Carlos Barrau Rivera, ingeniero industrial, fundador y presidente de la Cadena Hotelera Ona Hotels & Apartaments, nada menos que 41 complejos en toda España, ha recibido este pasado sábado en el Palacio de los Condes de la Ribagorza uno de los Reconocimientos a los Ribagorzanos del Año, galardón instituido por la Asociación Pro Túnel Benasque-Luchón.
Con espíritu impregnado de los valores del turismo y capacidad analítica que emana de su condición ingenieril, Carlos Barrau explicitaba en la mesa redonda posterior con sus compañeros de distinciones, José María Vilas, Guayente Sanmartín y Cristina Gallart, las oportunidades competitivas que en materia turística ofrecería una conexión que trasciende el ámbito local para erigirse en un proyecto nacional y europeo.
Después del acto, Carlos Rivera explicaba a EL DIARIO DE HUESCA su recorrido hasta llegar a la posición actual en el mercado turístico, comenzando por sus orígenes en Liri y Binéfar. "En Liri, teníamos a mis tías y éramos cuatro hermanos, mi madre ayudaba mucho a mi padre en la vaquería y nos mandaba para que las tías nos cuidaran. Veníamos a la casa de La Plana. Luego, en los veranos, venir para Liri era el medio que siempre he conocido de pequeño y en el entorno con tíos, tías y abuela".
Se detiene precisamente en ella como reconocimiento. "Justo después de la guerra se quedó viuda con ocho hijos. Hay que ver lo que se tiene que pasar. Auténtica heroína para salir adelante".
Con sus padres, se traslada a Binéfar, donde estudia y, tras la Educación General Básica, pasa a Salesianos de Monzón. "Y de allí nos vamos a Barcelona cuando cumplo los 18 años. Después de la carrera, vuelvo un año, me aburro, me voy a trabajar a Catalana de Gas. A los tres años, cuando me hacen fijo, me aburro y salto ya porque, en una gran empresa, en ese momento, lo que me aburria era ser predictivo, luego sería jefe de zona... Saltamos un día y nos metimos en el mundo del turismo sobre todo en la compra de apartamentos. Empezamos en Ibiza, después en Tenerife, a continuación a Salou... Cogimos la oportunidad de la ola de ese sector, sobre todo en la gestión de apartoteles y hoteles".
Comenzó con dos socios más, uno de los cuales dejó la empresa al poco tiempo. "Ahí sí que creo que fue la convicción de venir de donde uno viene. Se comercializaba también en tiempo compartido y no hay nada peor que en un negocio corra el dinero muy deprisa". Ese era el momento de extraer su conformar su continuidad. "Yo tenía esa parte de ingeniero de que hay que guardar para reinvertir. El otro socio se lo gastaba en un Porsche o en otras cosas y a mí me tocaba reinvertir, y después ya seguí solo. Vas observando los pros y contras. Especialmente los momentos buenos fueron cuando había crisis, las mejores oportunidades para invertir y sobre todo fue en el sector del turismo vacacional, especialmente de familias. Estamos en un país en el que hemos aprendido todos mucho y muy deprisa, no sólo con el interno sino con el turismo internacional".
La industria del turismo ha sufrido una profunda transformación. "Ha cambiado, los modelos se han ido adecuando. Ha permitido reformarse bastante. También es cierto que el turismo solamente de sol y playa va hasta donde puede ir. Tenemos un turismo cultural, dentro de lo que es el patrimonio, que es muy interesante. Sí es verdad que se han hecho infraestructuras muy buenas. Lo que nos pasa y presiona es que somos un país muy atractivo. Tenemos cosas muy atractivas y te das cuenta cuando vas a otros sitios. Eres atractivo por la oferta alternativa, por la gente que viste todo eso, el sol y la playa es algo que no se puede replicar en otros sitios. Somos un destino muy atractivo, bastante consolidado y muy mirado. Una niña muy bonita en todos estos mercados internacionales".
EL DESTINO HUESCA: NO SER PRETENCIOSO EN EL VOLUMEN
Carlos Barrau Rivera aprecia las fortalezas de nuestra tierra como destino turístico. "Cuando hablas del Aneto, del valle de Benasque o el de Pineta, tiene nombre. Hablas de Monte Perdido y es conocido".
En todo caso, al igual que su concepto para el nacional, considera que "no hay que ser pretencioso en el volumen. Hay que mirar lo bonito que tienes. Si hablas de Huesca, hablas del Coso, de sus iglesias... No puedes hacer mucho más en una ciudad de 55.000 personas. No puedes hacer que pasen quinientas mil personas, porque es lo que es. Creo que hay que tener la medida en lo que se puede. Lo mismo que en el valle, no le puedes poner trescientas mil personas, el valle es bonito en función de lo que es y, por ejemplo, volviendo a este valle, el cuidado de los pueblos por las instituciones y las personas que han reformado y mantenido las casas están muy bien. Yo te puedo hablar de la carretera del Solano y, oye, esa parte vial está muy bien cuidada".
"El patrimonio cultural es muy interesante... y saberlo enseñar"
El empresario hotelero alude también a los intangibles que convierten una estancia en una vivencia. "Primero hay que reconocer que esa parte de esa oferta alternativa de estar más en la calle, de no encerrarse, cuestión que con las nuevas tecnologías es peligroso, si seguimos manteniendo eso, el clima nos lo da, esa parte no es copiable en otros sitios. Eso que uno llega y ve un restaurante, dos, un restaurante-bar acompañado de nuestro patrimonio cultural, ayuda mucho. La sensación que uno tiene no es fácil de encontrarla. No quiero desmerecer otras cosas. Pero, con esa tranquilidad y esa seguridad, ese mix nos da una ventaja competitiva tremenda. Ahí se ha hecho bien, pero el patrimonio cultural es muy interesante... Y saberlo enseñar".
Dentro de esas habilidades blandas de nuestro turismo entrañable, define la fortaleza Carlos Barrau con una expresión: "¡Qué bien me siento! Es un manto que le envuelve. No es aquello de Las Vegas, que sabes lo que es. Aquí es "¡qué bien me siento". Y después, personas, gastronomía y clima, ¿qué quieres más?"