La huella que ha dejado José Antonio Satué en la Diócesis de Teruel y Albarracín llenó con la fluidez de la admiración de la feligresía l Catedral turolense este domingo, en la despedida del prelado oscense que encamina sus pasos hacia Málaga donde este mes de septiembre se producirá la asunción de su responsabilidad episcopal. El cardenal Santos Abril, natural de Alfambra, y numerosos sacerdotes del presbiterio diocesano acompañaron al jerarca en su adiós..
Satué Huerto expuso tres palabras que han definido su ministerio en Teruel y Albarracín: perdón, alabanza y adelante. Con sinceridad, pidió perdón "por aquellas ocasiones en las que no supe estar a la altura de la llamada del Espíritu ni de vuestra generosidad" y añadió: "Me pesa en la conciencia haber priorizado, en demasiadas ocasiones, el trabajo de despacho por encima de la presencia en parroquias, grupos y encuentros". Así lo refleja la crónica de Iglesia en Aragón.
El obispo agradeció haber estado acompañado de cariño y afecto: "Lo que más me habéis transmitido ha sido cariño, mucho cariño", e invitó a dar gracias por lo compartido: "Alabemos al Señor, fuente de todo bien, por lo que hemos podido construir juntos en estos cuatro años; gracias a los talentos que Él ha sembrado en cada bautizado y bautizada".
Monseñor Satué animó a los fieles a continuar con esperanza, la palabra de este 2025 del Jubileo, el camino emprendido: "No puede paralizaros el hecho de que los últimos obispos de Teruel y Albarracín hayamos permanecido poco tiempo al frente de la diócesis. A pesar de las dificultades, hay motivos sobrados para seguir desarrollando nuestro sugerente Plan Pastoral 2023–2028". Y concluyó con un mensaje de confianza: "Con humildad, pido perdón, demos gracias a Dios y sigamos adelante".
Alfonso Belenguer, vicario general, no pudo contener la emoción al expresar su gratitud: "Aquí siempre su casa y sus amigos […] bendecimos la suerte de haberle conocido, de haberle querido, un regalo para esta diócesis". Satué recibió varios obsequios: cerámica y artesanía con motivos mudéjares y de la techumbre de la Catedral, además de unas gafas “inteligentes”. La ceremonia concluyó con la Salve Rociera cantada por el coro diocesano en la procesión final.
Tras la misa, se celebró un ágape en el claustro y el jardín del Obispado, donde sacerdotes y fieles pudieron despedirse personalmente del obispo en un clima de fraternidad y afecto.