"Retales y remiendos", obra dramática cuya autoría es de Arantxa Sanchís, fue magistralmente interpretada por el elenco de actores del grupo universitario teatral En Obras y dirigida por Imma Cáceres en un despliegue extraordinario de sensibilidad, saber hacer y dirección de actores.
Al grupo de felicitados debía añadirse también el equipo técnico de iluminación y sonido, que proporcionó calidad y calidez a un espacio que trascendió las propias tablas del escenario para invadir el patio de sillas plegables, a falta de butacas, haciendo del público actor también de este evento; en ocasiones seguía los diálogos con un silencio envolvente, en otras estallaba en aplausos acompañando los mutis.
La estructura de la obra es, aparentemente, simple. Unos cortos proyectados iniciaban cada uno de los breves contenidos dramáticos: una escena de película, unas tomas de una cámara de filmar familiar, unos planos de archivo… Y, tras cada uno de ellos, una escena. Una abuela que quería que su nieta hiciera la primera comunión vestida de reina y no con un hábito de religiosa; dos primos que se encontraban en un maizal (él huyendo de la represión; ella llevándole sustento); unas monjas debatiendo el acto "misericordioso" de robar un bebé; dos exiliados republicanos en un campo de concentración francés tratando de escribir unas líneas; unos obreros en una casa de campo intentando adivinar qué esperaban tras la amenaza del golpe del 24 de febrero; o la visita, en vísperas de la muerte del dictador, de una madre a su hijo preso.

Y así hasta un total de ocho momentos-impacto. Adelante y atrás en el tiempo. Escenas que se unían y daban un final que las enlazaba: tras las siempre impactantes imágenes de recuperación de restos en fosas comunes, veíamos a una jovencita actual (la acción se situaba en 2020 en esta ocasión) que sacaba de su mochila unos objetos (objetos reconocibles por su protagonismo en otros momentos escénicos) y elaboraba con ellos una especie de altar laico.
Y, mirando a cámara, en grabación de un story para redes, explicaba a sus seguidores que ella había cumplido su reto de memoria, indicando la esencia de cada objeto y solicitando continuar en el empeño.
La obra terminaba con todo el elenco, en sensible pose gráfica, arropando a esta joven y rodeando el altar de la memoria.