comienzo de las fiestas. Llegamos a las siete de la mañana del día 9.
Después de descansar un poco, a las doce estábamos en la plaza de la catedral para el chupinazo. Tanto el hijo del rey como su amigo eran los dos muy educados y algo tímidos, creo que no se imaginaban el alborozo que había armado en la plaza y estaban sorprendidos. Una vez que fue lanzado el chupinazo y todo empezó a desmadrarse, creo que incluso estaban asustados. La gente saltaba, empujaba, gritaba y nuestros amigos malayos iban de un lado a otro como marionetas recibiendo empujones, además de ser malayos, ya de por si exóticos con su tono de piel y facciones, no iban vestidos de blanco, con lo que no pasaban desapercibidos para nadie. De hecho eran el centro de atención de la gente peñista, especialmente de quienes llevaban boticos, botas de vino o baldes de melocotón con vino, quienes les ofrecían (les obligaban) a beber. Recuerdo que cuando les ofrecían vino de las grandes botas que llevaban al hombro, el hijo del rey decía amablemente: “no, no, thank you”. Y la respuesta solía ser: “qué zanquiu ni que hostias, abre a boca te digo!”. Lo forzaban a beber, y cuando se resistía incluso abrían el brocal de la bota y le echaban un grueso chorro de vino, regándolo por fuera y por dentro.
Zahary bin Mohamed, que era el nombre del hijo del rey, era musulmán, de manera que no tomaba alcohol, cuando llegamos a la altura de Correos junto a las peñas, Zahary bin Mohamed se nos vino abajo cayendo sobre el suelo, mareado y borracho incapaz de mantenerse en pie. Tuvimos que llevarlo al camping de San Jorge, que era donde se alojaban, para que durmiera la mona.
"Zahary bin Mohamed se nos vino abajo cayendo sobre el suelo, mareado y borracho incapaz de mantenerse en pie"
Pasada la borrachera volvió a salir en la tarde, luego nos quedamos toda la noche, viendo alguna actuación musical y después visitando los bailes de las peñas , conectando a la mañana siguiente con las vaquillas, esa mañana creo que se llevó el mayor susto de su vida en la plaza de toros. Antes de la suelta de la primera vaquilla nos metimos todos en el ruedo lleno de gente, ni los ingleses ni los malayos sabían lo que iba a suceder, estaban tranquilos. Nada más salir la vaquilla muchos corrían a la barrera para saltar o quedarse allí para hacerlo si la vaquilla pasaba cerca. Nuestros amigos malayos hicieron lo mismo, pero llegaron tarde, toda la barrera que rodeaba la plaza estaba ocupada con gente, taponando así la salida del ruedo. Ambos malayos estuvieron corriendo a un lado y otro como pollos sin cabeza, presos del pánico. Por suerte la vaquilla no pilló a ninguno de ellos, pero el susto que llevaban encima debió quedarles como recuerdo para toda su vida.
En cuanto encerraron a la vaquilla y los que se abrazaban a la barrera regresaron al ruedo, los malayos aprovecharon para salir de allí, subiéndose hasta la última grada. Nosotros subimos también, pero para gastarles la broma de cogerlos para hacerlos volver al ruedo. Conseguimos hacerlos bajar hasta llegar a la sirga metálica de los tendidos que separan al callejón, se agarraron a ella y fue imposible despegarlos.
El resto de las fiestas disfrutaron sin mas sobresaltos, para ellos era algo nuevo y desconocido, al mediodía venían a comer los cuatro a casa de cada uno de nosotros, por las noches cenábamos fuera y después íbamos al baile de las peñas , sin perdernos las actuaciones de cualquier clase que había durante el día.
Ambos malayos nos daban a diario las gracias por haberlos traído a las fiestas, estaban realmente felices. No podían comunicarse mucho con la gente, en aquella época tan apenas nadie hablaba inglés. Aun así la gente, sobre todo las chicas, venían a nosotros para conocerlos, atraídas por sus exóticos rasgos. En todos estos casos me tocaba hacer de traductor. Cuando acabaron las fiestas y llegó el momento de la despedida, quizá por ser quien más se comunicó con ellos y más pendiente estuvo de sus necesidades al poder entendernos con el inglés, Zahary bin Mohamed me dijo que si un día iba a su país le gustaría que fuese a visitarlo, se sentía agradecido y deseaba poder devolver la hospitalidad que había recibido en Huesca. En aquel momento, con 19 años, yo veía Malasia muy lejos de mis planes.
Diez años más tarde, procedente de Tailandia, tuve la ocasión de llegar a Malasia.
Al llegar a Kuala Lumpur llegaron a mi cabeza los recuerdos de las fiestas pasadas en Huesca con el hijo del rey de Malasia y lo que él me había dicho si un día llegaba por ahí. Estaba seguro que aquellas fiestas de San Lorenzo serían un recuerdo imborrable para toda su vida, en su invitación a visitarlo vi que era sincero, entonces, ya que estaba allí, ¿por qué no intentarlo?.
No tenía ni idea de qué podía hacer para poder verlo, por lo que fui a la embajada española, allí le expliqué a una mujer empleada de la embajada la situación y mi deseo de ver al hijo del rey si era posible, contando con la seguridad de que él también querría verme. Lo primero que me preguntó la mujer fue: ¿pero, el hijo de qué rey?. ¿Cuántos reyes había allí?, me pregunté extrañado a mi mismo. Ella me lo explicó. En Malasia había nueve estados, en cada estado gobernaba un sultán, de manera que cada cinco años un sultán se coronaba como rey del país por otro periodo de cinco años, así que el reinado se repartía entre los diferentes sultanes de forma rotatoria.
Había pues que averiguar quién era el rey en el momento en que mi amigo viajó a Huesca, yo sólo tenía dos datos, uno que fue en el año 1979 y el otro que era el hijo mayor y heredero, de nombre Zahary bin Mohamed. Con esto ella miró en un libro y encontró la respuesta. Entonces me dijo que el padre no hacía mucho que había muerto y ahora Ibrahim había pasado a ser el sultán del estado, uno que quedaba al este del país.
Ahora faltaba saber qué podía hacer para verlo. La señora me dijo que no era sencillo, si fuese algo oficial ellos podían encargarse de pedir la audiencia, pero al ser algo particular tendría que hacerlo por mi cuenta. Podía escribir una carta con la petición, o ellos podían hacerme el favor de escribirla, pero sin el membrete de la embajada, con la dirección donde debía dirigirla. En principio algo sencillo, sin embargo el problema era que él no sería quien recibiera y leyera la carta, sino algún secretario, de modo que la decisión no dependía del sultán, sino de su secretario. Esa era la principal dificultad, la segunda el tiempo, podía recibir respuesta quizá en un par de semanas, pero a eso había que añadirle unos días más porque acababa de empezar el nuevo año chino y sus celebraciones, con todo paralizado durante cinco días.
Aquello lo ponía aún peor, si hubiera podido obtener una respuesta en una semana, habría podido hacer el sacrificio de aburrirme en Kuala Lumpur, pero esperar alrededor de veinte días y sin siquiera la certeza de una respuesta, iba a ser una gran pérdida de tiempo. Después de pensarlo pensé que no valía la pena la espera, estaba seguro que el ahora sultán se acordaría perfectamente de mi, que verdaderamente estaría encantado de recibirme y volver a vernos, pero veía muy difícil hacer realidad aquel deseo. De forma que desistí.
Después de hacer unos cálculos, acabo de llegar a una conclusión. El reinado del padre de Zahary bin Mohamed creo que terminó en el año 1984, si a partir de entonces había que esperar que pasaran otros ocho sultanes antes de tocarle a él el turno, a razón de cinco años por cada uno, significaba que tenían que pasar cuarenta años, es decir, que si esto es así, es posible que Ibrahim para el año 2024 pueda ser coronado rey de Malasia.
Agosto de 1979