La llegada al ecuador de 12 Retos, 12 Cimas del Club de Montaña Javieres dejó el sábado satisfacción de las buenas celebraciones bautismales y sabor a garbanzos de los de siempre en una jornada amable a la que se sumaron 61 personas.
Tras explicar el manual de instrucciones oral Javier Cruchaga sobre esta circular con salida y destino Anzánigo, los andarines emprendieron una ruta de más de 11 kilómetros con desnivel positivo y negativo de 500 metros aproximadamente.
Por el hecho de trascender la mera -e importante- práctica de la montaña, los Javieres en ocasiones escogen caminos intrincados para llegar a su "Roma" de cada salido. Porque Dios escribe recto con renglones torcidos, decidieron realizar una visita ex profeso a la Ermita de la Virgen de Izarbe en Caldearenas. Como consecuencia, luego hubieron de retroceder para tomar el recorrido circular.
Como relata Iván Jaime, dejaron atrás el barranco, que llevaba un buen caudal de agua lo que motivó que algunos llegaran a inundar sus botas y a un ejercicio de solidaridad ofreciendo los brazos para evitar caídas en una sincronizada cadena de ayuda. Alcanzaron el pico Malacastro o Peiró de Centenero, de 1079 metros de altura, vértice geodésico que rotularon en una piedra para que los excursionistas puedan reconocerlo. Otro "bautizo" tras el de Puimaría semanas atrás. Una peculiaridad: las vistas son impresionantes porque el Pirineo se exhibe como en una fotografía paisajística, desde Collarada hasta el Midi de Ossau.
En medio de un sol de los que demanda hidratación, el grupo se dirigió a Centenero y paró en el refugio forestal. La segunda ermita de la jornada fue la de Santa Isabel, que suscitó la admiración de todos por el precioso ajedrezado jaqués en su portada. Un románico fascinante en un templo que merece la pena visitar.
Era el momento de dirigirse hacia la meta, en medio de unas sendas abundantes en vegetación en un año con la bondad pluviométrica de este 2025. Todo contribuía a singularizar este reto de dificultad fácil y cuya "rentabilidad sensorial" es incalculable.
Abrazado el objetivo, llegaba el segundo en el Bar Restaurante Carmen de La Peña Estación, donde un buen puñado de Javieres gozaron con unos garbanzos de los de siempre, de los de las abuelas, para refrescarse después con un buen helado. Como Dios manda.