Cada fotografía tiene su historia y cada una de ellas traslada al que la observa a otro momento de su vida, a rememorar personas y vivencias, a veces con alegría y otras con tristeza, pero es difícil quedarse indiferente ante la propuesta que este año hace el fotógrafo Víctor Ibáñez Puerta en el Centro Cultural Manuel Benito Moliner. Lo mejor es compartir lo que sugiere cada imagen para participar en este juego que ha planteado el autor, y si se tiene la suerte de coincidir con él, conocer el interesante trasfondo de cada una de las imágenes.
“Gente de aquí” es el título de la exposición que permanecerá abierta hasta el 28 de agosto con 100 fotografías y una proyección con unas 500 más, todas ellas tomadas entre finales de los 70 y principios de los 90.
Nada más entrar en la sala de exposiciones del Benito Moliner, el visitante se traslada a otra época con un bonito juego de luces que resaltan las imágenes todas ellas en blanco y negro de cientos de personajes que forman y han formado parte de la historia de Huesca. Entre ellos, Victorino Solanes, Enrique Güerri, Marieta Pérez, Mariano Sampietro, Ángel Sanagustín, Toño Riva, Escoria Oriental, Antonio Angulo, Ramón Justes, José Manuel Porquet, Bernabé Cuello, Maite Cortina, José María Borrel, Rosa Casals, José Luis Laguna, Ángel Orensanz, Rafael Ayerbe, Javier Brun…
El fotógrafo de prensa con una larga trayectoria siguiendo la actualidad explica que, tras dos años sin realizar exposición por la pandemia, en este 2022 quiso cambiar el enfoque de la muestra, que antes se fijó en la fiesta y la evolución de la ciudad. “Hemos cogido la parte para mi más interesante que es la gente, cómo se divierte, cómo vive, cómo está en Huesca”, explica. “Decidimos llamar a la exposición Gente de aquí -agrega-, gente de Huesca, que todo el mundo más o menos conoce, una gran mayoría está en la memoria" de los oscenses, "en el recuerdo o en el presente”. Las imágenes están tomadas entre mediados de los 70 y prácticamente los 90, “aunque con alguna excepción, ya que por motivos diferentes las hay más cercanas, porque había gente que por la pandemia nos faltan, y yo los quería tener aquí”. “Y de eso se trata, de que la gente recuerde, con tristeza a veces y la mayoría con una mirada dulce”, resume.
Víctor Ibáñez no ha querido centrarse en políticos, artistas o empresarios. “Hay de todo. No pensaba que cien fotos daban para tanto, pero sí. Me ha costado bastante buscar las diferentes que quería tener, pero al final creo que ha salido muy bien, bastante compensada, con mucha gente que la mayoría conoce”. Para preparar esta exposición, el autor ha manejado, después de seleccionar lo que buscaba, más de 10.000 fotos. “Hubo que hacer una criba grande hasta llegar a 600 fotos que son las que hay aquí. Cien más las que hay en la proyección”, apunta.
Otra de las cuestiones diferenciadoras con respecto a otras exposiciones, explica Víctor Ibáñez, es que no ha querido poner ni el año en que se hicieron las fotos, ni cartelas con los nombres. “Hemos querido hacer una especie de juego para que la gente que está viendo la exposición pueda interactuar y comenten”, algo que está resultando “muy interesante. Se monta una pequeña complicidad entre los observadores que es muy divertida. Se genera amistad y unión entre quienes están viendo la exposición”, asegura.
Al autor le cuesta elegir entre las imágenes, pero echando una mirada alrededor se atreve a destacar alguna: “La del auxilio social, con indigentes esperando que les pongan la comida; retratos divertidos de políticos, que tienen fuerza; a la de Marieta Pérez le tengo mucho cariño; la de Ánger Orensanz que está hecha en su sinagoga de Nueva York; y me gustan mucho y me llaman más la atención las fotos donde sale gente que yo he conocido y que ya no está, algunos de forma anticipada se han ido y no deberían haberse ido tan pronto”, lamenta.