“Lo que no se ve”: María Algora convierte su experiencia personal en un cortometraje sobre duelo y salud mental

El cortometraje dirigido junto a Mikel Bustamente se proyecta este jueves en el Cine Club de Cruz Blanca sobre el suicidio

11 de Septiembre de 2025
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María Algora y Mikel Bustamante. Foto Unai Mateo
María Algora y Mikel Bustamante. Foto Unai Mateo

El cortometraje “Lo que no se ve” llega este jueves al Teatro Olimpia de Huesca (19:00), dentro del Cine Club de Cruz Blanca, en una sesión dedicada a reflexionar sobre el suicidio y sus consecuencias. María Algora, directora, actriz y autora del guion, lo expresa con fuerza: “Queríamos hablar de los que se quedan, de esas familias o amigos a los que les arrancan un trozo de sí mismos y que, sin embargo, tienen que seguir adelante”. Con esta obra, se reivindica la importancia de abordar la salud mental, la prevención del suicidio y de derribar tabúes que pesan sobre la sociedad.

El cortometraje, codirigido por María Algora y Mikel Bustamante, tiene una duración de 19 minutos y parte de un giro devastador: Ane, la protagonista, descubre que la muerte de su padre no fue natural, como siempre le había contado su madre, sino un suicidio. Esa verdad cambia por completo la relación con su progenitora. El verano, y un día juntas en el pantano, se convierten en los espacios donde lo no dicho, lo oculto durante años, finalmente sale a la luz y da paso a la reconciliación.

“Lo que no se ve” nace de una experiencia personal de la cineasta. Recuerda cómo, con 16 años, durante una comida familiar, se enteró de golpe de que un pariente cercano se había suicidado. Hasta entonces le habían contado que había fallecido de un infarto. “Fue un gran shock para mí. Y a raíz de ahí empecé a hablar mucho con mi padre de lo que era esto y a entender que la depresión es una enfermedad”, explica.

María Algora @Unai Mateo
María Algora, en el rodaje de Lo que no se ve. Foto Unai Mateo

A partir de ese momento comenzó a comprender cómo el silencio y los secretos familiares afectan a quienes se quedan. Más tarde compartió esta vivencia con Mikel Bustamante, y juntos decidieron explorar no tanto el acto del suicidio, sino el impacto que deja en los familiares y amigos.

En el cortometraje, y también como pudo comprobar en su entorno, la culpa es un sentimiento difícil de gestionar, porque "a veces parece que podíamos haber hecho algo más o evitar el desenlace”.

Y también aparece otra emoción, la vergüenza, como le ocurre al personaje de Carmen, que Algora atribuye a que “todavía, como sociedad, no entendemos verdaderamente que esto es una enfermedad.

"Podemos hablar sin problema de un cáncer o un infarto, pero cuando se trata de un suicidio sentimos que hay que taparlo y esconderlo”, agrega.

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Ese silencio tiene raíces culturales y sociales. Durante años existió la creencia de que hablar del suicidio aumentaba los casos, pero investigaciones muestran lo contrario. Existe el efecto papageno, que indica que relatos responsables de personas que han tenido ideas suicidas pero finalmente superan la crisis pueden prevenir muertes, mostrando alternativas y esperanza. "Hablar con conciencia y seriedad ayuda a la prevención”, recalca.

DE LO ÍNTIMO A LO COLECTIVO

El cortometraje ha conectado con experiencias de muchas familias. Algora comenta que en festivales algunas personas le han manifestado su agradecimiento. “Hace poco, una mujer de unos 50 años se me acercó con mucho pudor y me dijo que su hija, de 25, que se había sentado a su lado, había descubierto viendo el corto que su tío se había suicidado. Su madre llevaba años sin poder contárselo y dijo que era como si la película le hablara directamente a ella”.

Este tipo de reacciones refuerzan la necesidad de abrir espacios de diálogo sobre la salud mental. Algora asegura: “Una vez empiezas a hablar de ello, se quitan capas y mochilas, y entiendes que no es una decisión libre, sino el resultado de una enfermedad. Igual que alguien muere de un cáncer, también alguien puede morir de una depresión”.

EN PRIMERA PERSONA

Algora ha experimentado de cerca el dolor del suicidio más de una vez. Explica que aunque no lo vivió en primera persona de niña, sí le ha tenido que hacer frente en la edad adulta. “En Málaga estrenamos el corto y me acompañó un amigo muy cercano que estaba atravesando una depresión. Yo pensaba que estaba remontando, pero hace tres meses se quitó la vida. Con 31 años he vivido en primera persona lo que significa y el horror que provoca, justo en un año en el que he hablado mucho del tema”.

Ante esto surge el pensamiento inevitable de que se podría haber hecho algo más. “Nos pasa a todos: a sus padres, a los amigos, a mí. Intentamos quitarnos esa culpa porque es una lacra social y hay que hablar de ello, revisar qué más se puede hacer. Son casi once suicidios al día en España, y está claro que necesitamos más medidas de prevención”.

Abordar estos temas con los niños es complicado. Algora no da recetas cerradas: “Cada caso es particular, depende de la relación con los hijos y de cómo se considere mejor abordarlo”.

Sin embargo, considera importante hablar con los más pequeños sobre salud mental, sobre cómo reconocer la tristeza, solicitar apoyo y normalizar las emociones. “No hace falta llegar a una depresión grave para pedir ayuda. A los niños hay que explicarles que no pasa nada por estar tristes, que no pasa nada por pedir ayuda, que no eres más frágil o menos valiente por hacerlo, sino todo lo contrario”.

ANE, LA HIJA QUE QUIERE ENTENDER

Además de dirigir y escribir, Algora interpreta a Ane, la hija única de Carmen. “El corto arranca en su 30 cumpleaños, un día muy simbólico. Descubre un secreto familiar y su primera reacción es de ira hacia su madre. Ane es dura, marcada por la ausencia del padre, pero mantiene buena relación con ella. Lo que le rompe es descubrir que se le ocultó la verdad durante tantos años”.

Ese viaje se completa cuando ambas pasan un día en el pantano. “Por primera vez Ane ve a su madre no solo como madre, sino como mujer que hizo lo que pudo. Empieza un proceso de perdón: a sí misma, a su padre y a su madre”.

María Algora ha dirigido y escrito otros cortometraje. El primero fue Árbol, sobre los bebés robados, inspirado en el documental El silencio de otros. El segundo fue La nadadora, que se puede ver en Filmin, sobre bullying que sufrió en la adolescencia.

“Lo que no se ve” ha sido su proyecto más ambicioso hasta el momento, también en producción. “Lo más complicado fue conseguir financiación, armar un equipo técnico y artístico en condiciones dignas y rodar durante cinco días que permitieran que la historia respirara. Ha sido como un máster en producción. Lo más bonito fue el primer día de rodaje, cuando dejé de ser productora para meterme en Ane y confiar en el equipo. Además coincidió que empezamos a rodar un 10 de septiembre, Día de la Prevención del Suicidio, algo mágico que no sabíamos al organizarlo”.

El deseo de Algora es claro: que el corto sirva para abrir conversaciones. “Me encantaría que lo viera todo el mundo, incluso la ministra de Sanidad. Pero lo más importante es lo que ya ha pasado: que alguien lo vea y decida hablar con su familia. Eso es más importante que premios o reconocimientos. Para mí, el sueño es que traspase la pantalla, que la cultura sirva no solo para entretener, sino también para remover y ayudar a cambiar algo”.

“Lo que no se ve” estará disponible en Atresplayer hasta el 30 de septiembre, abierto al público, ofreciendo una oportunidad única para reflexionar sobre el suicidio, la salud mental y la importancia de romper silencios.

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