Cristo ha resucitado. El administrador apostólico de la Diócesis de Huesca, Vicente Jiménez Zamora, así lo ha acreditado en el comienzo de la Misa en la Catedral que ha sucedido al jubiloso encuentro entre Jesús y la Virgen de la Esperanza. De paso, ha dejado un mundo nuevo con los signos de la paz, la alegría, la esperanza y el amor.
En el recorrido desde la Iglesia de Santo Domingo y San Martín, en unión fraternal, han partido a las once de la mañana hermanos de todas las cofradías con sus banderolas que constatan que la vida ha vencido a la muerte, y detrás el imponente paso del Resucitado realizado por Pascual Ipas a finales del siglo XVIII, que permanentemente puede ser admirado en el Museo Diocesano desde hace cincuenta años.
Después del silencio y la aflicción del Santo Entierro, los rostros eran risueños, convencidos de que, al milagro de la Resurrección, le iba a suceder otro prodigio. En la Iglesia de San Pedro el Viejo, con las palomas como signo del Espíritu Santo, el Resucitado y la Virgen de la Esperanza se juntaban y la madre, sustituido el atuendo de luto de la Dolorosa por el blanco de pureza y alegría, iniciaba un baile al que le sucedía el Hijo. La talla del siglo XIX que reposa todo el año en la Catedral, era portada por alegres cofrades femeninas. El administrador apostólico, simbólicamente, ha echado una paloma a volar y con ella otras veinticuatro compañeras. Mientras, se interpretaba el Regina Caeli Laetare, "Reina del cielo, alégrate".
En medio de un gentío en las aceras desde el comienzo de la Procesión del Resucitado, cofrades y pasos han tomado el camino hacia la seo, donde la muchedumbre se agolpaba a los lados para contemplar la entrada de ambos conjuntos.

"Oh, Dios que en este día santo, vencida la muerte, nos has abierto las puertas de la eternidad. Concede a quienes celebramos la solemnidad de la Resurrección del Señor ser renovados por el Espíritu y resucitemos a la vida". Don Vicente Jiménez abría así tras proclamar "Dios ha resucitado, ¡aleluya!"
En su homilía, ha comenzado el administrador apostólico asegurando que "celebramos la pascua de las pascuas, el domingo central de todo el año litúrgico", la meta de la etapa cuaresmal y el punto de partida para el camino de 50 días hasta Pentecostés. Ha reproducido el momento del Encuentro de la procesión con el Regina Caeli Laetare, entre la alegría de todos.
"La Pascua es la fiesta de lo nuevo", nueva la luz tras la noche de la Vigilia Pascual para ser testigos de la luz, nueva el agua del bautismo que nos hace hijos de Dios, y nuevo es el pan y el vinco de la Eucaristía "que nos hace a todos hermanos en torno a la mesa".
Ha realizado una llamada a todos: "No podemos tener cara triste, sino cara de pascua, cara alegre y tenemos que ver el signo de la paz, que trae el Cristo Resucitado. No tengáis miedo", y ha recordado las guerras y particularmente la de la "tierra hermana de Ucrania. Paz a los corazones, paz a los hombres de buena voluntad". Otros tres grandes signos: el primero, la alegría. El segundo, la esperanza en este año "crucial" porque "somos Peregrinos de Esperanza y caminamos con Cristo siendo Iglesia unida, todos juntos en Iglesia sinodal". El tercero, un "amor que se hace servicio, que es testimonio. Cristo ha resucitado. Alégrate, Virgen María, ¡aleluya!"