Esta preciosa fotografía de Lecina tiene un simbolismo importante: Son como los doce hombres sin piedad dirigida por Sidney Lumet y protagonizada por Henry Fonda, pero con temática más amable. Doce cigüeñas y un gato que, encaramados a un tejado, se muestran vigilantes, con la perspectiva en el horizonte.
Habida cuenta la estacionalidad en vías de extinción de las ciconia ciconia en nuestros pueblos y la imperturbable presencia de los michinos, es previsible que, dentro de unos meses, la mirada inquisitiva de las aves y del felino, inasequibles al desaliento, se posarán sobre los responsables de la redacción del proyecto de centro de visitantes comprometido en el acto del Juramento de los Fueros de Sobrarbe por el consejero de Turismo, Manuel Blasco, y la alcaldesa de Bárcabo, Carmen Lalueza. Ambos firmaron en presencia majestuosa de la Carrasca de Lecina.
En un medio rural que pena entre la debilidad demográfica y la resistencia de sus pobladores más arraigados, en estos tiempos la presencia más segura es la de las cigüeñas, multiplicadas exponencialmente y resistentes a su marcha por la levedad actual de las temperaturas frente a los rigores invernales de antaño.

Es una muestra, un ejemplo más, el del precioso pueblo sobrarbense que reclama su lugar en el inventario turístico aragonés después de que los días de vino y rosas de la proclamación de la Carrasca Milenaria como el Mejor Árbol Europeo dieran paso al olvido institucional más indignante. ¡Tanto para celebrar, tan poco para trabajar! Aquellas palabras huecas, esos incumplimientos flagrantes, han irritado a los vecinos, plenos de escepticismo porque, como el gato escaldado, del agua huye.
El tiempo, ese juez que dicta sentencias como los doce hombres sin piedad, determinará si los plazos son rellenos de realidades, si este año se realizan los estudios por el Gobierno de Aragón, si el Ayuntamiento ejecutará el nuevo centro en 2026, si los vecinos podrán estrenarlo y si, en la inauguración, son algo más que espectadores, si se les reconoce su papel conservador y su rol promotor de estas aspiraciones. Por cierto, quedan muchas necesidades por cubrir en Lecina... y las cigüeñas y el gato seguirán ahí, tutelando el horizonte de la verdad.