La Fira de Sant Medardo ha arrancado su 33 edición poniendo a prueba con sobresaliente su condición de escaparate de la "slow city", la ciudad consciente que se sobrepone a las adversidades en este caso climatológicas por la profusión de lluvia durante toda la tarde, en la que los cientos de asistentes se han visto obligados a desistir de las actividades al aire libre para concentrarse en el espacio expositivo interior del pabellón con la reconocida calidad agroalimentario de los productos de la localidad ribagorzana.
No hacía presagiar la inauguración del certamen a cargo de Francesc Boya, secretario de Estado para el Reto Demográfico, Alfredo Sancho, alcalde de Benabarre, y Marcel Iglesias, presidente de la Comarca de la Ribagorza, el desenlace que, sin embargo, aloja un balance positivo en lo que se refiere a las primeras impresiones en ventas de productos como el embutido, los quesos, las cervezas o los chocolates, entre otras referencias que otorgan justa nombradía al enclave benabarrense.
Sí se ha visto resentida la programación vespertina de las rutas ciclistas y de la prometedora demostración de los drones, abortadas por el momento. Al menos, ha sonado la música tradicional en un pabellón con un aspecto fantástico. Este domingo, si el cielo lo tiene a bien, se recuperará parte de la actividad prorrogada por la tempestad. Siempre hay un espacio para la calma "slow".