En una explosión de nostalgia y vibrante energía, Escoria Oriental regresó triunfalmente para hacer brillar a toda una generación de oscenses en la mítica sala Edén. La noche del viernes 23 de febrero quedará de nuevo en la memoria colectiva como una jornada muy especial, con el cartel de completo como testigo del fervor que despierta esta banda cada vez que actúa.
Desde los primeros acordes, la audiencia fue transportada a la época dorada de los 80. El "Reagee de los Monegros", resonó como un himno que todos corearon al unísono, reavivando el espíritu vibrante y rebelde de la juventud. "Aragón también tiene sed" se transformó en el grito de guerra de la noche.
La escena vibraba con la interpretación de clásicos como "Motín en la cárcel de Huesca" y "Esta chica tiene visiones". La mítica "La muñeca está muerta" y "Purulento el grano salpicó al espejo" también fueron coreadas como una sola voz.
La banda, ahora con nuevos integrantes, logró una fusión perfecta con aquellos que ya habían dejado su huella musical en las noches del Jai Alai. Fernando Lleyda en el saxofón, Germán Lobato, en la trompeta, Lorenzo Burrel, en los vientos, Faustino Cortes, al teclado, Chicho Gobantes, en la guitarra, Roberto Aquilué (Quiri) en la batería, Marco Zaragoza, en el bajo, y las potentes voces de Kike Lera y Jorge López, formaron un conjunto imparable.
Caras conocidas de las noches del Chupitos, del Arkanos o del Cubitos se unieron para revivir aquellos momentos en los que daban saltos al ritmo inconfundible de la Escoria Oriental. La complicidad entre la banda y su público creó una atmósfera única, donde el tiempo se detuvo y la música se convirtió en el hilo conductor de una noche llena de emociones.