Juan "el bardo" Campoamor, de ingeniero cubano a músico callejero de paso por Huesca

A los 40 años decidió dar un giro a su vida y dedicarse a lo que más feliz le hace

14 de Abril de 2023
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Juan "el bardo" Campoamor, de ingeniero a músico callejero

Juan "el bardo" Campoamor no ha sido siempre un músico callejero. Estudió una carrera en su país, Cuba, y después se vino a España para ejercer como ingeniero. Pero no le funcionó. "El tiempo en el que me dediqué no fue placentero, era más bien algo burocrático", señala, y comprendió que aquello no le interesaba. "Era tanto deseo, tanta furia por conservar un puesto, que la energía se perdía en eso".

"Un día me di cuenta de que el tiempo es oro, que tenemos el que tenemos y hay que hacer cosas". Por eso, finalmente, tomó una decisión "adulta": que iba a dedicarse a lo que le gustara y le hiciera feliz. Y comenzó a estudiar guitarra. Tenía 40 años. 

Este jueves se le ha podido ver tocando en Huesca, en el Coso Alto, con su guitarra, un micrófono y un altavoz, en un sencillo escenario que siempre prepara para marcar la diferencia. Porque Juan "el bardo" Campoamor no es un mendigo, no vive en la calle, es un artista. Y la línea es muy fina.

Y poco más a su alrededor, una botella de agua, un carrito con sus enseres personales y la funda de la guitarra llena de cedés con sus grabaciones, que como aparece rotulado se pueden pagar por bizum.

"Cuento historias, historias que remueven conciencias y llegan a los corazones, que hacen reñir o invitan a bailar, que emocionan, historias mías, escritas desde el alma, y temas de otros, interpretados desde el respeto y el corazón". Ésta es su "tarjeta de presentación", unas palabras impresas en un pequeño folleto en el que se ofrece también para cantar en diferentes tipos de eventos y anuncia su repertorio.

Tiene su casa en La Rioja, donde vive con su mujer y su perrita. Es su punto de partida de sus "vueltas" por España.  "Lo único que he hecho ha sido divertirme con la vida y divertirme con la música", asegura.

Se entregó a la música y quiso ser "el típico trovador que salía por la tele, pero al final eso también era luchar y hacer cosas que uno no quiere hacer por conservar un puesto". Y se atrevió con una vida que le llena, y ahora trabaja en lo que le hace feliz. Si no llueve, todos los días hace dos conciertos.

Eso sí, reconoce que lo más complicado de ser un músico callejero es, precisamente, su "apellido", esto es, "la calle", donde pasan cosas. "Vienen borrachos, también tipos amables, estás expuesto. Ante esa circunstancia, hay que sonreír mucho, porque hay que pasárselo bien. Y no siempre se gana dinero, pero tampoco nos vamos a hacer ricos, no es la idea".

Tiene un repertorio de 60 temas, la mitad son suyos, pero no los canta casi porque reconoce que le funcionan mejor los conocidos. Por eso interpreta, entre otros, a Serrat, Sabina, Pablo Milanés o Silvio Rodríguez, los grandes "trovadores" de su generación.

El músico callejero Juan "el bardo" Campoamor tocando en Huesca. Foto Myriam Martínez
El músico callejero Juan "el bardo" Campoamor, tocando en Huesca. Foto Myriam Martínez

Se marchó de Cuba porque le parecía un país "asfixiante" y "no sólo por la insularidad, sino también porque no era una democracia". Desde entonces ha hecho todo lo que se le ha ocurrido. Fue productor musical y "ganaba mucho dinero". Después, entró en una escuela de guitarra, hasta que sintió que había aprendido lo suficiente como para lanzarse a tocar en las calles. Y así, presume de haber cumplido todos sus sueños y lo único que pretende ahora es "vivir todo lo que pueda" hasta que se muera.

Siempre de la mano de la música. Todo su cuerpo se agita y su voz grave y preciosa cubana suelta una bocanada de emoción cuando habla de ella. "Imagínate la vida sin música, el silencio es terrible. Tu corazón está latiendo y te está dando un paso, te está dando tu ritmo. La música lo tiene todo, la música es la vida. No hay más".

 

 

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