Mariano Mairal y Amalia Ultra son dos enamorados de la música y a su edad, 95 y 90 años, respectivamente, su pasión por este arte no ha ido sino en aumento.
A Mariano le conocerá mucha gente en Huesca, porque fue el fundador de la popular Carnicería Mairal, en 1956, en la calle Duquesa Villahermosa y lo fue también de la famosa Rondalla Sertoriana. Empezó a estudiar música a los 8 años, con el maestro Coronas Larré. Primero aprendió violín y, después, le cogió el gusto a la bandurria. "Tengo experiencia de años", sonríe con complicidad.
Tanto Mariano como Amalia se sentían felices, por haber podido compartir un buen rato de la mañana del sábado con el Coro de la Universidad Ciudadana. La formación musical, que dirige Isabel Arilla, ha visitado la Residencia de Personas Mayores Ciudad de Huesca, y la ha colmado con un repertorio en el que palpitaron La vida es bella, Alma, corazón y vida, Balaio, Dona Nobis, Zamba, Te quiero, Aqueras montañas y Días de Albaca.
Tal ha sido del agrado del público -exigente pero cariñoso-, que el bis ha durado casi tanto como la primera selección de temas: El brindis de Mozart, Banaha, S'ha feito de nuey y alguno más.
"Me ha gustado mucho, porque han hecho una polifonía ideal", ha asegurado Mariano Mairal al término de la actuación. También ha destacado la labor de Isabel Arilla. "Casi todas las orquestas y las corales suenan a lo que su director o directora es. Su espíritu es fundamental para que suenen con personalidad".
Mairal ha ejercido en esta vida como carnicero, pero asegura que, en realidad, con lo que ha disfrutado ha sido con la música, que "si se sabe interpretar y se sabe expresar, es algo que llega al corazón y al alma".
"La música tiene duende", proclama, y asegura con orgullo que tiene amigos en Huesca y fuera que han sido grandes músicos. "En la Sertoriana eran de muchísima talla, no había ninguno que no leyera solfeo, y la dirigía Santos Pueyo Laín".
Si Dona Nobis conquistó el corazón de Mariano, fue Alma, corazón y vida el himno que avivó el espíritu de Amalia. Esta navarra de Tudela, que residió 50 años en Jaca, no ha dudado ni un segundo en ponerse a interpretarla. Y después, una jota: "Aunque nevaba y llovía/ atravesé las Bardenas/pero como te iba a ver; me pareció primavera. "Son 90 años, no sé qué va a salir de ahí", se ha disculpado, señalándose la garganta.
Su timidez se ha desvanecido cuando el coro la ha invitado a entonar algunos compases, revelando el legado celestial que heredó de su madre, una voz que resonaba como la música de los ángeles.
Amalia y Mariano han compartido una sincera conexión con el Coro de la Universidad Ciudadana, al que con su emoción le han transmitido el poder transformador de la música y la capacidad de esta para unir generaciones y trascender barreras. En cada nota compartida, ambos han dejado una huella imborrable en el alma del coro, recordándole la belleza y la importancia de su arte.
UNA VIDA DE CALIDAD
Concha Oliván es la directora de la residencia y trabaja cada día, como el resto de empleados y voluntarios, "para que las personas, aunque sean mayores, tengan, en la medida de lo posible, una vida significativa, con un sentido" y de calidad, que no sea, simplemente, dejar pasar el tiempo a la espera del final.
Con esa idea, se organizan numerosas iniciativas y la música tiene una gran importancia. Además, todos los viernes hay tertulia con dulces que los propios usuarios del centro ayudan a preparar y la lista de actividades con terapeuta ocupacional es bastante larga.
"En la plaza hemos puesto un parque para gimnasia de personas mayores y aprovecho esta ocasión para invitar a todas las de Huesca a que vengan por aquí, porque lo queremos tener abierto a la comunidad. Y, como también tenemos una cafetería muy económica, puede ser una buena idea para pasar una tarde", plantea la directora.
Así, la residencia Ciudad de Huesca está aplicando un modelo de atención centrada en la persona, en lugar de ofrecer servicios estandarizados, se trata de responder a lo que las personas demandan: "A qué hora se quieren levantar, qué música les gusta, a qué hora quieren ducharse.... Estamos muy centrados en ellos. En este proyecto participa todo el personal, desde recepción hasta el médico y las limpiadoras", y procuran que sea lo más estable posible "para que no les atienda cada día una persona distinta" y puedan tener un referente en el que confiar. "Hemos tenido formación y acompañamiento -ha destacado-. Hay mucho interés en que los centros públicos demos una atención de la mayor calidad posible".
La residencia Ciudad de Huesca cuenta con 100 plazas que acogen a 78 residentes dependientes y 11 válidos. Además, hay espacio para 6 estancias temporales, para atender imprevistos que puedan sufrir personas que no viven en el centro y Concha Olivar pone un ejemplo: alguien que se haya roto la cadera y, tras la hospitalización, pueda permanecer un mes, con posibilidad de prórroga, para recuperarse un poco más antes de ir a su domicilio.
Asimismo, se han puesto en marcha dos unidades convivenciales, cada una con 14 plazas, en la planta sur, "que han quedado preciosas", asegura con orgullo. "Intentamos que la residencia no sea un lugar frío, un hospital, sino que los residentes se puedan sentir como en su casa". Y la verdad es que parecen haberlo conseguido.