No es ya Navidad y difícilmente se puede atribuir a una celebración del santoral del día, San Esteban, que es patrono de Cataluña y también de Roma, pero el mediodía en los Porches de Galicia daban una cierta sensación de asincronía, y es que el aspecto de las terrazas era más propio de la primavera avanzada y el verano que de los escuetos grados que marcaba el mercurio. Bien es cierto que, al solito, aliviaba muchísimo la sensación térmica.
Los tiempos han cambiado que es una barbaridad. Quizás sea una cuestión del cambio climático, aunque los más viejos del lugar sostengan que días bonancibles siempre han salpicado los desagradables del invierno. Quizás, también, de un cambio de hábitos que acompaña a la imposibilidad legal de fumar en los anteriores una querencia a los veladores como espacio para el consumo de la hostelería.
El caso es que los oscenses y los visitantes (en estas fechas la diáspora tira hacia casa, ya lo dice el anuncio de "vuelve a casa por Navidad") aprovechan cualquier tregua que dan las bajas temperaturas para socializar sentados al aire libre. Será que nos seduce el sentido de libertad. Pero, evidentemente, hoy somos más de terrazas que de climatización. Sobre gustos... Al sol que más calienta.
