La novela La novia de la paz (Editorial Planeta), de Rosario Raro, constituye una epopeya ambientada en el sur de África en 1901, donde confluyen la guerra, el amor y la reconstrucción personal. A través de figuras históricas como Emily Hobhouse y personajes ficticios inolvidables, la autora recupera episodios silenciados de la historia con una poderosa carga emocional y reivindicativa. “Los mejores argumentos nos los proporciona la realidad”, afirma Raro.
La autora de Segorbe participó este domingo en la 41 Feria del Libro de Huesca, donde presentó su último trabajo, acompañada por Angélica Morales, y firmó numerosos ejemplares de esta obra, entre conversación y conversación con María Frisa, Marta Borraz, Héctor Campo y Elena Andrés, con los que pasó una estupenda mañana.
Confiesa que llegó emocionada, tras recorrer la calle Villahermosa de Huesca, una ciudad que siente como su segunda casa después de diez años asistiendo a esta cita. Rememora que sintió escalofríos al llegar a la plaza López Allué y rememora la acogida de los oscenses en sus inicios, con Volver a Canfranc, algo que fue fundamental en su vida.
Nunca podrá olvidar ese respaldo y, una década después, aquellos lectores son como amigos y cuando ve que se forma la cola para que firme ejemplares, con caras conocidas y sonrisas, siente que le están diciendo: “Bienvenida a tu otra casa”.

PREMIO AZORÍN
La novia de la paz es una novela que le ha llevado a conquistar este año el prestigioso Premio Azorín. La historia se sitúa en 1901 en el sur de África y narra la vida de Shayna Orliens, una mujer que huye de un escándalo que sacude a la alta sociedad londinense. Mientras intenta reconstruirse y evade la investigación de Scotland Yard por la desaparición de su marido, conoce a un escultor escocés con un secreto. En este entorno exótico, Shayna encuentra refugio en las palabras de Emily Hobhouse, periodista que denuncia con valentía los abusos del imperio británico durante la guerra anglo-bóer.
La novia de la paz es una historia sobre segundas oportunidades y libertad, con dos protagonistas que desafían el orden establecido: una mujer anónima y otra célebre. Ambas mudan de piel y descubren que, tras la traición, no hay mejor venganza que la felicidad.
Al Premio Azorín se presentaron en esta edición más obras que nunca, alrededor de 643, gracias a la posibilidad de enviarlas por correo electrónico, lo que facilitó la llegada de muchas desde América.
El 10 de marzo se anunció en la Diputación de Alicante la lista de las diez finalistas, entre las que se encontraba la suya, aunque enviada bajo el seudónimo “Kintsugi”. Este término japonés alude a un arte que consiste en restaurar objetos de cerámica o porcelana, rellenando las grietas con oro u otros metales preciosos. Para Rosario Raro, representa "una metáfora perfecta", no solo para los personajes de la novela, sino para los seres humanos: “Acabamos valiendo más rotos que enteros”.
La autora relata que presentó la novela bajo el título Cicatrices de oro y reservó La novia de la paz para el título definitivo, ya que es el que da sentido a toda la trama y especialmente al personaje de Emily Hobhouse, activista por los derechos humanos en una época previa a las leyes que posteriormente se promulgaron. La novela transcurre entre el sur de África, India, Londres y las tierras altas de Escocia.
Cuando supo que se encontraba entre los finalistas, vivió cuatro días intensos. Consideró que aquello ya era un triunfo, pero cuando anunciaron que había ganado se convirtió en un instante inolvidable.
Recuerda que la gala "no fue apta para cardíacos". El auditorio de Alicante, con capacidad para mil personas, se encontraba lleno. Había una zona reservada para los finalistas y el evento incluyó una actuación teatral a cargo del actor Ramón Barea y la actriz Allende García, seguida por un cuarteto de viento que interpretó piezas como El baile de Luis Alonso con música de Gerónimo Giménez y El amor brujo de Falla.
Al abrir el sobre, el presidente de la Diputación anunció que la obra Cicatrices de oro de Kintsugi había ganado, y solo ella sabía que era suya hasta que revelaron que correspondía a La novia de la paz de Rosario Raro.
Llegar al escenario, asegura, fue realmente complicado, ya que le temblaba todo el cuerpo. “Tenía el corazón en la garganta” y unas palpitaciones tan intensas que temía no poder soportarlas, aunque finalmente logró sobreponerse.

Recuerda que la primera frase que pronunció fue que sentía que aquella noche "la vida la había sacado a bailar", como dijo Valentina en su novela El cielo sobre Canfranc. Fue tanta la emoción del momento, que tuvo que ver, posteriormente, el vídeo para recordar qué más dijo durante aquellos minutos.
Reconoce que apenas pudo dormir esa noche. Se acostó muy tarde y, apenas dos horas después, ya estaba despierta, aunque con una energía inusitada. "En esos momentos parece que no necesitas el sueño para repararte, que la euforia es tu energía”.
En la rueda de prensa que se convocó después, estuvo presente el presidente del jurado, Juan Eslava Galán, quien habló en términos muy elogiosos sobre su novela. Para ella, ese reconocimiento fue un premio añadido, pues considera que el escritor “debería ser eterno por todo lo que ha aportado a la historia, la cultura y la literatura".
La autora explica que los días posteriores fueron una auténtica carrera contrarreloj, porque la novela debía ver la luz en el plazo de cinco semanas, justo antes de las vacaciones de Semana Santa y Pascua. Esta fecha, que coincidía, casualmente, con la publicación de sus novelas anteriores, le facilitaba poder estar presente en eventos como el Día del Libro, que siempre asiste en Zaragoza, y, sobre todo, poder acudir a Huesca con su “criatura libresca recién nacida”.
TOLSTÓI Y GANDI
La novia de la paz se aleja de Canfranc, un lugar presente incluso en su novela anterior, Prohibida en Normandía. Bromea con que “en 1901 aún faltaban 27 años para que se inaugurara la estación”, y señala que la historia del libro surgió de forma inesperada, como “algunas de las mejores cosas de la vida, una serendipia”. Mientras leía un ensayo de Tolstói, El Reino de Dios está en vosotros, descubrió que el escritor ruso mantuvo una relación epistolar con Gandhi, aunque nunca llegaron a conocerse.
"En 1901 aún faltaban 27 años para que se inaugurara la estación de Canfranc"
Gandhi buscaba el respaldo de Tolstói para su lucha no violenta, “valga la contradicción”, en defensa de los derechos de la comunidad india en el sur de África, donde, según relata Raro, vivían entonces unas 150.000 personas originarias de la India que habían migrado por trabajo. En ese contexto, Gandhi intentaba dar visibilidad a su causa recurriendo a una de las figuras más influyentes del momento.
Fue en una de aquellas cartas escritas desde la cárcel cuando el líder indio mencionó a Emily Hobhouse, la protagonista de la novela. Ese hallazgo fue, para la autora, un auténtico descubrimiento. “De repente me apareció una figura inmensa”, asegura, recordando cómo Gandhi se refería a ella como una “constructora de puentes en sentido simbólico”, capaz de “encender la conciencia de millones de personas” en varios países y provocar una conmoción colectiva.
A Raro le surgió entonces una pregunta inevitable: ¿Cómo es posible que una mujer a la que Gandhi consideraba a la altura de otros grandes líderes espirituales haya sido borrada de la memoria colectiva? Esa es precisamente la cuestión que intenta responder en la novela, donde también introduce un personaje misterioso e histórico que se revela casi al final. “Algunos lectores me han dicho que casi se les cae el libro de las manos, de la perplejidad que les supuso saber quién era”.
Concluye que su vocación narrativa se orienta a rescatar figuras y episodios que deberían mantenerse como referencias vivas y ejemplares, pero que, sin embargo, “el mar del olvido se ha llevado con él”.
La escritora subraya que, aunque la novela contiene una parte de ficción, también hay una sólida base de investigación detrás. Como en sus obras anteriores, esta séptima novela está inspirada en hechos reales, ya que -según afirma- “los mejores argumentos nos los proporciona la realidad”.
TES HISTORIAS DE AMOR
Junto a la guerra, el otro gran eje temático de La novia de la paz es el amor, que para ella representa un necesario contrapeso. “Me parece un contrasentido que la guerra se elogie en términos de gloria o de honor, y que el amor se condene; eso yo creo que es perverso”.
Quiso construir tres historias diferentes, cada una con su propio desarrollo: algunas con un desenlace feliz, otras no, como sucede en la vida real. En común, que todas afrontan un nuevo escenario que se convierte en “una página en blanco” desde la que recomenzar, en un intento por reinventarse, como dice la autora, “con ese concepto tan del siglo XXI”.
Denys y Shayna constituyen el eje central de la trama amorosa. La autora explica que decidió llamar Denys como un guiño al personaje de Memorias de África. Aunque aquella historia se desarrollaba en Kenia y esta transcurre entre Mozambique y los territorios en disputa del sur del continente -lo que hoy es Sudáfrica-, reconoce que hay ciertos ecos entre ambas narraciones.
Emily tiene un vínculo sentimental con un antiguo alcalde de Virginia, lo que añade profundidad emocional a su personaje y la muestra también en su faceta más íntima. Aunque su papel principal en la trama está vinculado a su activismo y a su valentía al enfrentarse al imperio británico, esta relación amorosa humaniza aún más su figura.
Por otra parte, la historia de Fiz relata una vivencia afectiva en un entorno marcadamente represivo, que lo obliga a buscar refugio en la India -entonces bajo dominio británico- para poder amar con libertad. A través de este personaje fugaz, la autora aborda dos cuestiones fundamentales: cómo reacciona una mujer al descubrir que su esposo pertenece a un colectivo perseguido y cuál era la situación de quienes sentían atracción por personas de su mismo sexo en una época en la que esa condición representaba un riesgo legal y social puesto que era un delito.
La escritora reconoce que siempre dice que le gustaría parecerse a sus protagonistas femeninas. “Son mujeres más fuertes, más resolutivas que yo, y me sirven de ejemplo”. Admira especialmente a Emily, cuya determinación la conmueve. “Una sola mujer, a la que los gerifaltes del imperio llamaban ‘solterona histérica’ y ‘rama seca’, se enfrentó al imperio más poderoso del mundo en 1901, el imperio británico”. Confiesa que cuando le ocurre algo difícil en la vida, piensa en ella, o en Marta, otra de sus heroínas, como inspiración.