Daniel Villanova: "Siempre he considerado la inmigración una suerte"

El humorista francés con raíces españolas representa en Huesca su primer espectáculo en castellano, El Franchute, donde mezcla humor, memoria y crítica social

12 de Septiembre de 2025
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Daniel Villanova. Foto Myriam Martínez
Daniel Villanova. Foto Myriam Martínez

"La inmigración para mí siempre ha sido una suerte", afirma Daniel Villanova con la misma naturalidad con la que arranca una carcajada del público en sus actuaciones. Humorista consagrado en Francia, su país, desde hace más de cuatro décadas, Villanova afronta ahora un reto que lo emociona y lo desafía: llevar por primera vez al escenario un espectáculo escrito e interpretado en castellano.

El Franchute no es solo una comedia cargada de ironía y surrealismo, sino también una reflexión sobre la memoria, la inmigración y la actualidad política en Europa.

"Soy de abuelos españoles, en parte de Aragón, también de Tortosa y de Valencia", comenta. Su abuela Benita de la Torre nació en Daroca y su abuelo José Albuixech en Canals (Valencia). "Se casaron en Francia, y allí crecí yo, bilingüe en español y francés". Esa herencia lo acompaña en su vida personal y en su carrera artística, marcada por la doble mirada de quien nunca deja de sentirse extranjero en algún sitio.

La primera ocasión para estrenar en España este giro a su carrera llegó en la Biblioteca Ramón J. Sender de Huesca, donde compartió escenario con Claude Llena, autor de De un exilio a otro, y con la coordinación de la directora de este espacio, Arantza Añaños, que facilitó la programación cultural del acto. Tras la presentación del escritor, Villanova ofreció el contrapunto con un humor lúcido y mordaz, inaugurando así en Aragón un camino que espera prolongar por otras ciudades del país.

Daniel Villanova, Arantza Añaños y Claude Llena. Foto Myriam Martinez
Daniel Villanova, Arantza Añaños y Claude Llena. Foto Myriam Martinez

El paso al castellano maduró durante años. "Siempre me decían: ¿por qué no montas aquí lo que haces en Francia? Y yo contestaba: lo tengo pensado, pero no tenía contactos ni empresarios", confiesa.

La oportunidad llegó en Cádiz, donde es socio de una peña carnavalesca que organiza actos culturales semanales. Allí se animó a programar su primera función en España. Una amiga de Soria, al saberlo, lo invitó al casino de su ciudad. "De pronto tenía dos fechas, y entonces sí valía la pena hacer un esfuerzo, escribir algo nuevo".

Ese empeño cristalizó en un texto de una hora y cuarto, ensayado con disciplina junto a su compañera, Carmen. Como en sus espectáculos en francés, Villanova juega con el humor absurdo y el relato autobiográfico: "Nací prematuro y como no había incubadora libre me pusieron en una cooperativa de vinos", bromea. A partir de ahí construye un personaje entre lo real y lo inventado, navegando entre realismo y surrealismo, su marca personal desde los años ochenta.

En ese vaivén de ficción y recuerdos también aparece su abuelo, "un cachondo mental" que siempre tenía una broma lista. Y, por supuesto, la comparación entre Francia y España: "Digo que en los años cincuenta Francia era un país tan avanzado que hasta los embarazos duraban menos. Los niños no veíamos el momento de llegar para participar en una sociedad tan maravillosamente moderna".

"Un pueblo asustado es más manso, es más fácil de gobernar"

Pero detrás de la risa late un trasfondo. Villanova reconoce que en El Franchute se cuelan reflexiones sobre la inseguridad, la inmigración y la política: "El humor me sirve para hablar de todo eso, pero sin dar lecciones". Y cuando se le pregunta directamente por la actualidad, responde con contundencia: "Hoy en Francia se alimenta un miedo desproporcionado hacia la inmigración, se olvida la historia y se busca un chivo expiatorio. Un pueblo asustado es más fácil de gobernar".

Daniel Villanova se define con una visión "socialista libertaria de la sociedad", que busca un modelo más generoso, libre y de confianza. Critica el sistema capitalista liberal por fomentar el miedo y utilizar chivos expiatorios para mantener el control, lo que, según él, genera desigualdad y facilita gobiernos autoritarios. Como afirma, "un pueblo asustado es más manso, es más fácil de gobernar".

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Señala que, en Francia, la izquierda está debilitada y atacada mediáticamente, mientras que la extrema derecha encuentra espacio para crecer.

Al comparar ambos países, Villanova reconoce avances progresistas en el país ibérico: el aumento del salario mínimo, medidas educativas y decisiones diplomáticas valientes. Señala que "se han hecho cosas", y las valora como un enfoque más equilibrado frente a la gestión desigual de la riqueza en Francia. Aun así, insiste en que siempre es necesario criticar y vigilar a los gobiernos, porque la libertad y la justicia social requieren compromiso constante y acción ciudadana.

Con El Franchute, Daniel Villanova se lanza a un nuevo comienzo: volver a ser "un desconocido" en el escenario, pero en la lengua de sus abuelos. Un regreso cargado de humor, memoria y crítica, donde cada carcajada abre también la puerta a la reflexión.

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