La Catedral de Santa María del Romeral de Monzón acogió el primer gran concierto de la 34 edición del Festival Internacional en el Camino de Santiago (FICS) que organiza la Diputación de Huesca, con una de las propuestas más evocadoras y singulares de Capella de Ministrers, bajo la dirección del violagambista y musicólogo Carles Magraner: ‘Jaume I. Amors e Cansó’.
La prestigiosa formación valenciana desplegó una experiencia sonora única que fue mucho más allá de la mera interpretación de la memoria. Su actuación constituyó un ejercicio de arqueología musical cargado de emoción, que conectó con la tradición que requerían los libretos, haciendo buenas las principales intenciones de Capella de Ministrers, las de ofrecer “repertorios de gran belleza y profundidad, interpretados con instrumentos originales y una concepción escénica que invita a la reflexión”.
"El homenaje musical a Jaume I en Monzón adquiere un significado especial, ya que esta ciudad fue clave en la vida y formación del rey conquistador”, subrayaba Magraner, un simbolismo particular que sirvió para que el concierto de Monzón se convirtiera en una suerte de viaje al corazón de la Edad Media, a través de las músicas que pudieron haber acompañado sus días: Cantigas del rey Alfons X el Sabio y el Llibre Vermell de Montserrat para honrar a la Virgen María, y Crónicas de Trovadores de la Corona de Aragón con piezas selectas hasta llegar a puerto con el Cant de la Sibil.la. Todas sonaron únicas en Santa María del Romeral.
“Cada fuente musical aporta una visión y una sensibilidad propias. Destaco la profundidad de los textos y la belleza de las melodías, que nos permiten explorar temas universales como el amor, la fe y la búsqueda de sentido”, invitó Carles Magraner. Su estilo, definido como “riguroso pero cálido”, conecta con públicos diversos sin renunciar al más absoluto respeto por las fuentes y los contextos originales. Así, cada obra se convierte en una historia que revive, y en un estado de ánimo que se transmite con absoluta honestidad.
El público de Monzón aplaudió y valoró especialmente la mezcla de recogimiento y celebración, de viaje interior y comunión colectiva. En tiempos donde la cultura de la inmediatez acostumbra a imponerse, propuestas tan serias y cuidadas como ésta demuestran que la música antigua no solo está viva, sino que tiene mucho que decir (y que orientar) al tiempo contemporáneo.