Nueve bares emblemáticos de Huesca reabren bajo nuevas direcciones

Una corriente de recuperación de establecimientos en la ciudad con el impulso de emprendedores nativos e inmigrantes

15 de Abril de 2023
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Nuevo Restaurante Don Quijote en la plaza Unidad Nacional, dentro de la corriente de reapertura de bares en la ciudad.
Nuevo Restaurante Don Quijote en la plaza Unidad Nacional, dentro de la corriente de reapertura de bares en la ciudad.

Una confluencia de emprendedores HTV (de Huesca de Toda la Vida en sí mismos y sus familias) y procedentes de la inmigración ha permitido que la ciudad recupere nueve establecimientos hosteleros, muchos de ellos históricos que habían cerrado por distintas circunstancias y ahora ya están abiertos o en ciernes de apertura.

Tirando del hilo de la Taberna Cueva Cantarellus, en la calle Doña Sancha, y gracias a una fuente extraordinaria de conocimiento sobre el terreno como es José Blasco, descubrimos el importante impulso que se está produciendo en estos momentos en el sector de los bares, cafeterías y restaurantes de Huesca. Un movimiento que tiene históricamente características pendulares e incluso cíclicas, pero que en esta primavera de 2023 está permitiendo brotar reaperturas destacables.

Es el caso del emblemático La Cueva Cantarellus, que hace un par de décadas abriera la mítica familia hostelera de la ciudad Almazán, que decoró su nueva creacion con un homenaje a las raíces, a la prehistoria y a la micología con elementos muy atractivos y sugerentes, una fachada de roca y, como si nos adentráramos en un mundo onírico, un interior que asemeja el consumo de buenos productos en la oquedad de una montaña. Traspasado hace algún tiempo a una nueva gerencia, ha cerrado y ha durado poco la clausura, y es que un nuevo arrendatario va a poner en marcha la taberna de la calle Doña Sancha inminentemente.

Algunos locales históricos habían echado también la llave y han reabierto con nuevos nombres. Es el caso del viejo Nebraska, posteriormente La Iguana y que ahora mismo ya está a pleno rendimiento en la calle Rafael Gil, un lugar agradable para disfrutar de cafés, aperitivos y comidas.

La vieja Bresca es hoy Mamma Mía, en la calle Fraga, número 15, un pequeño local junto a la Bodega Pirineos que ha vuelto a ver la luz para su oferta de bar y restauración.

El Sanddalo, el "bar de la esquina" en la calle Agustín Viñuales Pardo, junto al Conservatorio de Música, vuelve a lucir sus cristaleras y su atmósfera agradable para recibir a los clientes, ya con las puertas abiertas y esperando alcanzar el pleno funcionamiento como sucedió con sus fundadores, de inspiración portuguesa.

Muy cerca, en Menéndez Pidal, el viejo Chiki (que hoy está en Cabestany) se ha convertido en El Delfín, el impulso de una conocedora de la hostelería que ha desempeñado sus buenos oficios en otro establecimiento de Huesca y ahora quiere aportar su servicio en un local que tradicionalmente ha sido propicio para el negocio.

Cambiando de barrio, nos dirigimos a la calle San Orencio, al antiguo "Casa Mariano" (o el Molinero, o Cook Fiction...), junto al Hostal San Marcos, donde unos emprendedores ya trabajan para reabrir estas instalaciones que durante muchas etapas en el último medio siglo han sido moda. La oferta, una hamburguesería de calidad.

A un centenar de metros, en la confluencia de Ramiro el Monje y de Goya, el que siempre será para muchos Peña los 30 (luego tuvo, entre otros nombres, el de Cook Fiction) ya está siendo adaptado para convertirse en un local con un buen catálogo de aperitivos y de bebidas.

Un breve paseo hasta la plaza Unidad Nacional y ya están preparándose para el servicio en el Bar El Quijote, en las dependencias que fueron La Cocotte durante años de buen producto y elaboraciones, gracias al emprendimiento de un joven de acreditada familia hostelera de origen chino, con unos resultados espléndidos en sus otros bares.

Finalmente, con aspecto de cerrado-cerrado pero con acuerdo para una rehabilitación para abrir, el que fue Salas Eleven, Minigolf o Restaurante Alto Aragón regido por la familia Lumbierres, que nuevamente cobrará vida.

A estos nueve establecimientos en la capital, se suman dos que se recuperan en pueblos del entorno, en concreto Yéqueda y Banastás, cuyos centros sociales han sido asumidos por emprendedores para dar servicio a los vecinos de las dos localidades.

Un movimiento dinamizador de la hostelería que aporta a la vez esperanza y buena voluntad, ya que es conocida la difícil supervivencia en un sector sometido a las coyunturas, a la volatilidad de los costes, a la complejidad para disponer de profesionales formados, pero que se salva en muchas ocasiones por el carácter familiar de las empresas. Pero, al final, este 9+2 (capital-entorno) genera la alegría que es característica en la bien llamada "industria de la felicidad". 

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