Óscar Beltrán de Otálora: "La verdadera fuerza surge cuando moralmente tienes muy claro lo que hay que hacer"

El autor ha presentado en Huesca "Tierra de furtivos", la novela negra con la que ofrece a través de sus personajes varias miradas de Euskadi tras el fin del terrorismo

Periodista
17 de Febrero de 2024
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Diego Marro y Óscar Beltrán de Otálora, en la presentación en Santos Ochoa de "Tierra de furtivos".
Diego Marro y Óscar Beltrán de Otálora, en la presentación en Santos Ochoa de "Tierra de furtivos".

Óscar Beltrán de Otálora (Vitoria, 1967) ha presentado este viernes en la librería Santos Ochoa de Huesca Tierra de furtivos, una novela negra con la ha dado el salto al la literatura este periodista con más de treinta años de bagaje en El Correo cubriendo noticias sobre terrorismo.

En Tierra de furtivos se entrelazan a través de tres sucesos los tres protagonistas de la novela, un antiguo escolta reconvertido en guarda forestal, un agente de la Ertzaintza y una peluquera emigrante, Tatiana, que “representa la parte más noble, frente a la venganza y la ambición”, como ha contado Óscar Beltrán. “El tener tres personajes da tres puntos de vista y aporta variedad a la historia”, ha explicado el autor, quien a través de estas miradas muestra Euskadi tras el fin del terrorismo. Se unen en la trama otros elementos de gran importancia, como el pantano de Ullibarri, la marihuana y la policía autonómica del País Vasco.

El autor ha sido presentado por Diego Marro, quien ha comentado que Beltrán de Otálora es “uno de los mayores expertos en terrorismo de España”, que fue reconocido en 2018 con el premio de la Fundación Víctimas del Terrorismo por su información del atentado en la casa cuartel de la Guardia Civil de Legutio, en Álava.

Esta novela no es sobre ETA ni de análisis político, eso es lo interesante, porque es una novela negra que le sirve de excusa al autor para contarnos algo en lo que no pensamos normalmente: ¿qué ha pasado en la sociedad del País Vasco con el fin del terrorismo?”, ha señalado Marro. “Es un análisis social”, ha considerado.

Un ejemplo son los escoltas. “Yo conocí muchísimos escoltas, también los teníamos en el periódico, y muchos se reconvirtieron en vigilantes de supermercados, guardias de seguridad o se han dedicado a la protección de mujeres amenazadas en casos de violencia de género. Pero nadie se acordó jamás de los escoltas sin quienes la democracia se hubiera hundido en el País Vasco -ha reivindicado Beltrán-, porque los no nacionalistas se hubieran tenido que marchar o hubieran sido exterminados. Fueron una figura clave de los “años de plomo”, por eso quería que uno de los personajes de Tierra de furtivos fuera un escolta que tuviera un pasado en el que, haber convivido con la violencia y el miedo, le da una necesidad de redención, de cerrar heridas”. El personaje es el guarda forestal, que “en vez de salvar vidas humanas ahora se dedica a perseguir la caza furtiva. El personaje que quería crear -ha señalado- es alguien que necesita proteger a los demás para sentirse útil”.

El ertzaina también protagonista en la novela no ha vivido los años del terrorismo etarra. “Quería poner a un personaje joven, ambicioso, que no se da cuenta, por desconocimiento, de ese pasado tan oscuro de la organización en la que va a tener que trabajar y cómo eso le va a afectar”, ha comentado Beltrán. Ha explicado que la Ertzaintza es un cuerpo “muy especial, porque mientras que la Policía y la Guardia Civil tenían muy claro lo que tenían que hacer y cómo luchar contra el terrorismo, en la Ertzaintza no sucedía lo mismo por muchas cuestiones, una de ellas que estaba dirigido por un partido político que en determinados momentos tenía pactos con la izquierda abertzale, el brazo político de ETA. Eso generaba distorsiones tremendas en un cuerpo en el que había gente que comprendía más a los terroristas que a los que tenían que luchar contra ellos”.

El tercer personaje, y más destacado por el autor, es una joven inmigrante negra que vive en Euskadi, donde “tendemos a pensar -ha indicado- en un País Vasco uniforme en el que todos tenemos la misma cultura. Sin embargo, hablas con un inmigrante y no nos entiende nada, porque muchas cuestiones nacionalistas vistas desde fuera pueden llegar a ser un poco ridículas”, y eso queda reflejado. Como es “muy propio de la novela negra” este personaje también tiene la necesidad de redimirse, “de enfrentar su pasado, en este caso, violento, en el que ha cometido muchos errores y ahora se dedica a ayudar a otras jóvenes no caigan en el lado oscuro”. Según Beltrán, es “el personaje más fuerte de la novela y el que tiene mayor protagonismo, porque es la que tiene la guía moral, unos principios muy claros y la verdadera fuerza surge cuando moralmente tienes muy claro lo que hay que hacer y no te importa sacrificarte por ello”.

Beltrán de Otálora, un apasionado de la novela negra, y en especial de James Ellroy, integra casi como un personaje más de Tierra de furtivos el pantano de Ullibarri, ubicado en el corazón del País Vasco, un lugar con mucha historia, escenario de batallas en las guerras carlistas y en la Guerra Civil, todo cubierto bajo el agua cuando se hizo el embalse. “Me pareció una buena metáfora de muchas sociedades en las que lo peor que ha pasado lo tienen escondido, no quieren hablar de ello. Pasó en el País Vasco y también en España”, ha abundado Óscar Beltrán.

Es un escenario que conoce bien el autor, porque desde pequeño iba con su familia. Ahí vivió una de las peores experiencias de su vida cuando, con once años, se perdió en sus bosques y, asustadísimos como estaba, de repente vio un oso al final de la pradera que recorría. Tras momentos de horror, se dio cuenta de que no se movía y finalmente descubrió que era un árbol quemado. “Era mi imaginación la que me estaba castigando, pero desde entonces la imaginación me parece algo fascinante”. La ha usado en numerosas ocasiones, como cuando pasaba largas horas de entrenamiento con su piragua en Ullibarri, y considera que es "clave para sobrevivir”. Y también la utiliza en esta nueva faceta de escritor, ya que “como periodista te está negada”. Ahora escribe con la imaginación y “la realidad es la inspiración, pero queda atrás”.  

Hay otros símbolos potentes en la novela, como el agua en el sentido de purificación, y el fuego, muy presente en Euskadi por los atentados terroristas. Óscar Beltrán vio a los 15 años quemar por primera vez un coche por unos encapuchados en Zarautz. Fue el primero de una larga lista. Recuerda “imágenes horrorosas de explosiones de bombas”, algo que formaba parte de la cotidianeidad de los ciudadanos en Euskadi. “Que eso sucediera en Europa parecía increíble, pero había que convivir con ello”, ha indicado. El atentado que más le marcó fue el de casa cuartel de la Guardia Civil de Legutio, donde descubrió “una destrucción absoluta, jamás he visto -ha relatado- una devastación tan grande”. Al volver a la redacción, escribió una crónica en la que, ha apuntado, “puse todo mi corazón” y que el valió el premio de la Fundación Víctimas del Terrorismo.

Otro símbolo que utiliza en el relato es la de los cazadores furtivos que con gran superioridad de medios atacan a los corzos. Esa imagen de los corzos atrapados por el barro en la orilla del pantano mientras son tiroteados era un buen símbolo de las víctimas inocentes de ETA. Mataban a gente que jamás podía defenderse y que no quería defenderse, sólo querían ser libres”, ha relatado. “En el libro hay bastantes imágenes que para mí simbolizan el horror de la violencia”, ha explicado Beltrán.

Otro de los temas que ha querido incluir en Tierra de furtivos es el de las tramas mafiosas que se crean entorno la marihuana. Alrededor del cultivo de esta droga “se vive una violencia poco conocida pero bastante peligrosa, y me apetecía contar cómo la marihuana se ha metido en la vida del País Vasco, cómo forma parte de su realidad y de la de otras comunidades españolas. La España vacía se va a llenar de campos de marihuana”, ha advertido.  

Con Tierra de furtivos, Óscar Beltrán de Otálora ha conseguido ser finalista en los festivales negros de Cartagena y Morella, y ya tiene otra obra terminada.“Me encanta contar historias, y si he conseguido que una de las que he imaginado le ha parecido interesante a alguien, me siento feliz”, ha compartido. 

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