Herodes el Grande (Ediciones B) fue un personaje complejo y contradictorio, un rey autocrático y a la vez vasallo de Roma, cuya ambición y habilidad política le permitieron ascender desde una posición marginal hasta coronarse como rey de los judíos, enfrentándose a la desconfianza de su pueblo y navegando en un mundo lleno de intrigas, traiciones y luchas de poder.
José Luis Corral ha acudido a la 53ª Feria del Libro de Huesca con dos libros que dialogan desde extremos distintos del tiempo: El amor y la muerte y Herodes el Grande, dos títulos que, como dos espejos enfrentados, proyectan desde distintas épocas la idea de la historia como novela y la novela como forma de pensar la historia.
Corral escribió El trono maldito junto a Antonio Piñero, “el máximo especialista en España en los tiempos de Cristo y de los primeros cristianismos”. Publicada por Planeta en el año 2000, la novela se presentó en un congreso en Marruecos, donde ambos autores decidieron escribir una precuela.
“Nos apetecía mucho porque además la historia era fascinante”, explica Corral. Herodes es una figura tan manoseada como mal entendida, triturada por siglos de leyenda religiosa. Hay muchas menciones, observa el autor, pero ninguna gran novela que lo retrate en toda su complejidad. Faltaba un relato de largo aliento que lo mostrara con cuerpo y matices.
Hace unos tres años comenzaron a escribir esta novela que llega diez años después de El trono maldito. Corral reconoce que está satisfecho con el resultado.
En una de las primeras revelaciones que lanza durante la conversación, Corral desmonta sin ambages el episodio más conocido de Herodes: “La matanza de los inocentes jamás ocurrió”. Algunos lectores, dice, se han sorprendido: “¡Pero bueno, que no está la matanza de los inocentes!”. Y es que esta es una novela histórica -recalca- muy histórica. “Ese episodio es absurdo. Se lo inventan los cristianos, no existió jamás. Herodes jamás ordenó matar a los primogénitos de los hebreos”.
La clave, según explica, está en las profecías del Antiguo Testamento. Profetas como Elías o Jeremías anunciaban una matanza, de la que debía salvarse el Mesías. Como ese episodio no se dio, los evangelistas lo imaginaron para que encajara en el relato teológico.
Herodes, subraya, es mucho más interesante de lo que permite ver esa escena ficticia. Es un personaje con todos los ingredientes de un drama contemporáneo: ambición, poder, conspiraciones, lealtades cambiantes, violencia. “Parece una novela de ahora, aunque está ambientada en el siglo I a. C.”.
La política de corte, las intrigas palaciegas, las fabulaciones mediáticas, la corrupción... todo eso ya estaba allí. “Lo que vemos hoy en España o lo que pasa entre Elon Musk y Trump, esos pulsos por el poder, esa tensión…”.
Para José Luis Corral, no hay un solo Herodes, sino varios. Está, en primer lugar, el Herodes joven: ambicioso, hábil y oportunista, dispuesto a escalar posiciones en un tablero político dominado por Roma. Supo cambiar de alianzas con una facilidad pasmosa, pasando de apoyar a los cesarianos a alinearse con los anti-cesarianos, y viceversa.
Primero fue partidario de Marco Antonio y luego se convirtió en aliado íntimo de Octavio Augusto, enemigos irreconciliables del segundo triunvirato. Un camaleón político que se adaptó a las circunstancias sin perder el horizonte del poder.
Después aparece el segundo Herodes, el que recibe el Reino de Israel de manos de César Augusto y transforma ese legado en un régimen autocrático. Por un lado, impone su autoridad en las regiones fronterizas; por otro, actúa como vasallo sumiso de Roma. Esa doble cara, inevitablemente, le granjeó el rechazo del pueblo judío.
El autor agrega que Herodes convirtió Jerusalén en una ciudad casi romana, instala un águila imperial en el templo y adopta símbolos que provocan repulsa entre sus súbditos. No era del todo judío: su madre era árabe, su padre idumeo, procedente de una tribu fronteriza.
Desde esa posición marginal, escaló con determinación tanto en lo social como en lo político, hasta coronarse rey de los judíos. Lo hizo en contra de casi todos, pero como tantos líderes con instinto de supervivencia, supo navegar en aguas turbulentas y alcanzar su objetivo final: el trono de Israel.
EL AMOR Y LA MUERTE
Corral también ha comentado que siente mucho cariño por El amor y la muerte, un libro que publicó con Algaida en el año 2009. “Fue mi última novela con esta editorial, pero en su momento ni se presentó ni hubo promoción”.
Los editores de Pregunta, un pequeño sello aragonés, pero “muy combativo y muy brillante”, le preguntaron si quería publicar con ellos. Algaida ya no tenía los derechos y la edición estaba agotada. Le pareció fenomenal y una oportunidad para ayudar a la industria editorial aragonesa.
Explica que se han hecho algunas correcciones y que ha resultado una edición muy bonita. Salió hace dos meses. “Tiene ya quince años, pero me parece que cobra una nueva vida”, apunta.
El amor y la muerte es una novela sobre una época fascinante: principios del siglo XII, y en concreto sobre dos personajes históricos que tienen una historia de amor apasionante y, a la vez, trágica, “una historia de amor propia de las tragedias griegas, un amor impresionante que conmovió al mundo”.
Abelardo era el gran maestro de filosofía de la escuela de París; Eloísa era su alumna aventajada, una mujer muy lista. “Había bastante diferencia de edad entre ellos, más de 20 años, pero se encendió la llama del amor. Era una relación que en aquel tiempo era prohibida, y acabó muy mal; no por ellos, sino por todo el ambiente. Es decir, dos amantes que combatieron con el amor a su tiempo… y que perdieron”.