Raquel Villacampa: “Sin mujeres en el diseño, la tecnología no tiene perspectiva de género”

La profesora de Unizar impulsa la igualdad de género en la ciencia con referentes como la aragonesa Andresa Casamayor, pionera en la aritmética básica

Periodista
13 de Mayo de 2025
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Raquel Villacampa y Susana Villacampa en la presentación de la conferencia en el IEA. Foto Mercedes Manterola
Raquel Villacampa y Susana Villacampa en la presentación de la conferencia en el IEA. Foto Mercedes Manterola

La oscense Raquel Villacampa Gutiérrez, profesora del Departamento de Matemáticas del IUMA de la Universidad de Zaragoza, propuso a la directora del Instituto de Estudios Altoraragoneses, Susana Villacampa, realizar un acto en este centro para celebrar el 12 de mayo el Día Internacional de la Mujer Matemática, “algo que nunca se había hecho”, y que fue valorado como una “magnífica propuesta”, como trasladó la responsable del IEA.

La conferencia con el título Mujeres y matemáticas: un binomio que suma, se encuadra de los objetivos de esta jornada de visibilizar logros femeninos en matemáticas, inspirar a nuevas generaciones en esta disciplina, promover la igualdad de género en la ciencia e incentivar eventos y actividades.

Raquel Villacampa ha dado una especial relevancia a la celebración de este Día Internacional en su conferencia en el IEA, dado que cuando las matemáticas están muy de moda, se está agrandando la brecha de género en los estudios universitarios de esta disciplina. Los datos de la Universidad de Zaragoza indican que el porcentaje de mujeres matriculadas en estos estudios han ido descendiendo desde hace 15 años “de manera alarmante”. En el curso 2010-2011 había una paridad (52 % de mujeres matriculadas) y este curso la presencia femenina supone el 35 %.

La profesora ha puesto de manifiesto que esta situación supone “un problema” porque es una profesión altamente demanda por las empresas, fundamentalmente las tecnológicas, donde se están desarrollando algoritmos de inteligencia artificial, prototipos de aparatos electrónicos…, “y si las mujeres no están en esas fases iniciales del diseño, todos estos objetos no van a tener la perspectiva de género necesaria”. Como ejemplo, citó el caso del cinturón de seguridad en los automóviles: “Muchas mujeres saben que nos corta la yugular y nos chafa el pecho porque no ha sido diseñado pensando en el cuerpo femenino. El anclaje está donde no corresponde para nosotras, y es así porque no hubo mujeres participando en el diseño”.

Asistentes a la conferencia de Raquel Villacampa sobre mujeres matemáticas.
Asistentes a la conferencia de Raquel Villacampa sobre mujeres matemáticas.

“Eso tan sencillo lo podemos extrapolar cantidad de procesos en los que, si las mujeres no están presentes, no tienen esa perspectiva de género. Y todo esto empieza en la universidad o en los grados de FP en las disciplinas Stem. No es un problema estético que no haya igualdad, sino que es un problema real. Es necesario incentivar o por lo menos tratar de visibilizar e intentar que nuestras jóvenes al menos vean las matemáticas, la ciencia y la ingeniería como una salida profesional más”, ha señalado.

En este camino, se trata de mostrar los resultados de estas disciplinas “y también que podamos observar referentes”, como los que mostró Raquel Villacampa al contar los logros de Agnes Meyer (s. XX), Florence Nightingale (s. XIX) y principalmente la aragonesa María Andresa Casamayor (s. XVIII), en cuyo legado trabaja Raquel Villacampa junto a otros compañeros de Unizar.  

Con solo 17 años y en pleno siglo XVIII, la zaragozana María Andresa Casamayor (1720-1780) escribió el Tyrocinio arithmetico, un manual de aritmética práctica pensado para enseñar a sumar, restar, multiplicar y dividir. “Va a ser una pionera de la aritmética básica, y lo hizo de una manera muy rica, porque involucró economía, comercio...”, ha explicado Villacampa.

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La historia de esta pionera ha estado durante siglos olvidada. Nació en Zaragoza el 30 de noviembre de 1720 y era la séptima de nueve hermanos en una familia de comerciantes textiles de origen francés, por lo que creció en un entorno más avanzado que la sociedad aragonesa de entonces. “Sospechamos que recibió formación en casa junto a sus hermanos varones, o quizá en la casa de los escolapios, aunque no sabemos si fue disfrazada de niño o cómo lo hizo, pero lo cierto es que tuvo una educación escolapia”, ha relatado Villacampa, quien ha subrayado la inteligencia precoz de la joven.

El Tyrocinio arithmetico, instrucción de las quatro reglas llanas es muy importante, ya que es el primer libro de ciencia escrito en español por una mujer. “No hay libros en español previos escritos por una mujer ni de medicina ni de química ni de nada, y es de una aragonesa, algo de lo que debemos sentirnos orgullosos”, ha remarcado.

Raquel Villacampa y Susana Villacampa.
Raquel Villacampa y Susana Villacampa.

Para poder verlo publicado, María Andresa firmó con un seudónimo masculino: Casandro Mamés de la Marca y Arioa, una brillante anagramación de su propio nombre. “Reorganizó las letras de su nombre para estar sin estar”, ha apuntado Villacampa. Solo se conserva un ejemplar del Tyrocinio, guardado en la Biblioteca Nacional. “Sería un sueño encontrar otro ejemplar en alguna biblioteca perdida. Sospechamos que debe haber alguno en Zaragoza, pero a saber dónde”, ha lamentado.

Después de publicar el libro, la pista de María Andresa se vuelve difusa hasta tiempo después. Se sabe que fue maestra de niñas pagada por el ayuntamiento, vivía sola y no se casó ni entró en la vida religiosa: una mujer independiente en una época en que eso era excepcional.

Además de invisibilizarse ella al firmar con seudónimo, el célebre recopilador de escritores aragoneses Félix Latassa la citó con un error, llamándola “Andrea”, y durante 300 años su nombre real, su fecha de nacimiento y su relevancia quedaron difuminados.

Todo cambió en 2020, cuando, tras una investigación impulsada por el Instituto Universitario de Matemáticas y Aplicaciones, los investigadores Pedro Miana y el oscense Julio Bernués localizaron su partida de nacimiento en la Basílica del Pilar. “¡Es su 300 cumpleaños!”, celebraron entonces, y lo conmemoraron preparando un cumpleaños a la altura del hallazgo. Desde entonces, se ha impulsado un amplio proyecto de divulgación con documentales, conferencias, podcast, sellos de correos y también una adaptación moderna de su obra.

Hoy, el legado de María Andresa sigue vivo en tres líneas de investigación. Por un lado, la actualización y reinterpretación de su Tyrocinio desde el punto de vista de la economía y la comunicación. Por otro, el estudio del papel de las mujeres en la ciencia (en concreto, en los siglos XVIII al XX), sus redes, pensamiento y condiciones de vida. Y por último, la reflexión sobre la alfabetización matemática actual: “Porque en su época ella quiso alfabetizar matemáticamente, pero también hoy hay un gran déficit, sobre todo estadístico, en los medios de comunicación”, advirtió Villacampa.

Una importante obra que resuena tres siglos después. María Andresa Casamayor escribió para enseñar, y hoy su historia sigue enseñando sobre el papel de las mujeres en la ciencia y sobre la vigencia de la pasión por el conocimiento.

En su conferencia, Raquel Villacampa unió a Casamayor con otras dos mujeres, que fueron auténticas pioneras. "Aplicaron las matemáticas a resolver otros problemas que encontraron en su contexto social y resolvieron aspectos muy importantes".

La estadounidense Agnes Meyer (1889) fue pionera de la criptografía naval, utilizó las matemáticas en la resolución de códigos. Trabajó treinta años en la Dirección de Comunicaciones de la Armada, donde se dedicó a codificar los sistemas que utilizaban los norteamericanos para unas comunicaciones seguras, pero es más conocida por el descifrado de códigos, ya que desde los años 20 a los 40 rompió cuatro códigos de los japoneses, lo que fue decisivo para la victoria en la batalla de Midway. Un grave accidente la alejó de esta labor y también fue discriminada, ya que era conocida despectivamente como Madame X., lo que hace que su nombre no fuera conocido ni reconocido. “También la encriptaron, la invisibilizaron”, ha señalado Sanvicente.

Del siglo XIX, Sanvicente eligió a Florence Mightingale (Forencia, 1920), la primera en aplicar las matemáticas a la enfermería. Cuando acudió como enfermera a la Guerra de Crimea se dio cuenta de que las malas condiciones higiénicas estaban causando más muertes entre los soldados por infecciones que por las heridas. Consiguió que los gobernantes tomaran conciencia de esta situación a través de el Diagrama de la rosa. “Ordenó todos sus datos y los presentó no en una tabla, sino en un gráfico. Fue la primera vez que se utilizó una infografía o representación gráfica, y lo hizo de una forma muy inteligente por el impacto visual que no requiere más que una simple explicación para que se entienda”.

Villacampa destacó que las tres tienen en común que son mujeres que dedicaron su vida a la ciencia, mujeres que procedían de familias acomodadas, que renunciaron a tener familia, ya que solo Agnes Meyer se casó, pero no tuvo hijos.

 

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