Diversario estrena con llenazo en el Olimpia "No hay errores", el documental que ilumina los entresijos de "Normal"

La película cuenta cómo se desarrolló el primer proyecto escénico propio del festival

03 de Mayo de 2024
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Estreno de "Sin errores" en Diversario 2024. Foto Myriam Martínez
Estreno de "Sin errores" en Diversario 2024. Foto Myriam Martínez

El estreno del documental "No hay errores", dirigido por Alfonso Palomares y Gonzalo García de Nómada Producción, sobre la creación del espectáculo teatral "Normal", se ha convertido en uno de los momentos estelares de la quinta edición de Diversario.

La proyección ha sido todo un acontecimiento social en la ciudad. El patio de butacas del Teatro Olimpia se ha llenado, se han vivido muchos momentos de gran emoción y tampoco han faltado las risas. Además, ha actuado la orquesta infantil del Conservatorio de Huesca y del grupo de música de la Asociación Down, que han aportado su granito de arena a esta fiesta de la inclusión.

Entre otras autoridades, han acudido la consejera de Servicios Sociales, Carmen Susín, la concejala del área, Marta Escartín, el diputado Antonio Biescas y el concejal Fernando Sarasa, entre otras.

Alfonso Palomares. Foto Myrim Martínez
Alfonso Palomares. Foto Myrim Martínez

"No hay errores" narra los entresijos del primer taller de artes escénicas y la primera producción de Diversario. La cámara siguió a sus 23 participantes, 23 desconocidos entre sí, con y sin discapacidad, que en apenas unos meses de roce montaron un colosal hogar escénico.

"Como todo el proyecto era nuevo en sí mismo, era la primera vez que se hacía, nos cogió un poco desprevenidos, porque enseguida me di cuenta de que el proceso iba a ser lo más importante y lo más interesante. Es verdad que, posteriormente, el espectáculo, dadas las condiciones generales de producción, me dejó muy satisfecho y fue emocionante, pero creo que no estuvo a la altura de todo el desarrollo", explica Alfonso Palomares, que agradece especialmente a Gonzalo García su "esfuerzo sobrehumano" y su generosidad con su tiempo. "Vino inicialmente para dos días y al final fueron cinco".

EL CASTING

"No hay errores" explica la dinámica de la propuesta, comenzando por el cásting, del que derivó la formación del extenso grupo. "Es muy interesante porque se ven muchos ensayos y correcciones. Se puede observar a la gente, sus comentarios, cómo van evolucionando. Incluso, las familias hablan de lo que ha supuesto el proyecto para los miembros que participaron. Es muy emotivo. Lo veo y me parece que todavía se queda un poco corto, pero aun así funciona, está genial."

Algunos de los protagonistas de "Normal". Foto Myriam Martínez
Algunos de los protagonistas de "Normal". Foto Myriam Martínez

Alfonso Palomares detalla que el cásting, al que se presentó muchísima gente, fue, precisamente, el momento más difícil. "Como soy actor, no quería hacer enfrentarse a la gente a un tribunal. Estuvimos dos horas haciendo ejercicios colectivos para que yo fuera conociendo, más o menos, a la gente Lo más complicado de este proyecto es qué criterios de valoración sigues a la hora de elegir, porque, si si haces una obra que ya está escrita, ya sabes qué necesitas; pero en este caso la obra estaba por escribir".

Se encontró con un grupo variopinto de gente de distintas edades, físico y capacidades, y quiso dejarlo muy claro desde el principio. "En el cásting les dije: oye, si no salís elegidos, que nadie piense que es por su falta de talento o por la discapacidad que tiene. Vamos a elegir un grupo que que creemos que funciona", y pasaron días y días decidiendo sobre la gente a la que habían visto.

Alfonso Palomares se dejó guiar por su intuición. "Me fío mucho de ella -reconoce-, aprendemos y creo que nuestro cerebro de atrás es más rápido y con más capacidad que el de adelante, y toma decisiones cuando tú estás todavía deliberando".

"Y es una lástima -añade-, porque hubo mucha gente muy válida, muy interesante, que se tuvo que quedar fuera. Y eso que, en principio, estaba previsto que hiciéramos una obra de teatro más más lógica, con 6 u 8 personas como máximo, y nos quedamos con 22. Me decían: estás loco, eso no puede ser. Y claro, es que de eso va el montaje, de estar loco".

Lleno hasta la bandera en el Olimpia. Foto Myriam Martínez
Lleno hasta la bandera en el Olimpia. Foto Myriam Martínez

Todas las personas elegidas le fascinaron por algo e, incluso, superaron sus expectativas. "Me dan las gracias y yo les digo: no, gracias a vosotras; porque han sido muy generosas y eso es muy importante. Estar en el escenario es un momento violento, te enfrentas a un público y es muy humano sentir que vas a hacer el ridículo, que no puedes fallar, que tienes que hacerlo bien".

Pero Alfonso Palomares supo darle la vuelta a la situación y logró que disfrutaran de la experiencia. "Les decía que hicieran una cosa y la hacían con los ojos cerrados. En el caso de Pilar, por ejemplo, que no tiene visión, más todavía -bromea-. Han confiado en mí y yo he ido aprendiendo de de todos y cada uno de ellos y cada una de ellas. Me han sorprendido y lo siguen haciendo a día de hoy, porque el espectáculo está vivo, porque hay mucha improvisación".

UNA LECCIÓN DE VIDA

"He aprendido una lección muy grande, que supongo que ya intuía, pero aquí se me ha puesto en en los morros -insiste-. Y es que, aunque el espectáculo vaya sobre la normalidad y explique constantemente que la singularidad es más interesante, tenemos siempre muchas más cosas en común que las que nos diferencian. Y el ser humano está emperrado en fijarse solo en las que nos diferencian. Aquí había gente de diferentes edades, condiciones, ideologías, formas de entender la vida, y ha sido un grupo que no se ha juzgado, al revés, se ha unido. Y eso ha sido un aprendizaje maravilloso".

En opinión de Alfonso Palomares, una de las claves del éxito del espectáculo Normal es que la propuesta escénica situó a todos los participantes "en la misma tabla" y les ha "enfrentado a sus problemas", independientemente de las condiciones y aportación de cada uno. 

Por otro lado, tenía muy claro que no se trataba de hacer una actividad con fines terapéuticos, sino una obra de teatro que se pudiera representar en el Teatro de las Esquinas de Zaragoza, en Madrid o cualquier otra ciudad. "Efectivamente el teatro es terapéutico, pero para todo el mundo, no sólo si tienes un Síndrome de Down, o una parálisis cerebral. Lo es para mi, porque vuelco todos mis miedos e inseguridades, y me supero a mí mismo. Lo que me he encontrado, creo que de una forma natural, es con los mismos problemas que cuando dirijo un espectáculo con actores y actrices profesionales, porque también tienen sus bloqueos, sus carencias. A algunos actores les cuesta ser más cómicos, a otros ser más dramáticos, y yo tengo que bregar con eso, y en este montaje ha sido exactamente lo mismo. Hay gente a la que le cuesta repetir una frase, también me pasa con actores profesionales. Y dejas de pensar si tiene o no parálisis cerebral".

El domingo se van de gira a Boltaña y quizá en otoño, a Sabiñánigo, después de un reencuentro que a todos les ha hecho muy felices. "Todos tenían muchas ganas de verse, de hecho, fue un drama cuando dejamos de quedar los miércoles  -comenta Alfonso Palomares-. Ahora, como ya lo hemos hecho, lo hemos estrenado, se han quitado todos los miedos y encima al público le ha gustado, van relajados y llega mi segunda parte del trabajo, que no nos confiemos, porque el público siempre se merece lo mejor de ti".

Palomares estaría encantado de dirigir un nuevo proyecto, pero, subraya, depende de que Cadis Huesca, organizadora de Diversario, quiera seguir apostando por producciones propias y cuente con él. 

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