Un cuarto de siglo después, se publica 'Agua para los Monegros' con la historia de la transformación en regadío

El estudio de Gaspar Mairal y Castor Belío analiza diez pueblos de la comarca y apunta oportunidades perdidas y desafíos

Periodista
07 de Mayo de 2025
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José Ramón López Pardo, Gaspar Mairal y Castor Belío en la presentación de 'Agua para los Monegros'. Foto Mercedes Manterola
José Ramón López Pardo, Gaspar Mairal y Castor Belío en la presentación de 'Agua para los Monegros'. Foto Mercedes Manterola

Gaspar Mairal y Castor Belío recorrieron entre 1995 y 1996 Los Monegros a bordo de un Panda rojo con el encargo de realizar un estudio comparando el secano y el regadío. Ese trabajo se plasmó en el análisis de diez pueblos, que se ha publicado ahora en la Colección de Estudios Altoaragoneses con el título Agua para los Monegros, acompañado por el subtítulo Antropología e historia de la transformación en regadío, que permite comprender sus consecuencias tras 25 años.

La obra ha sido presentada este martes en el Instituto de Estudios Altoaragoneses por ambos autores, en un salón de actos repleto de público, acompañados por José Ramón López Pardo, ingeniero agrónomo del Estado, exdirector general del Iryda del Ministerio de Agricultura y exdirector del IEA, quien ha calificado de “excelentes” las conclusiones del trabajo. El acto también contó con la colaboración de Librería El Iglú.

Gaspar Mairal ha explicado que el objetivo era reflejar cómo el regadío había cambiado la realidad, y ha añadido que en el libro publicado se ha introducido un epílogo con una valoración actual, “viendo a posteriori cómo se han desarrollado las cosas y cuál es la situación final”.

José Ramón López Pardo, Gaspar Mairal y Castor Belío.
José Ramón López Pardo, Gaspar Mairal y Castor Belío.

Ha recordado que realizaron un gran trabajo de campo. “Pisamos Monegros de un lado a otro, nos entrevistamos con agricultores y creamos grupos de discusión, una parte muy fructífera del estudio. La gente estaba extraordinariamente motivada. También revisamos datos y documentación. Seguimos una metodología cualitativa”, ha indicado. En este punto ha remarcado el trabajo de Castor Belío: “Un antropólogo como yo no hubiera podido hacer su papel sin Castor, experto en agricultura y ganadería y un gran conocedor del terreno”, ha señalado, valorando la integración de ambas perspectivas.

El primer hallazgo fue que Monegros no respondía a la clásica dicotomía entre regadío y secano. “La realidad en 1996 era mucho más compleja, más mestiza. Había al menos cinco situaciones distintas que formaban esa unidad”.

Decidieron sustituir esa dualidad por cinco tipologías: secano sin expectativas de transformación, secanos en transformación, regadíos antiguos, nuevos regadíos y pueblos de colonización. De los diez pueblos que iban a analizar entre secano y regadío, al final se dividieron entre las cinco tipologías.

En secano sin expectativas de transformación se incluyeron Alcubierre, Monegrillo, La Almolda y Ontiñena. Secanos en transformación eran Bujaraloz y Candasnos, “donde todavía no había llegado el agua, pero veía la transformación como algo próximo y con preocupación por la inversión que requería”. En regadío tradicional se analizaron Robres y Lanaja. En nuevos regadíos, Sariñena con la zona de Lasesa, “el más moderno de entonces”. Finalmente, San Juan de Flumen como pueblo de colonización. “El libro cuenta con capítulos dedicados a cada uno y una visión global”, ha indicado Mairal.

Público asistente a la charla en el IEA.
Público asistente a la charla en el IEA.

La parte final del estudio recoge 38 conclusiones y recomendaciones. “En general, en Monegros hubo una economía de oportunidades, como el porcino, el trabajo asalariado en canales, acequias y otras obras; las subvenciones; la PAC; el ovino extensivo…, que han hecho que la economía de la zona haya sido mucho más compleja y variada que secano y regadío”, ha citado.

Otra conclusión fue que el nuevo regadío no aprovechaba todo su potencial. “Destacamos la necesidad de agroindustria, que hacía falta como el comer, y que apenas había. Fallaba el modelo cooperativo a gran escala. Los nuevos regadíos inducían a una organización empresarial, pero ese impulso tenía limitaciones: la primera, la garantía estable de agua, y la segunda, los requerimientos medioambientales. Detectamos una gran dependencia de Cataluña”, ha recordado.

Se plantearon ya entonces el futuro del secano y de la ganadería extensiva. Además, fueron puntos clave la modernización de los regadíos antiguos -“fundamental para el desarrollo de parte de Monegros”- y una mejor gestión del agua: “Gastar donde fuera productiva”, ha apuntado Mairal.

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También concluyeron que el regadío no atraía nueva población ni parecía funcionar como tractor para la juventud, aunque “el tiempo ha demostrado que sí retiene a la población existente”. Mairal ha añadido que “no se tenía muy en cuenta los recursos sociales, el papel de los jóvenes y las mujeres, la feminización que debía darse”. Además, destacaron la necesidad de ordenar los recursos naturales y establecer regulaciones dentro del sistema. Reclamaban también un pacto territorial entre el llano y la montaña. “Ya no político, con el Pacto del Agua, sino entre territorios y poblaciones, que no se ha dado, aunque ha habido ajustes que han mejorado esta cuestión”, ha considerado.

“Proponíamos ver Monegros en su conjunto, con todas sus diferencias, y analizar si los modelos de desarrollo seguidos debían ser reactualizados. Creo que se ha hecho a través de distintas actuaciones”, ha concluido Mairal.

Castor Belío, por su parte, ha echado una mirada al presente tras la modernización. “El agua se sigue consumiendo. La discusión es si se gasta más o menos, pero lo que sí se hace es emplearla mucho mejor. El rendimiento del agua es importante”, ha destacado. “También ha fijado población, aunque el incremento es complicado, porque mucha mano de obra nueva en el campo es inmigrante. A las granjas llegan furgonetas de Huesca y Zaragoza”, ha apuntado. “Pero sí ha fijado población, y los centros comerciales como Sariñena han tenido un crecimiento importante”. También se ha referido al crecimiento de la agricultura a tiempo parcial, con gente “buscándose la vida por otro lado”.

Imagen de la charla de Gaspar Mairal y Castor Belío.
Imagen de la charla de Gaspar Mairal y Castor Belío.

El técnico ha lamentado que la administración autonómica perdiera una gran oportunidad de reforestación. “Aprovechando la concentración parcelaria, podría haber hecho manchas verdes. Las zepas están muy bien, pero ha sido un fallo muy grande que aún se podría remediar, aunque es difícil”, ha planteado.

Belío ha mencionado también el crecimiento del almendro, el olivo e incluso el pistacho, “casi todo con capital de fuera”, algo que crea incertidumbre. “Sigue fallando la agroindustria, que podría generar la llegada de población y dejar valor añadido”, ha afirmado. También ha lamentado la desaparición del ovino: “En Alcubierre, Robres… había 20.000 o 30.000 ovejas en cada pueblo. Ahora, por la falta de mano de obra y porque la carne no se consume, el rebaño estable se ha perdido. Es una gran pena, porque ahora el ovino sería feliz como una perdiz en Monegros”.

También ha apuntado como solución para el regadío las placas solares para el riego y la gestión de los residuos de purines. En cuanto a la PAC, ha lamentado que “es algo muy complicado. Ya sería difícil una PAC solo para España, pues para toda Europa... Pero una cosa es no hacer todo y otra no hacer nada, y estamos en el momento de no hacer nada”.

Público en la charla en el Instituto de Estudios Altoaragoneses.
Público en la charla en el Instituto de Estudios Altoaragoneses.

Sobre la siembra directa, ha señalado: “No ha crecido todo lo que se esperaba. Está la espada de Damocles del glifosato. Tendrán que inventar otro para matar las hierbas, pero no sale de momento”.

Belío ha reconocido el esfuerzo “potentísimo” de la Administración. “Lo importante es que hay agua en Monegros”, ha dicho. También ha elogiado la inversión de los agricultores, aunque ha alertado sobre el problema de la sucesión. “Es complicado”, ha considerado.

Tras la charla, en el coloquio con el público, José Antonio Cuchí ha abogado por una segunda parte del libro con ayudas del IEA, y José Ramón López Pardo ha recordado que el Instituto soñaba con inspirar el desarrollo del Alto Aragón. “Este tipo de trabajos, pese a que ha tardado 26 años en publicarse, podía haber sido una orientación. Es bueno que el Instituto pueda contribuir a marcar líneas sobre las tendencias, oportunidades y amenazas del sector agrícola y otros muchos, como el transporte ferroviario, que posiblemente no tienen una guía institucional clara”, ha concluido.

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