Maderuelo revive a Claude Lorrain, pintor de papas y reyes que fascinó con sus paisajes idealizados

El escritor presenta en la Librería Anónima su libro 'Claude Lorrain. Paisaje ideal y belleza clásica'

Periodista
18 de Mayo de 2025
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Javier Maderuelo presenta 'Claude Lorrain. Paisaje ideal y belleza clásica'

La Librería Anónima de Huesca acogió la presentación del nuevo libro de Javier Maderuelo, Claude Lorrain. Paisaje ideal y belleza clásica, editado por Abada, acompañado por la técnica de cultura Teresa Luesma, una obra que propone una lectura renovada del pintor francés establecido en Italia del siglo XVII, conocido por su maestría en los efectos atmosféricos y luminosos del paisaje, un género al que dedicó toda su trayectoria. 

La elección de Huesca como lugar de presentación de su obra el pasado viernes no fue casual. El autor recordó su vínculo con la ciudad desde los años noventa, cuando Teresa Luesma, entonces en la Diputación Provincial, le propuso escribir el libro Arte público. “Debió de gustar, porque me encargaron un proyecto con proyección internacional. Así nació Arte y Naturaleza, que marcó mi interés por estos temas”, señaló. Aquellas jornadas artísticas derivaron en cursos internacionales y su tesis doctoral sobre el paisaje, dirigida por Manuel García Guatas y publicada también por Abada bajo el título El paisaje. Génesis de un concepto.

Teresa Luesma, Javier Maderuelo y Chema Aniés.
Teresa Luesma, Javier Maderuelo y Chema Aniés.

Aquella investigación dejaba abierta una segunda parte que ahora, décadas después, ha encontrado continuidad. “Cuando escribí El espectáculo del mundo, una historia cultural del paisaje” (que tendría que haber sido del paisaje europeo, pero era ya muy largo), incluí a Claude Lorrain y a Jacob van Ruisdael como hilos conductores, pero apenas tenía espacio para desarrollarlos. Sentí que quedaba algo pendiente”, reconoció el autor. Así surgieron primero el libro sobre Ruisdael y ahora esta obra sobre Lorrain, que hasta la fecha no contaba con apenas bibliografía.

La chispa definitiva llegó de forma curiosa. “Visitando la biblioteca de José María Lafuente vi un libro sobre Claude Lorrain, el único que tenía, y se lo robé”, bromeó Maderuelo. A partir de ahí, siguió las pistas bibliográficas hasta encontrar materiales valiosos como el catálogo razonado de su obra o una monografía francesa del siglo XIX basada en su testamento.

El libro incluye una primera parte biográfica y una segunda de análisis estético. “He hecho una deconstrucción de su biografía, quitando errores y añadidos. No me he arriesgado a inventar nada: recojo lo que otros han dicho y que yo he podido constatar”, explicó. El texto repasa desde los testimonios contemporáneos hasta la forma en que se fue construyendo el mito de Lorrain con datos a menudo inexactos.

Público en la presentación de Javier Maderuelo. Foto Mercedes Manterola
Público en la presentación de Javier Maderuelo. Foto Mercedes Manterola

En cuanto al enfoque analítico, Maderuelo aplica lo que él mismo define como su “receta historiográfica”, basada en tres ingredientes. "Mi receta es que toda historia debe tener tres ingredientes que se ponen a cocinar a fuego lento, se les hace cuajar e interaccionar unos con otros hasta que se consigue que tengan otro sabor distinto del original. Esos ingredientes son fenomenología, contexto y hermenéutica".

En este sentido, con el primer ingrediente "me entretengo en el primer capítulo en describir qué es lo que se ve y cómo se presenta el cuadro", señaló. El segundo ingrediente es contexto, que he sintetizado en tres. Uno es el contexto teórico, es decir, ¿qué ideas en el siglo XVII se están manejando en la ciudad de Roma para dar pie a que surja este tipo de pintura?; otro es el artístico: ¿qué artistas hay en Roma que estén trabajando y qué es lo que están haciendo y las discusiones entre el realismo y el idealismo de la pintura; y el tercero es el patronal". Como expuso, "al contrario de lo que la mayoría de la gente piensa de que después del Romanticismo el artista pinta lo que le da la gana y como quiere, vengo a contar, y lo argumento con bastantes datos, es que el artista pinta lo que le mandan, lo mismo que el sastre hace el traje que le han pedido, con las hechuras y para la función que tiene que ser".

Especial atención merece la figura del cliente para Javier Maderuelo. “Entre sus mecenas más importantes estuvieron el Papa Urbano VIII y su poderosa familia Barberini. Lorrain solo trabaja para los príncipes de la Iglesia; para los papas, sus familias y los grandes cardenales, que van a Roma y se quieren un cuadro como el que tiene el Papa o el sobrino del Papa".

Presentación de la obra de Maderuelo sobre Claude Lorrain. Foto Mercedes Manterola.
Presentación de la obra de Maderuelo sobre Claude Lorrain. Foto Mercedes Manterola.

"Otro cliente, en este caso ocasional, es el rey de España Felipe IV, pero en realidad el encargo lo hace el Conde Duque de Olivares, que está construyendo el Palacio del Retiro y necesita pintura. Hacen un encargo de 60 o 70 cuadros a distintos pintores jóvenes, todos ellos modernos, frente a la tradición clásica para hacer una galería. El caso es que Lorrain primero fueron cuatro cuadros y le encargan después otros cuatro. De esos ocho, siete están ahora en el Museo del Prado juntos en la misma sala”.

“Ser el pintor del Papa y de uno de los reyes más importantes de Europa le da un prestigio que va a mantener durante toda su vida, hasta tal extremo de que no va a haber evolución en la pintura de Claude Lorrain. No deja de producir cuadros que quieren que sean como los del papa anterior o mejores y sobre todo más grandes. Lo único que va creciendo son los tamaños". explicó.

Javier Maderuelo firma ejemplares de su obra en la Librería Anónima. Foto Mercedes Manterola
Javier Maderuelo firma ejemplares de su obra en la Librería Anónima. Foto Mercedes Manterola

El libro dedica un extenso capítulo –más de cien páginas– al comentario de sus obras, incluyendo su producción dibujística, apenas conocida en España. “Claude Lorrain fue un dibujante excepcional, uno de los tres o cuatro más importantes del mundo. Pero sus dibujos no se exhibieron, estaban en carpetas para que no les diera la luz”, explicó. Gracias al estudio de los cuadernos que dejó a su muerte, hoy se conservan más de mil dibujos de su mano.

El texto concluye con el análisis de la recepción de su obra, especialmente en Francia e Inglaterra, donde los viajeros del Grand Tour se sintieron fascinados por sus paisajes idealizados. “Hasta se inventó un espejo con pátina dorada, los ‘espejos de Claudio’, para contemplar los paisajes italianos como si fueran cuadros suyos”, relató el autor.

La obra está teniendo una buena acogida, “especialmente en el extranjero”, añadió Maderuelo, que acaba de recibir comentarios elogiosos desde Brasil de José Francisco Alves. 

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