Tras el golpe de estado del general Manuel Pavía, llevado a cabo el 3 de enero de 1874, el general Francisco Serrano encabezó el gobierno, dedicando todos sus esfuerzos a poner término a la guerra carlista. Sin embargo, el principal problema para el gobierno de Serrano estaba en el “partido alfonsino”, que acaudillado por Antonio Cánovas del Castillo, historiador, conservador, venía defendiendo la restauración de la monarquía constitucional en la persona del hijo de Isabel II, Alfonso XII, entonces cadete en la academia militar de Sandhurst (Inglaterra) y sobre el que había abdicado en 1870.
Junto al “partido alfonsino” había otros elementos jugando a favor del cambio. Así, la burguesía catalana, los círculos ligados al negocio con las colonias, especialmente con Cuba, y los cuadros alfonsinos del Ejército estaban por la restauración de la dinastía borbónica. Ciertamente, contra el parecer de Cánovas del Castillo de ir a la restauración monárquica por la vía legal, pero la historia se precipitaba pues sería el general Martínez Campos, quien el 29 de diciembre de 1874, proclamaba en Sagunto a D. Alfonso XII, acto que fue secundado por las demás guarniciones del país. El 31 de diciembre se constituía el llamado ministerio-regencia bajo la presidencia de Cánovas. El 9 de enero de 1875, era confirmado este gobierno por Alfonso XII, recién desembarcado en Barcelona.
La prensa en España se había convertido en un importante medio de comunicación, a pesar de las limitaciones técnicas, como eran la producción y distribución, junto con el alcance geográfico, pues solo las urbes de cierta identidad social y a pesar del elevado índice de analfabetos, aunque sus textos y noticias eran divulgados igualmente por vía oral en corros y tertulias, se había colocado al nivel de eficaz arma política. No era un poder en sí, pero constituía un importante vehículo de los partidos o grupos de presión. Su radio de acción, concentrado en las ciudades, era bastante mayor de lo que podía suponerse, pues con sus textos y logrando un nivel de calidad, se permitían ejercer una labor de arbitraje ante posibles polémicas políticas o en irregularidades electorales.
Cierto es que se entablaron grandes polémicas entre los periódicos de aquella época, hasta el punto que esto bastó para que se prolongaran por decenios, pero evolucionando constantemente algunos hacia una posición de meros instrumentos de propaganda de los partidos. Como excepción a esta tendencia, es conveniente destacar que los de mayor tirada no eran portavoces de partidos en sí, sino de grupos o bloques económicos, por no decir, de capas sociales de idénticos intereses.
En Huesca, Manuel Camo Nogués, el farmacéutico, periodista y político, tras colaborar en “El Alto Aragón” entre 1867 y 1869, fundaría el periódico “La Sinceridad”, para después hacer lo mismo con “La Montaña Aragonesa”, todo un periplo de experiencias y conocimientos de la tierra y las gentes altoaragonesas, hasta llegar a noviembre de 1875 en que funda “El Diario de Huesca”, haciendo constar en su editorial cómo hacía tiempo que contemplando la provincia postergada, había intentado apoyo y aprecio, siendo en aquellos momentos vencidas las dificultades y con la competente autorización, se planteaba ocuparse principalmente de cuanto en orden moral y material afectara al progreso y desarrollo de los intereses de la provincia de Huesca, saludando a los informativos “Eco de Huesca”, “Revista de 1ª Enseñanza”, “Asociación del Magisterio”, ofreciendo su colaboración para combatir la inmoralidad y el vicio.
Le duele a El Diario la postración en la que se encuentra el Alto Aragón por parte de la administración central: El abandono del contratista de las obras de la carretera a Francia por Sallent, por falta de cumplimiento y pago de la administración central. Los problemas de la carretera a Madrid a su paso por Huesca por falta de subasta de acopios. El retraso en la adjudicación de la subasta de las obras de la carretera de Barbastro a la frontera, los problemas de la carretera de Graus a Campo, denunciando a su vez, el retraso en el pago a los maestros, como algún destino del magisterio que no era muy correcto. Pero también le duele que los informativos nacionales que llegan a esta provincia “El Diario Español”, “El Siglo Futuro” y ”La Correspondencia de España”, los cuales informan con detalle que son más de 160 los pueblos de la provincia que aún no han recogido las cédulas electorales a escasos dos meses de las primeras elecciones que estaban programadas para el 20 de enero de 1876, que sería la primera legislatura, como el artículo en primera plana de “La Correspondencia de España”, en el que se da cuenta de como en la ciudad de Huesca el Ayuntamiento hace más de un mes que no se reúne.
Uno y otro son la gota que colma los deseos de salir en defensa de la querida y postergada provincia, afianzando más si cabe su signo y seña: “Por y para el Altoaragón”