La música es un deleite que acaricia el alma de multitudes, pero solo a unos pocos privilegiados les susurra secretos que despiertan su curiosidad. Juan Paúl Muñoz es una de esas personas, salió a su encuentro y nunca se ha soltado de su mano.
Su abuelo tocaba el piano con pasión, a pesar de que fue un autodidacta y no conoció los confines de una educación formal en el arte sonoro, e intentó inculcar a sus vástagos esa fascinación por las notas y las melodías.
Su devoción caló en sus descendientes y ocupó el espacio de los sueños de su nieto, tocado por la gracia del talento y del esfuerzo, y arropado por una familia que siempre le ha brindado un apoyo incondicional.
A los seis años, Juan Paúl Muñoz comenzó su travesía musical con la guitarra, pero sus deditos no llegaban bien a los trastes. Así, al año siguiente, cuando se inscribió en el Conservatorio Antonio Viñuales, donde ya estudiaba su hermano, eligió el trombón como nuevo compañero de viaje. Por algún motivo, la enigmática forma del instrumento, de alguna manera, le hipnotizaba.
Su primer profesor fue Javier Gonzalo Ciria, un referente, buen amigo y casi un guía espiritual, que le acompañó durante once años. A los nueve, ingresó en la Banda de Música, dirigida por el maestro Sampériz. Allí, en medio del conjunto de músicos, experimentó una transformación. “Cuando tocas solo, está muy bien, pero cuando lo haces en una agrupación, empiezas a sentir cosas”, asegura.
Su mentor formó un grupo de cinco o seis trombones y recurrió a la música contemporánea para alimentar su formación, con piezas Queen, Michael Jackson y otros artistas bien conocidos, sin olvidar la parte académica, aquella que proporcionaba el contexto y la comprensión necesarios para apreciar plenamente el vasto mundo de la música. Así, con esta combinación única, el arte musical florecía en el corazón del niño.
Estudió el grado superior de trombón bajo en el Conservatorio Superior de Música de Aragón. Durante varios años fue miembro de la Banda de Música de Huesca. Ha tocado en las jóvenes orquestas del país Vasco (EGO), de Cataluña (JONC), de España (JONDE) y en Suiza con la VFO (Verbier Festival Orchestra).
A los catorce años, realizó su primera audición para ingresar en la Joven Orquesta Nacional de Cataluña, la Alevins, y quedó en lista de reserva tras tocar el exigente repertorio propuesto.
"Cuando eres tan joven, el tiempo pasa más lento y te da para pensar mucho"
Después de estudiar tres meses en Francia, regresó decidido a explorar el trombón bajo. “Cuando eres tan joven, el tiempo pasa más lento y te da para pensar mucho. Quise cambiar para probar cómo me sentía”, explica.
En 2017, realizó una prueba para la Joven Orquesta Sinfónica del País Vasco, donde permaneció durante dos años, con sede en San Sebastián y veranos en Eibar. En ese entorno, descubrió su pasión por la música, compartiendo experiencias y energía con jóvenes de su edad que también anhelaban aprender.
Realizó su primera gira por el País Vasco interpretando el programa "Scheherazade" de Rimsky-Korsakov y las "Danzas Sinfónicas" de Bernstein. Asegura con énfasis que nunca antes había escuchado semejantes piezas musicales.
Por fin realizó una exitosa audición con la Joven Orquesta Nacional de Cataluña a los 18 años y permaneció con ella hasta los 20. Sentía que había concluido una etapa en el País Vasco. Al año siguiente, hizo la prueba de ingreso en el Conservatorio Superior de Música de Aragón en Zaragoza y, al mismo tiempo, comenzó su carrera de Administración de Empresas en inglés.
Deseaba estudiar con Daniel Perpiñán, quien había formado parte de prestigiosas orquestas europeas y ahora se dedicaba a la enseñanza tras alcanzar lo más alto en el mundo de la música clásica. También buscaba la tutela de Eusebio Sáez, solista de la Orquesta Sinfónica de Barcelona.
La Joven Orquesta de Aragón organizó una audición, pero debido a la pandemia de Covid-19, desapareció, a pesar, como sostiene Paúl, del gran interés y el talento musical que hay en la Comunidad.
A los 20 años, tuvo la fortuna de ser invitado a la Joven Orquesta Nacional de España como trombón bajo, un instrumento poco común con un único representante en cada formación. “Eso sí que era para mí un sueño”, proclama.
"Hay mucha gente en Huesca a la que se le ha dado muy bien la música clásica"
Giró por Andalucía, Madrid y Ávila, mientras experimentaba un creciente amor por la música. “La gente da más de sí, hay más nivel, se nota que está muy cualificada y que hay calidad, todo suena mejor. El sonido grupal es espectacular”.
Fue más veces con ella y hasta llegó a quedar como primer reserva en una prueba. En un encuentro coincidió con un trompeta de Graus, Javier Lasarte, que después se fue a Alemania: “Es un máquina”.
“Hay mucha gente de Huesca a la que se le ha dado muy bien la música clásica. No sé qué hay aquí, en el norte”, añade con admiración.
En 2022, acabó el Superior de Música con una excelente calificación, y este año terminará también sus estudios de administración de empresa. No son su primera opción, pero siempre tiene en mente a grandes músicos que han sufrido alguna lesión. “Nunca sabes cómo puedes acabar”, reflexiona.
Se fue a tocar a Suiza con la prestigiosa VFO (Verbier Festival Orchestra) hasta el 4 de agosto, una orquesta internacional con 96 músicos, en la que hay seis españoles más y él es el único aragonés. El concierto inaugural del festival fue el 14 de julio, dirigido por Zubin Mehta, y como solista contaron con Yuya Wang.
En septiembre, el oscense se unió a la Joven Orquesta de Soria para interpretar la Sinfonía número 6 de Mahler. Dos semanas después, el joven músico audicionó con éxito para la Orquesta Sinfónica de Navarra, asegurándose un lugar como colaborador de trombón bajo. Este logro lo posiciona para participar activamente en la próxima temporada.
En octubre, los días 5, 6 y 7, participó en el Concurso de Juventudes Musicales, reconocido como uno de los certámenes más renombrados de España. Compitiendo con instrumentistas de viento metal, incluyendo bombardinos, tubas y trompetas, el oscense logró avanzar a la final, un hito significativo a pesar de no haber alcanzado un premio.
Pocos días después, recibió la llamada de la Orquesta Sinfónica de Extremadura (OEX), para participar en un programa de bandas sonoras de películas compuestas por Fernando Velazquez, ganador de un premio Goya y que les dirigió esa semana en una gira por la comunidad.
Noviembre llevó a Juan Paúl más allá de las fronteras nacionales gracias al programa de Iberorquestas de la Joven Orquesta Nacional de España (JONDE). El trombonista fue seleccionado para impartir clases en Honduras, en la Escuela Nacional de Música además de colaborar en un concierto con la Orquesta Sinfónica de la Victoria, que es la principal de aquel país.
A sus 23 años, Juan Paúl Muñoz ha continuado su vertiginoso recorrido musical, participando en los conciertos de año nuevo con la Orquesta Sinfónica Ciudad de Zaragoza. Las fiestas navideñas han culminado este 7 de enero en el Auditorio de Zaragoza, lo que marca un extraordinario cierre una agenda cargadas de logros y compromisos musicales. Con cada actuación, el oscense no solo añade capítulos a su propio desarrollo artístico, sino que también contribuye al vibrante panorama musical español.