La costumbre de los baños en aguas termales viene ya de antiguo y en Aragón tenemos numerosos vestigios romanos, entre ellos, antiguas termas romanas, algunas de las cuales traspasando los siglos llegaron a tener uso, debidamente reconstruidas y actualizadas llegaron hasta épocas recientes, muy especialmente en el siglo XIX, pues Fernando VII promulgó un real decreto por el cual creaba un cuerpo médico de facultativos y directores de baños en 1817, a la vez que ordenaba un censo de establecimientos.
Posteriormente tras la restauración borbónica en 1874 y al calor de la estabilidad política tras el Sexenio Revolucionario, con el fin de las guerras carlistas se abrió una gran etapa de esplendor para los balnearios, muy especialmente para los del sector termal, porque la difusión de las innovaciones de la segunda revolución tecnológica aplicadas a las prácticas hidroterápicas y mas una creciente influencia de la burguesía, atrajeron a capitales privados de tal forma que el negocio termal se convirtió en una actividad empresarial importante, y los balnearios en puntos de interés para los españoles que deseaban descansar y tomar las aguas de sus manantiales mineromedicinales, para fortificar así la naturaleza contra los ataques del invierno.
En el verano de 1895, se encontraba D. Manuel Camo Nogués, en aquellas fechas Diputado a Cortes por Fraga, agobiado por los calores y cansancio acumulado por su labor como Diputado, y, necesitando un descanso y rehabilitar su salud, decidió “Tomar las Aguas” (como se decía y hacía entonces) en los Baños de Arro en el Sobrarbe, conocidas sus aguas del manantial “San José” que era una toma en la margen izquierda del arroyo de Las Natas, con unas propiedades conocidas desde antiguo como prodigiosas, muy particularmente para curar las úlceras, establecimiento termal propiedad de D. José Otto Molina, cuyas aguas habían sido declaradas de utilidad pública por Real Orden del 17 de abril de 1886.
Año tras año, eran numerosas las personas que obtenían mejoras tras tomar “la novena” de sus aguas, pero también existía la costumbre (economía de muchos) de “doblar el baño”, es decir , tomar la “novena” en cuatro o cinco días, pues ya existían por aquellas fechas personas muy ocupadas o con el tiempo muy contado, como se dice ahora. En este caso se encontraba D. Manuel Camo que inició el viaje al balneario acompañado de su médico y amigo D. Pedro Laín, pernoctando el día 31 en Aínsa para el siguiente día 1 de agosto visitar con las autoridades el derruido castillo, interesando al Sr. Camo hiciera una gestión con Hacienda que era la poseedora, para que por medio de una subasta el pueblo pudiera llegar a obtener algún beneficio, así mismo atendió el ruego de gestionar ante el Sr. Vicario Capitular de Barbastro la inauguración del nuevo cementerio y que se pudieran comenzar las construcciones en el recinto.
Tras tomar “las aguas” (doblando), partió el siguiente día el Sr Camo acompañado del director del establecimiento el ilustrado joven D. Tomás Costa y del médico oscense Sr. Laín visitando las localidades de Gerbe, Griébal y Banastón departiendo sobre distintos problemas de estas poblaciones con las comisiones encargadas al efecto. Salieron a las siete de la tarde para Boltaña, haciendo el recorrido de siete kilómetros en carruaje, siendo recibidos en esta villa por D. Mariano Gazo Bielsa, recibiendo el Diputado a diferentes personas que le expusieron proyectos y peticiones para fomentar los intereses generales, hasta que se retiró a las doce a descansar.
El siguiente día, que era domingo, el Sr. Camo y sus acompañantes se dirigieron al templo para oír la santa misa que era oficiada por el párroco D. José Sanchón, antiguo amigo y condiscípulo del Diputado, con las autoridades locales y otros señores visitaron las obras en ejecución en el famoso paso o túnel denominado “Peña de Rufas” en la carretera de Jaca a El Grado por los Sres Bonsons y Campderrós a punto de terminarse. Por la tarde el Sr. Diputado estuvo dedicado en atender a varias comisiones de vecinos de distintas poblaciones del Sobrarbe que sabedores de su presencia, habían quedado de antemano para tratar con D. Manuel de temas locales.
A las tres de la madrugada los señores Camo y Laín dejaron Boltaña para comenzar un agotador viaje lleno de reuniones y entrevistas en Abizanda, Naval y El Grado, población ésta que se encontraba ante la disyuntiva de la traza de la carretera de Barbastro a Boltaña a partir de El Grado, con opiniones encontradas que consideraban que lo natural, según el ingeniero militar aragonés Mariano V. Sichar y Salas, era haber seguido la orilla derecha del Cinca aguas arriba; y haber cruzado este río, emplazando el puente de “El Grado” poco más alto de la ermita de Torre-Ciudad, así cruzando el Cinca se saldría a Ubiego, Secastilla y Peralta, llegando por llano a Graus sin perjudicar a La Puebla de Castro, como había ya expresado y publicado este Ingeniero en “El Diario de Avisos de Zaragoza”.
Finalizadas las vacaciones del Diputado en Cortes Sr. Camo, compartía con sus electores y lectores de su Diario, “Las fiestas y el buen sentido”, un titular que reflejaba la situación crítica que vivía la provincia entera y se hacía eco de lo manifestado por el Ayuntamiento oscense en su afirmación de que no era ocasión propicia para celebrar públicos regocijos cuando se estaban batiendo en Cuba por la patria nuestros hermanos.
Estas fueron las vacaciones entre aguas, baños, reuniones de trabajo, y problemas, de D. Manuel Camo Nogués, Diputado en Cortes, que algunos dieron en llamar el cacique oscense.