La 41ª edición de la Feria del Libro de Huesca ha llegado este domingo a su fin tras diez días de intensa actividad cultural, comercial y simbólica. El certamen, que ha reunido a librerías, editoriales, bibliotecas, autores y lectorado, ha evidenciado tanto la vitalidad del sector del libro en Huesca como la necesidad de revitalizar el formato del evento para responder a los desafíos del presente.
Uno de los grandes hitos de esta edición ha sido el relevo generacional en el gremio local. Tras más de treinta años de participación, se han despedido dos figuras emblemáticas de la feria: los libreros Jesús Buil y Ludi Escartín, que han recibido el cariño de sus compañeros y cuya retirada marca un cierre de ciclo. Al mismo tiempo, la entrada de nuevos proyectos como la librería Iglú, de Carlos Izuel, y la editorial Soho, dirigida por Elena Marquina, introduce savia nueva en el tejido cultural oscense.
Izuel ha valorado positivamente su estreno en la feria, subrayando el interés del público por el fondo editorial que han presentado, más allá de las novedades del mercado. Entre los títulos más demandados en su stand figuran La península de las casas vacías (David Uclés), La muy catastrófica visita al zoo (Joël Dicker), Como bestias (Violaine Bérot), Resistencias, memoria y duelo (Sandra Blasco Lisa), Años de vida (Marta Borraz), 13 de agosto de Paula Figols, y La ceguera de Zyra. También ha mencionado con satisfacción las ventas inesperadas de libros sobre la NBA, un ámbito temático inusual en este contexto y por el que apostó porque es muy aficionado a este deporte.
En cambio, Emilia Blu, de la editorial Prames, ha ofrecido un análisis más reservado: “Creo que ha habido menos afluencia en general desde el principio. El primer fin de semana fue flojo. Esta mañana ha estado bien, y por la tarde ha mejorado, porque suele venir la gente que baja de la montaña a última hora. Pero en general la he visto más floja, aunque el día que llovió a nosotros nos fue muy bien”.
Una visión similar ha aportado Chema Aniés, de la Librería Anónima: “A lo mejor no ha sido la mejor feria de ventas de la historia, pero se ha trabajado, hemos luchado contra los elementos -agua, calor-, y ahora hay que empezar a pensar en 2026. La feria necesita una revitalización”.
Estas reflexiones coinciden con otros participantes que tienen la percepción de que, aunque el modelo de feria literaria sigue siendo válido, es necesario introducir ajustes para dinamizarlo y hacerlo más resiliente ante factores externos como la climatología o los cambios en los hábitos culturales.
En contraposición a eventos de un solo día como el Día del Libro, la feria oscense permite una circulación más reposada de fondo editorial y promueve el diálogo entre libreros y lectores. No obstante, requiere renovar su narrativa y atraer más público.

La jornada de clausura ha estado acompañada de una notable presencia de autores y la actuación de Olga y los Ministriles. Han pasado por la plaza López Allué Javier Estella y Vicky Calavia, con su trabajo En torno a París, Texas, Win Wenders; Rosario Raro, con La novia de la paz; María Frisa, con Animales de poder; Marta Vela, con Beethoven y Galdós: vidas paralelas; Héctor Campo Nogués, con El cierzo y la buhardilla; Marta Borraz, con Años de vida; y Elena Andrés, con Poder femenino en la corte de los Austrias. La historia de la condesa de Puñonrostro (1560-1615).
Para el público infantil, la feria ha incluido actividades como el cuentacuentos teatralizado The King’s Servant y el taller creativo Art&Craft, organizados por Kids&Us Huesca y dirigidos a niños de entre 3 y 10 años.
La tarde también ha acogido la entrega de los premios de lengua aragonesa “Pedro Lafuente”, impulsados por el Área de Cultura del Ayuntamiento de Huesca, así como los premios especiales de esta edición de la feria. El cierre musical ha llegado con el espectáculo “Música y poesía” del grupo Olga y los Ministriles, que ha combinado repertorio lírico y sonoridades tradicionales.
