Que la resistencia tiene su recompensa es indudable. La lluvia, con la insistencia con la que lo hace en la montaña, ha querido poner todos los impedimentos al doble concierto que protagonizaban en esta velada nocturna Maika Makovski y Ara Malikian, y por momentos por las cabezas han emergido las dudas de la conveniencia: seguir o resignarse.
La decisión ha sido la firmeza, y ha sido acertada. Pirineos Sur tiene un atractivo en todos los sentidos, desde el escenario flotante en el Embalse de Lanuza que produje un embrujo hipnótico hasta la programación con los grandes referentes de la música internacional.
Así las circunstancias, las habituales muchedumbres se han metamorfoseado en un mar de paraguas sobre los que sobresalía Maika Makovski, la mallorquina que seduce a los públicos con su música alternativa, con la belleza de su indie y las aproximaciones al pop, con un repertorio sobresaliente. Una artistaza. Eran las 21 horas y Maika salía, profesional, a la escena. El público aguantaba, nunca mejor dicho, el chaparrón. Y, como premio, media hora después la amenaza se ha convertido en oportunidad de seguir disfrutando.
Luego llegará el plato prodigioso, Ara Malikian capaz de meter a todos en su particular vehículo que recorre fronteras y géneros sin miedo a la transgresión y al mestizaje. Clasicismo, rock, etnicismo y tradiciones a un ritmo vertiginoso en el que el violín adquiere vida propia para protagonizar una ingeniosa conversación en la que no falta el humor del armenio-libanés, ora ingenuo, siempre inteligente y en ocasiones cáustico. Por algo es un genio que, además, en esta velada nocturna cuenta, de momento, con el plácet del cielo. Que no es cuestión baladí.