Se llama Ares, y no espera seducir a Afrodita ni enfrentarse a Hércules como su tocayo el dios de la guerra. Su objetivo es servir y sus capacidades son tan enormes que aúna las misiones de servicios sociales con sus utilidades bélicas o incluso en materia de seguridad para la detección de sustancias estupefacientes. De hecho, en la cartera de clientes de Bumerania Robotics figuran entidades asistenciales pero fundamentalmente ejércitos y fuerzas de seguridad. Y no sólo de España, sino de medio mundo, el que controlan con sus delegaciones comerciales en Portugal, Suiza, Emiratos Árables, Paraguay y Argentina.
En el Congreso Nacional de Periodismo y Turismo de Benidorm, el CEO de Bumerania, Isidro Fernández, ha sorprendido a los asistentes como lo hizo en la pasada edición de Fitur. Su perro, Ares, ha irrumpido en el tiempo de pausa para el café y, emulando a los cánidos cuya forma adopta, ha recorrido el espacio levantando las patas metálicas para saludar y manifestar alegría, para pavonearse conocedor de que tiene un cierto "sex appeal". Todos le miran, todos le admiran. Ya en el salón de actos, Isidro no ha dejado de provocarle para que todos siguieran sus evoluciones. Su "dueño" ha explicitado que Ares es JASP, esto es, joven aunque sobradamente preparado (la empresa nació en 2020). Puede ser perfectamente un lazarillo para una persona ciega, acompañante de alguien con cualquier discapacidad, un amigo fiel para las policías porque su nariz tiene una gran sutileza para detectar drogas y un seguro de vida para los militares que profundizan en campos donde las minas antipersonas pueden ser fatales.
Ares tiene un buen número de compañeros en la empresa alicantina. La inteligencia artificial les une y les hace diversos. Todos interactúan con el entorno y son especialmente eficientes en entornos como hoteles, restaurantes, comercios y centros comerciales, hospitales, bibliotecas o museos. Cuidan y entretienen a las personas mayores, dependientes y con diversidad funcional. ¡Ay, ay, ay! ¿Pero quitarán puestos de trabajo? Los robots son camareros (Ares saluda a su compañero que está detrás del "jefe") y también los hay recepcionistas, que preguntan al cliente si sale satisfecho de su estancia y registra -como una máquina de la verdad- si la respuesta es sincera. Si a través de las facciones, de los rasgos, comprueba que no se han cumplido las expectativas, comunica a la central la incidencia, y la central aplica los protocolos para ofrecer recompensas y ventajas al consumidor insatisfecho para revertir su sensación. Laura Garrido, de la consultora Ético, dicta sentencia cuando afirma que la robótica ha de ir encaminada a la sostenibilidad y también puede solventar el déficit de profesionales. Mientras, Ares revolotea y me asusta, e Isidro explica el sentido de la definición "robótica social" para una actividad que, ya mismo, forma parte de nuestro paisaje y nuestro paisanaje. Tal es su naturalización, que levanta las patas cuando le acaricio la cabeza... si bien sospecho que alguna instrucción le da Isidro con su mando a distancia (¿quién dijo joystick?). Así que, bienvenidos al mundo real, que ya es más biónico. Que sea para bien.