Diario del cura de Torla desde Ucrania en la misión humanitaria desde el Pirineo: Las cosas van bien

La aportación de 25.200 kilos de alimentos viene "cargada de esperanza, deseando que se restablezca la unión, el diálogo y que triunfe la paz"

Sacerdote
22 de Noviembre de 2022
La vida en Ucrania vista por el Grupo de Salvación desde Torla Javier Martín

No nos podemos quejar. Algunos pequeños contratiempos, pero nada imposible de solucionar. Dios siempre pone ángeles en el camino: amigos del primer viaje, gente maravillosa, personas disponibles que nos han ayudado a solventar aquello que con nuestras solas fuerzas no hubiésemos conseguido jamás. Han pasado dos días desde que salimos de España. El vuelo de Zaragoza a Bucarest no tuvo ningún percance, pero los planes se trabucaron en el momento en que comunicaron que la furgoneta que nos buscaba en el aeropuerto de Bucarest no llegaría.

El nerviosismo se apodera... Hay un camión con 25,20 toneladas de alimentos que debemos descargar en Dumbrâveni, un pueblo que hace frontera con Ucrania. Javi, el cabo, se preocupa, no suelta el teléfono para nada, tenemos que llegar como sea, pero ya no será a la hora prevista. Natalia, la traductora, comienza a hacer su trabajo antes de embarcar: se pone en contacto con Adriana, una chica rumana que vive en Barbastro (de Voluntari in Europa), que desde el primer momento ha estado en contacto con nosotros; Natalia se encarga de comprar los pasajes en autobús desde Bucarest hasta Dumbrâveni. Pero ya no llegamos a la hora prevista.

CONOCERNOS

Como los grandes navegantes (salvando las distancias) que se adentran en el mar sabiendo que les esperan fuertes tormentas… así nos hemos adentrado en esta expedición. Somos ocho, la mayoría ya nos conociamos del primer viaje, solo la traductora y el cura incursionan por primera vez en el equipo. Javi, el cabo, es la cabeza de este pequeño grupo: coordina, está al pie del cañón, espera y desespera, en otras palabras, procura que las cosas marchen de la mejor manera; Just, el médico, es prudente, disponible y colaborador; Pepe, es callado, sencillo y respetuoso; Natalia, de origen ucraniano, observadora, maja y de buen trato; Valentín, compañero, perspicaz y cordial; Luis, reservado, atento y hacendoso; Javi, “nuestro taxista”, extrovertido, ocurrente y alegre; y por último, Jesús, el cura.

Todos diferentes, pero unidos por un mismo deseo: llevar a feliz término esta misión. Pero antes tenemos que darlo todo. Queremos ser las manos de todos aquellos que han hecho posible este viaje, llevando a quienes más lo necesitan cada una de las aportaciones recibidas. Por los que han colaborado, por nuestras familias, por los que os quedáis haciendo las veces de alguno de nosotros en nuestros trabajos, por los que siguen con inquietud esta aventura… por todos vosotros va nuestro compromiso hasta el final.

AEROPUERTO INTERNACIONAL DE BUCAREST

El avión llegó a la hora pautada, pero no saldremos hasta dentro de seis horas. El chofer del camión debe esperarnos un poco más, ha empezado a nevar. No pasa nada. Animamos al cabo, no podemos hacer otra cosa. A las 06:15 h., nos buscan en el aeropuerto. Nos esperan 9 horas de viaje por carretera y el camión sin descargar. ¿Qué podemos hacer? Hay 25.200 kilos de alimentos esperándonos. Pero los planes nuestros no son los de Dios. No hay que preocuparse. Javi, el cabo, recibe una llamada, hay un amigo, Miguel, el dueño de la nave donde vamos a descargar, él se encargará de bajar los palés, así el transportista podrá regresar. ¡Uf! qué alivio.

MIGUEL Y VIOLETA

Miguel y Violeta son un matrimonio rumano. Ambos son un testimonio cristiano para muchos de nosotros. Bajo su responsabilidad está la Sala Sporturilor de Dumbrâveni, un polideportivo que han adaptado para recibir a los desplazados. Esta familia, junto con su hija Patricia, no sólo han acogido a ucranianos que huyen de la guerra, sino que también han alimentado y ayudado a cientos de ellos a trasladarse a otros países.

-  A unas 3.300 personas hemos ayudado desde que se incrementó la guerra, -dice Violeta-.

- Querrás decir: “desde que empezó…”

- No, desde que Rusia intensificó… porque, aunque el 24 de febrero fue oficial en el mundo, ya esto se venía cociendo desde el 2014.

- Pero ¿la intención de unirse a la OTAN?

- Ese fue el detonante, pero ya esto viene de muy atrás.

"Miguel y Violeta, dos rumanos admirables que vivieron en Valencia, han sido fundamentales para que la misión sea posible"

Miguel y Violeta han vivido varios años en Valencia. Son conocedores de nuestra cultura, y por A o por B, han coincidido en el primer viaje con nosotros. Se ha hecho una amistad increíble, no escatiman en nada, lo dan todo, viven y se desviven, sin ellos esto que os contamos sería otra historia. Desde el primer momento en que supieron que veníamos, se han mostrado disponibles con nosotros: nos facilitaron su almacén, descargaron el camión, nos buscaron cuando llegó el autobús, nos invitaron a comer, reservaron la estadía; nos acompañan en cada momento…

- ¿Muchos inconvenientes?

- Ninguno que no haya tenido solución. Aquí buscamos alternativas a los problemas. Queremos que los más frágiles sean felices, que no vuelvan a escuchar jamás el ruido de las sirenas, que pone la piel de gallina ante un posible bombardeo.

Violeta nos cuenta desde su propia experiencia que el ruido de las sirenas es espeluznante… penetra lo más profundo del corazón llegando hasta el alma. Todos corren a resguardarse hasta debajo de las piedras… sin saber qué pueda venir.

- ¿De dónde sacáis tanta fuerza?

De la oración…

- ¿Cómo?

Nos reunimos cada domingo en nuestra iglesia y le pedimos a Dios que nos ayude a ser sus manos en medio de tantos.

- Violeta, explícanos mejor.

- Sí, es importante no perder el contacto con el de arriba. Él lo hace todo. Así que nos reunimos cada domingo para alabar, pedir, dar gracias, escuchar la Palabra de Dios, cantar…

- Son muchas cosas ¿Os da tiempo?

- Por supuesto, cada domingo acudimos tres horas por la mañana a nuestra iglesia.

- ¿Tres?

- Sí, y dos por la tarde. Los martes participamos del estudio bíblico y los jueves ponemos en práctica lo que nos pide el Evangelio.

- ¿Qué hacéis los jueves?

Visitamos enfermos, ayudamos a los más vulnerables…

¿Y la comida?

No responden. Miguel y Violeta se miran mutuamente. El cabo insiste.

¿Cómo habéis hecho para dar de comer a tantas personas?

- La comunidad... todos hemos aportado… Además, nuestra iglesia tiene una cocina grande, allí las mujeres cocinan por turnos y así hemos podido alimentar a cientos y miles de personas –responde Miguel-. No nos ha faltado nada.

Todos callamos. Hasta el cura. ¿Qué más os podemos contar de esta pareja? Lo han dicho todo. Ellos son nuestros ángeles custodios a lo largo de esta travesía. Han hecho de "buenos samaritanos..." sin tener ningún parentesco más que el suficiente: “Hijos de un mismo Padre”. Ellos han dado lo que muchos no nos atrevemos a dar: todo, hasta la vida, sin esperar nada a cambio. Han sido puentes para muchos ucranianos que huyen de la guerra. Han visto impotencia, enfermedad, miedo, temor, sufriendo, dolor... en los rostros de aquellos, que, sin esperarlo, han tenido que preparar su equipaje y marchar con rumbo desconocido. Han dado de comer, de beber, de vestir, han dado hospedaje, han curado heridas, hasta han hecho de padres, abuelos... ellos son los auténticos "salvadores". Las obras de misericordia son las que les mueven, porque sus buenos y profundos sentimientos cristianos están incrustados en sus corazones...

LAS COSAS VAN BIEN...

Hasta el momento no hemos pasado necesidades, esperemos que todo siga así. Hubo cambios de planes, las cuatro furgonetas que en principio llegarían para transportar los palés durante los días de nuestra estancia sólo podrán hacer un viaje. No es suficiente, sólo podrá entrar el 15% de lo que tenemos.

El cabo y la traductora se ponen al teléfono, llamadas van y vienen; Iriana, una chica ucraniana es el contacto más directo. los demás esperamos. Miguel y su esposa hablan perfectamente español, lo están escuchando todo.

- ¿Cuál es el problema? Pregunta Miguel.

- Tenemos los días contados -responde el cabo-, y parece que las cuatro furgonetas harán un solo viaje.

Eso no es problema, hombre.

Javi tiene cara de preocupación. Todo lo planeado hasta ahora se ha ido al garete. Miguel observa a todos y coge el teléfono, su esposa lo mira. Hace tres llamadas… habla en rumano. Diez minutos después llegaron dos personas.

- Estos chicos son voluntarios, haremos algunos viajes hasta Ucrania en furgonetas –dijo Miguel-, yo llevaré una, pero tenemos un problema…

- ¿Cuál?

Necesitamos un chófer.

Lo tenemos: Javi el taxista.

- Entonces todo está resuelto. Mañana cargaremos tres furgonetas y partiremos.

CON DESTINO: UCRANIA

El lunes, desayunados y con fuerzas, emprendimos nuestra pequeña pero significativa misión con la ilusión que nos une: cumplir nuestros objetivos. Inconvenientes no faltaron, la mayoría burocráticos, pero todo se solucionó. La expedición salió a las 09:25 h., hora local de Rumanía. Entramos a Ucrania en plena nevada. Ya éramos conocedores… Hace tres días leíamos: LA TEMIDA GRAN PRIMERA NEVADA LLEGA A UCRANIA. Qué horror, Moscú saca partido de ésta aumentando los ataques a las instalaciones eléctricas ucranianas, dejando así a más de diez millones de personas bajo cero y sin calefacción.

Javi, nuestro chófer, no muy ducho en estas carreteras, pero sí un experto en las nevadas del Pirineo aragonés, hizo sus maniobras y dio paso a estos caminos desconocidos como uno más, sin ruedas de nieve ni cadenas...

Hubo un momento en que el furgón no subía. El peso y la nieve no ayudaban, patinaban las ruedas, pero despacio y con la previa experiencia, pudimos remontar y salir airosos.

A Javi, nuestro chófer, le acompañaba Just. En la furgoneta que conducía Miguel iban el cabo y la traductora. Jesús, nuestro capellán, acompañaba al tercer chófer, Daniel, un chico ucraniano que se mostró atento en todo momento a pesar de hablar nuestro idioma. Pepe, Luis y Valentín se quedaron organizando los palés en la nave, esperando las furgonetas que venían de Ucrania para ser cargadas. Finalmente, y sin ningún otro contratiempo, después de haber llevado gran parte de los alimentos, al atardecer volvimos a Rumanía para reencontrarnos en la mesa, comiendo y compartiendo lo hasta ahora vivido. Aunque es demasiado pronto para agradecer, tenemos que adelantarnos. Gracias Miguel y Violeta, sin vosotros esto no sería posible.

UNA PEQUEÑA REFLEXIÓN

Estamos ante una nueva etapa en esta guerra que parece no tener un final próximo. Lo que empezó el 24 de febrero y esperábamos que no pasara del verano, se ha intensificado en otoño. Ucrania nos sigue necesitando. Todos somos corresponsables como ciudadanos del mundo, queremos que la guerra termine, pero por ahora nos toca colaborar.

"La humanidad necesita enterrar y pasar página, para construir un mundo mejor, más humano, más libre, sin despertar heridas, sin ambiciones…"

Para nosotros, los que estamos viviendo esta experiencia, la nieve, las malas carreteras, el desconocimiento de las mismas, las bajas temperaturas... todo nos hace pensar. Sabemos que nuestra aportación, la aportación de todos vosotros, los que habéis hecho posible este viaje, es una pequeña colaboración, pero viene cargada de esperanza, deseando que se restablezca la unión, el diálogo y que triunfe la paz. Deseamos que se pueda construir lo destruido y pasar página para escribir una nueva historia. Ucrania ya no es noticia de primera plana, parece que todos nos hemos acostumbrado y ya nada nos impresiona. Pero la realidad es otra, aquí la gente sigue sufriendo esta pesadilla, pero no se rinden, siguen dándolo todo, por sus ideales democráticos y libertarios. ¡Qué coraje! ¡que gallardía! ¡que valientes...!

Son miles los que han muerto, dejando familias, niños huérfanos... por todos ellos va nuestro granito de arena. Víctimas de una guerra que empezó de forma taciturna en el 2014, pero que se endureció a principios de este año... hoy todos, creyentes y no creyentes, clamamos al cielo. Ya basta de tanta barbarie, la humanidad necesita reconocer que ha cometido un error, sin olvidar su pasado. Pero también necesita enterrar y pasar página, para construir un mundo mejor, más humano, más libre, sin despertar heridas, sin ambiciones…

Hasta la próxima…