Igriés, campamento militar, campos y pueblo. Y en lontananza el Salto de Roldán. Escalando en la vida de los lugareños, orgullosos de sus tierras.
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Camino del Pirineo. Los colores avanzan en su evolución, los ocres, los verdes y hacia arriba casi negros. Leoncio Mairal en esencia pura.
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Toma los pinceles José Beulas Recasens. Esos colores de secanos son de él. Y luego va creciendo en intensidad y, de repente, son verdes. Porque no solo de pan vive el hombre.
3/6
Quizás le hubiera dado Paco Agustí una tonalidad más amable a los árboles, pero DRONNEA le ofrece esta visión plenamente pictórica para su forma sencilla de perfilar los paisajes.
4/6
Entre la naturaleza y el ser humano, consiguen el milagro de dibujar geometrías. Ora simétricas, ora disimétricos. Es una buena obra para la vida.
5/6
El dron está especialmente preparado para la panorámica. Agua, cultivos, naturaleza y el cielo que todo lo corona. Aquí arriba se respira paz y contemplación de la belleza que han pintado los pinceles de Dios.
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Igriés, campamento militar, campos y pueblo. Y en lontananza el Salto de Roldán. Escalando en la vida de los lugareños, orgullosos de sus tierras.
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Camino del Pirineo. Los colores avanzan en su evolución, los ocres, los verdes y hacia arriba casi negros. Leoncio Mairal en esencia pura.
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Toma los pinceles José Beulas Recasens. Esos colores de secanos son de él. Y luego va creciendo en intensidad y, de repente, son verdes. Porque no solo de pan vive el hombre.
3/6
Quizás le hubiera dado Paco Agustí una tonalidad más amable a los árboles, pero DRONNEA le ofrece esta visión plenamente pictórica para su forma sencilla de perfilar los paisajes.
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Entre la naturaleza y el ser humano, consiguen el milagro de dibujar geometrías. Ora simétricas, ora disimétricos. Es una buena obra para la vida.
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El dron está especialmente preparado para la panorámica. Agua, cultivos, naturaleza y el cielo que todo lo corona. Aquí arriba se respira paz y contemplación de la belleza que han pintado los pinceles de Dios.
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