El economista, jurista y político Manuel Pizarro repasó los principales desafíos de España y Aragón en un mundo globalizado en una conversación este pasado miércoles con la periodista Genoveva Crespo, celebrada en la sede de la Fundación Ibercaja-Palacio de Villahermosa, dentro del ciclo Conversaciones de Otoño que organiza la Universidad Internacional Menéndez Pelayo. Desde la posición de Europa en el escenario internacional hasta la competitividad económica, la transición energética, la justicia y la sostenibilidad, Pizarro subrayó que el país no puede permitirse distracciones internas. "En la vida y en la política lo peor es equivocarse de enemigo”.
El auditorio se llenó para escuchar a Pizarro, que fue presentado por José Luis Rodrigo, director general de la Fundación Ibercaja, quien lo definió como "la voz más importante de la sociedad civil" y el artífice de que "hoy tengamos un banco aragonés e independiente, sin perder la idea de que debe seguir trabajando con si fuera una caja y que, a través de la Fundación, el beneficio vuelva a la sociedad".

Durante la charla, Pizarro realizó una reflexión sobre el papel de Europa en el contexto mundial. “Estamos viviendo una decadencia que antes habría llevado siglos y ahora sucede en cuestión de meses”, señaló el economista y jurista, evocando la “sociedad líquida” descrita por Zygmunt Bauman para ilustrar la velocidad con la que se transforman los procesos.
A su juicio, Europa ha perdido el camino en un mundo donde “lo que manda es la información y el conocimiento”. En ese escenario global, explicó, se ha producido una división de funciones y “Estados Unidos innova, Asia fabrica y Europa regula. Y el regulador va a siempre detrás", advirtió.
Para Pizarro, el Viejo Continente corre el riesgo de repetir la historia del Imperio Bizantino, que “mientras el mundo cambiaba a su alrededor, discutía sobre el sexo de los ángeles”. “Nos estamos dedicando -dijo- a hablar de quiénes somos, de dónde venimos o hacia dónde vamos, mientras los americanos desarrollan Google o Apple y los asiáticos fabrican a la mitad de precio”.
Pizarro criticó asimismo que el modelo europeo está anclado en la búsqueda de un equilibrio entre sostenibilidad ambiental, social y de gobernanza (ESG), y ha encarecido su estructura productiva en un 15 o 20 %. “Dicen los eurocratas que a los que vengan a vendernos les pondremos un arancel del 20 % por los gastos que tenemos por limpiar el mundo -ironizó-. Pero la respuesta es que, si les ponemos el 20 %, ellos nos ponen el 30 %. Y en eso estamos".

Manuel Pizarro defendió la “destrucción creativa” como motor del progreso económico, recordando la teoría schumpeteriana que explica cómo la innovación impulsa el crecimiento a través del reemplazo de los modelos obsoletos. “El mundo avanza generando riqueza, que luego hay que distribuir, pero si no se genera, no hay nada que repartir”, afirmó.
Para el economista, la sociedad debe permitir que "lo que no tiene sentido vaya a su sitio. Si se subvenciona al que lo hace mal, seguirá haciéndolo mal con dinero público, y el que lo hace bien tiene la competencia desleal del señor que sigue simplemente porque la cuenta de resultados se la arregla un tercero”, señaló.
Pizarro recordó su oposición a la creación de los llamados Sistemas Institucionales de Protección (SIP), que agrupaban entidades solventes con otras en situación crítica. “Cuando se mezcla una cesta de manzanas buenas con malas, las malas no sanan y las buenas se estropean. Hay que dejar que quien lo hace mal desaparezca del mercado para que quien lo hace bien pueda crecer”, ejemplificó.
El reciente Premio Nobel de Economía, concedido a los investigadores sobre el crecimiento impulsado por la innovación, fue, en su opinión, “un acierto”, aunque subrayó que la libertad económica necesita de un marco que la garantice. “Un mercado sin regular es la selva, debe tener controles y contrapesos. Pero no se puede impedir el progreso. Esa es la ecuación que tiene que salir bien”.

Preguntado sobre si las instituciones españolas cumplen adecuadamente ese papel de regulación, Pizarro fue claro: “La base de todo es el Estado de Derecho”. Defendió el modelo anglosajón de checks and balances -controles y contrapesos- como un sistema que asegura el equilibrio institucional y evita los abusos de poder. “Tiene que haber un guardia que vigile, y alguien que vigile al guardia. La naturaleza funciona con depredadores y depredados; la sociedad también necesita ese equilibrio”, afirmó.
El enemigo, insistió, es el monopolio, “ya sea del poder o de cualquier otro ámbito”. “El monopolio impone el precio, elimina la competencia y acaba pervirtiendo el sistema. La corrupción es una forma de monopolio. Sí tú le das la limpieza de un hospital a alguien que no es el mejor, el hospital no está limpio, porque ese señor bastante ha hecho con pagar una comisión para encima limpiar mejor que los demás. Y el resultado es un país donde las carreteras no las hacen los mejores, las casas no las construyen los mejores, los hospitales no limpian no los mejores... Es un país desdibujado completamente”.
Con ironía, Pizarro cerró su reflexión con una referencia al Lazarillo de Tormes: “Cuando el lazarillo ve que él come de dos en dos y el otro no protesta, es porque le está comiendo de tres en tres. Hay que impedir que haya quien coma de tres en tres, y que todos compitan comiendo de dos en dos”.
Manuel Pizarro ofreció una visión matizada de la situación económica española, un país que crece por encima de la media europea, pero "desequilibrios evidentes”, señaló. Entre ellos mencionó la presión de los precios sobre los salarios, la elevada deuda pública -"una losa para generaciones futuras"-, la inmigración que abarata los sueldos y la dependencia del sector del turismo, "una gallina de huevos de oro, que como no cuidemos, se acabará".
Aunque reconoció que “la economía va muy bien”, mostró su preocupación por el contexto europeo en el que España se mueve. “Los países que tiraban del carro están gripados”, apuntó. “Reino Unido se ha ido del club, Alemania no puede tirar del carro, Francia vive en una inestabilidad constante e Italia arrastra una deuda mayor que la nuestra”, citó.

El economista citó varias veces el análisis de Mario Draghi sobre la burocratización excesiva como una de las grandes trabas de Eurpa. “Cada día salen veintitantos mil folios entre directivas europeas, leyes nacionales, autonómicas y ordenanzas municipales. Es imposible seguir el ritmo”, señaló. Denunció que este exceso normativo “convierte a la gente en funcionaria” y, como en el caso de los agricultores, “ya no se vive de lo que se vende, sino de la subvención. Es el mundo al revés”.
También se refirió al desafío migratorio, que calificó de “gravísimo”. “O pasan los tomates o pasan las personas”, resumió gráficamente. "Si se dice que no se va a dejar que pasen los tomates africanos, me parece muy bien, pero van a pasar las pateras. Cuando la gente ve cómo se vive al otro lado de la valla, acaba cruzando. Es lo que pasó con el muro de Berlín: el comunismo no cayó por apertura democrática, cayó por transparencia”, trasladó.
Para Pizarro, "necesitamos instituciones fuertes y una regulación mínima que no sea una losa sobre la economía”. Y advirtió sobre las consecuencias de la globalización para la industria europea. “Cada vez que usted compra un coche hecho en China, está generando riqueza en China y no aquí. Europa se está debilitando en un mundo que, con la globalización, se ha hecho cada vez más pequeño”.
El economista insistió en que las inversiones necesarias para mantenerse en la carrera tecnológica mundial son de una magnitud tal que ningún Estado puede asumirlas por sí solo. “Las inversiones que hay que hacer para no perder comba, para competir con Apple, Google o Facebook, son tan grandes que un país solo no puede”, afirmó. “O te integras en un área más amplia que sepa hacia dónde va, o te quedas atrás”.
Desde esa perspectiva, la pertenencia a la OTAN y la cooperación europea no son, en su opinión, una opción sino una necesidad estratégica. “España tiene intereses esenciales en África, Canarias, Ceuta, Melilla, Marruecos… todo ese sur global que empuja hacia Europa. Nuestras fronteras solo pueden protegerse si forman parte de un esfuerzo colectivo. Tú cuidas a tus aliados y ellos te cuidan a ti”.
PACTO ENERGÉTICO
En su intervención en Huesca, Manuel Pizarro abordó uno de los temas que más le preocupan: el futuro energético y la capacidad real de Europa, y de España en particular, para sostener su modelo de transición sin perder competitividad. “La energía no tiene problema, se puede hacer como se quiera”, afirmó, “pero hay que decidir qué país queremos ser”.
El economista desgranó los costes reales de cada fuente de producción y recordó que “la mitad del precio de la energía en España son tributos”. “Si tu energía es más cara, no puedes competir”, advirtió. Para Pizarro, el debate sobre las fuentes energéticas debe abordarse con realismo. “Si quitamos las nucleares y hemos quitado el carbón, nos queda el agua, que es solo un 10 %. Nadie quiere una central nuclear cerca, ni una térmica, ni aerogeneradores al lado de su hotel. Pero ¿usted quiere agua caliente o no quiere? ¿quiere competir en términos de sociedad de la información?, porque toda esa competencia con Google, Apple... acaba en un enchufe. ¿Usted tiene luz o no tiene luz ahí? No. Pues déjese de fantasías". explicó.

Respecto a las renovables, destacó su potencial pero también sus límites técnicos, ya que “no se puede regular una red con eólica o fotovoltaica, porque no sabes si habrá sol o viento. Mientras no se resuelva el almacenamiento, un país no puede exponerse a un apagón. Puedes tener un 30 o un 40 % de renovables, pero necesitas respaldo con agua, gas o nuclear”.
También criticó el cierre progresivo de las centrales nucleares en España, que calificó de “suicidio como país”. “Cerramos Teruel, Zorita, Garoña y pronto Almaraz, y en Cataluña no se cierran. ¿A qué estamos jugando?”, denunció.
Pizarro amplió su reflexión al contexto europeo, recordando que “las emisiones del continente representan solo el 9,8 % del total mundial”. “Desde Europa estamos queriendo salvar al 90 % restante, mientras otros siguen quemando carbón, como Estados Unidos, Australia, India, China o Alemania”, alertó.
"Esta es la reflexión de la energía y es una decisión en la que yo querría ver a los dos principales partidos puestos de acuerdo. Esto es un tema de competitividad nacional y es un problema de país".
POLÍTICA NACIONAL
Manuel Pizarro dedicó parte de su intervención a analizar la política nacional y la creciente polarización que percibe en la sociedad. “Es innecesario”, afirmó. “Dedicas toda la energía al contrario, en vez de a competir en un mundo que avanza a una velocidad tremenda”. "En lo esencial -consideró-, no hay tanta diferencia”, y citó sus experiencias en gobiernos autonómicos y nacionales, con ejemplos como el Estatuto de Autonomía de Aragón y encuentros entre figuras tan dispares como Fraga y Carrillo. “Si ellos fueron capaces de entenderse, ¿cómo no vamos a hacerlo hoy?”, cuestionó.
El economista insistió en que "más que el daño emergente siempre me preocupa el lucro cesante, o sea, lo que no haces mientras estás distrayéndose. Como decía Pío Cabanillas, que en la vida y en la política lo peor es equivocarse de enemigo, porque le estás dando al que no es y lo demás se te va libre. Mientras te dedicas a pelear con el que no es, otros se quedan con los datos de tus ciudadanos y llevándose de cada uno 20.000 euros al año o producen coches un 50 % más baratos que los tuyos”.
Manuel Pizarro cerró su intervención en Huesca reflexionando sobre los desafíos fundamentales de España y Aragón. Para él, la competitividad nacional comienza por un pilar esencial: el Estado de Derecho. “Hace tiempo un presidente me preguntó qué haría para que España compita. Le dije: la justicia. Sin un Estado de Derecho que funcione, no funciona nada”, aseguró. “La sociedad tiene que saber que la ley se cumple, y las leyes, cuanto menos, mejor; lo dice Drhagi también", apuntó. "Es la base de un país. Cuando eso se rompe, cuando alguien tiene que ir a exigir lo suyo en un tribunal y que se lo resuelven a los 10 años, eso ya no es un país que funciona", completó.
Otro reto clave es la energía. Pizarro insistió en que España necesita un suministro suficiente, barato y lo más respetuoso posible con el medioambiente. "Suficiente es que no haya apagones, que es que estamos hablado ya de eso -lamentó-, suficiente con los medios que quieras", insistió.
El sistema financiero ocupa también un lugar destacado, y se refirió al caso de Ibercaja, que presidió desde 1995 hasta 2004. "Gracias a un gobierno que nos ayudó y nos amparó y gracias a un equipo disciplinado, responsable y honrado, Aragón no ha perdido su caja, y tener un sistema financiero que lo haga bien y que compita es fundamental para un país", dijo, para la atracción de capitales, junto con el sistema económico.
En el ámbito autonómico, Pizarro se mostró optimista respecto a Aragón. Como expuso, “la comunidad lleva 30 años en esencia en la misma dirección, respetando lo que han hecho gobiernos anteriores, con sindicatos responsables y sin conflictos identitarios. Aragón acoge a todo el mundo y mantiene estabilidad institucional”. Señaló ejemplos de éxito como Aramón o Albarracín, donde se prueba que "con el tesón de los aragoneses se sale adelante. Se puede vencer la despoblación y hay que poner en valor lo que tenemos. Al final, queriendo se puede todo".
"Soy optimista, pero Aragón está dentro de España y España dentro de una Europa que va perdiendo capacidad, porque no es capaz de cabalgar el futuro. Está ensimismada, encantada de haberse conocido. Está encantada de que se vive muy bien, pero acabará siendo una reserva india, donde irá la gente como iba a ver a los navajos del río Colorado. Lo que queremos es ser protagonistas, no que la gente venga a vernos. Ya sé que se vive muy bien, que tenemos unos paisajes estupendos, pero además del turismo y de divertir a la gente, lo que tenemos es que estar en punta, y eso es, por supuesto I+D+i, abaratamiento de costes, un Estado de Bienestar que funcione y una certidumbre que deben dar las instituciones", culminó.