SD Huesca: dos frases en la Junta de Accionistas que definen el adiós al pasado y el hola al futuro

Un decálogo para comprender la operación de venta de El Alcoraz al Gobierno de Aragón y algunos otros contenidos de la reunión del día 11

14 de Agosto de 2025
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Junta General Extraordinaria de Accionistas de este lunes 11 de agosto con Carolina Artigot como secretaria; Agustín Lasaosa y Ricardo Mur. Foto: Javier García Antón
Junta General Extraordinaria de Accionistas de este lunes 11 de agosto con Carolina Artigot como secretaria; Agustín Lasaosa y Ricardo Mur. Foto: Javier García Antón

Los que vivimos la Junta Extraordinaria de la Sociedad Deportiva Huesca el 11 de agosto, cronológicamente entre la Fiesta del Mercado y la excepcional actuación de los Danzantes en el Santuario de Loreto, disfrutamos-padecimos una reunión intensa y en algunos momentos tensa. Obviamente, voy a eludir las intimidades del debate con la excepción de dos aspectos que me parecen sustanciales para comprender el momento procesal -en sentido estricto- de la SAD y la operación de venta de El Alcoraz. Y es que no se pueden dejar sobre la atmósfera algunas afirmaciones tan aventuradas como inexactas como la aseveración de que nunca se ha expuesto el campo a la entrada de dinero público como explicamos en la noticia sobre la reunión de Carmelo Castanera y José María Morlán con Ricardo Mur. En 1985, se intentó, y las instituciones hicieron la vista gorda en una tesitura crítica. Allí también estuvo en riesgo la continuidad.

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La Junta tuvo tres capítulos de distinto cromatismo emocional. Por un lado, el sometimiento a la aprobación de los presentes de las acciones para la reclamación de responsabilidades a antiguos directivos, ingrata y desagradable para quienes a algunos de ellos tenemos un aprecio especial. Quedaba retratada una etapa, sin entrar en disquisiciones sobre los casos concretos ni sobre los cuatro que alcanzaron acuerdo con el club evitando esta exposición pública (en el pacto se incluye la confidencialidad), de vino y rosas, donde la noche de la abundancia cegó la visión de la realidad y sobre todo del futuro a muchos de los afectados (incluidos algunos que fueron verdaderos ideólogos de la mala gestión y que han quedado fuera del foco).

Por otro, la exposición de resultados del año de Costa y Arqa al frente del club, con esa disminución hasta los 2,3 millones de pérdidas frente a las declaradas de 4,2 que, de hecho, eran además un brindis al sol porque se iba a palmar un kilo más de no haber mediado el rigor constatable. Una previsión de 5 millones de patrocinios (récord y que desnuda esta terriblemente defectuosa parcela de los anteriores rectores), 6,5 millones de euros de derechos televisivos (700.000 por la buena clasificación y otro buen pellizco por el incremento notable de las audiencias) y plusmarca en ventas de merchandising. Esto es, el dibujo de un panorama de abandono de las pérdidas a final de la temporada 2025-26 (por vez primera tras el lustro negro), con datos significativos como el hecho de que la Residencia de la Base dará por vez primera beneficios después de años de guarismos en rojo. 

Por otro, la venta del estadio en la que se ofreció todo tipo de detalles, pero que concluyó con una discusión acre sobre la calidad de la actuación global en la anterior etapa al esgrimir el representante de Bahía (que votó a favor aunque luego en radio sorprendentemente pidiera más información) su disconformidad con el calificativo de nefasta de la gestión de los últimos años. Dos expresiones definen y ponen el epílogo al desvarío de quien no reconoce la cataclísmica coyuntura en la que la Sociedad Deportiva Huesca estaba a 6 de agosto de 2024. Una, la de Ricardo Mur en la réplica a la percepción idílica de aquel panorama tras unas pérdidas de 15,1 millones en tres ejercicios, aduciendo el abogado de la agencia que no se había producido un concurso de acreedores porque no había acreedores. El consejero delegado, tras recordar lo ya consabido de que en tres meses se hubiera entrado en esa u otra tesitura peor, acabó en el rifirrafe concluyendo: "Estaba tan bien el club... que por eso estoy yo aquí". La segunda sentencia sarcástica, tras explicar los orígenes del proyecto del Huesca moderno, del presidente Agustín Lasaosa, promoviendo -en respuesta también al abogado de Bahía- organizar un acto de homenaje público a quienes condujeron al abismo. Sobrevolando la atmósfera, relojes, locales de Pirineos, viajes exclusivos y otras lujurias que empobrecieron al club. Lo dicho, días de vino y rosas.

En la exposición de motivos a favor y en contra de la venta del Estadio, hubo razonamientos de toda clase, desde el sentimentalismo (que es legítimo como reconoció el consejero-delegado), hasta la consideración de que el club pierde patrimonio pasando por alguna acusación de opacidad que, como quiero revelar en este decálogo, no ha sido tal salvo bajo el aforismo de que no hay más ciego que el que no quiere ver ni más desinformado que el que no acepta leer:

1.- La necesidad de una aportación institucional para dignificar el Estadio de El Alcoraz fue expresada por el presidente Lasaosa el 5 de marzo, esto es, 161 días antes de la Junta de Accionistas, más de cinco meses. Esgrimió las deficiencias para los parámetros actuales de complejos pletóricos de confort.

2.- El Estadio de El Alcoraz fue construido hace 53 años, más de medio siglo en el que, mientras todos los clubes de la categoría han bebido de las fuentes públicas para jugar a fútbol, el del Camino de Cocorón ha soportado penurias (sólo hay que recordar cómo estaba hace veinte años), servidumbres y épocas de escasísimo compromiso de las administraciones. Si se realizara un estudio del coste asumido por el Huesca y el ahorrado por el resto de sociedades deportivas de la Segunda División, podríamos confluir en la idea de que la deuda histórica con el Huesca superará muy holgadamente esos 24,4 millones que va a desembolsar el Gobierno de Aragón.

3.- La operación es una compraventa con su protocolo específico, no es una subvención a fondo perdido ni una acción graciable. La cantidad es fruto de una valoración independiente de una de las grandes tasadoras nacionales y ha pasado el filtro de un informe interno del Gobierno de Aragón.

4.- La adquisición correrá a cargo de una de las sociedades públicas dependientes del Gobierno de Aragón e incorpora un articulado sobre la utilización de su nueva propiedad, que incluye actividades que complementan el fútbol profesional (que corre de cuenta del Huesca, claro), como deporte de base, acciones culturales, programas recreativos y actuaciones con organizaciones de personas con discapacidad.

5.- Más allá de que no es lo mismo la titularidad pública que la adquisición por fondos de inversión o estados de dudoso comportamiento democrático, se establecen una serie de prohibiciones a la Sociedad Deportiva Huesca: ese dinero no puede ser destinado a contratos de futbolistas o a gasto corriente, e incluye la imposibilidad de reparto de dividendos. Sólo podría ser usado en casos extremos como el descenso de categoría y de una manera gradual para garantizar la supervivencia del club. Por otro lado, como es lógico, el club pagará por su utilización como usuario que es del estadio.

6.- La venta no obedece a una cuestión de necesidad estrictamente económica, aunque sí a la larga, y es que esos 24,4 millones permitirán la obtención de las plusvalías de doce millones de euros para neutralizar el efecto en la normativa de la Liga de los 15,1 millones de euros de déficit de las tres temporadas precedentes a la anterior, auténtico desastre que ha asomado al abismo al club.

7.- Este tránsito del activo patrimonial a la disponibilidad de liquidez libera, efectivamente, el yugo de la regla del 30 % e incorpora a la Sociedad Deportiva Huesca a las condiciones de competitividad de toda la categoría. Con la 1:1, todos los ingresos previstos podrán ser utilizados para fichajes, con lo cual se dispara el techo salarial de la ultratumba a las estancias nobles.

8.- Quiere esto significar que, de paso, se facilitan a las estructuras profesionales los recursos para diseñar un equipo con todas las garantías o, por decirlo de otra manera, junto a la liberación de dinero de Gerard Valentín y Loureiro, la responsabilidad pasa al despacho de Ángel Martín González, director deportivo del club, apresado las dos campañas anteriores por las limitaciones y ahora con disponibilidad para fichar, si no con alegría, sí con opciones de traer futbolistas diferenciales.

9.- Una parte que no es menor. El Alcoraz, del que todos estamos enamorados, podrá ser objeto en cuanto acabe la temporada de una remodelación para el cubrimiento y para el acondicionamiento que nos libere del frío extremo, así como para convertirlo en un estadio del siglo XXI en todas sus instalaciones, con apuestas ambiciosas para las familias, para los abonados y para las empresas.

10.- Nada de esto hubiera sido posible sin la nefasta gestión anterior, lo cual significa que, como propuso Agustín Lasaosa, hay que destinar una pequeña partida para el tributo (ironía modo on) a quienes llevaron a este club hacia un precipicio del que nos salvó la campana, y no la de Ramiro el Monje cuya activación hubiera sido otra manera de hacer justicia metafóricamente a aquellos aristócratas de Godó, Viena y relojes de lujo.

Aunque hubo algunas posturas opuestas, la operación Alcoraz fue aprobada por el 97 % de las acciones representadas, sin negativa, por cierto, de alguien que luego ha ido a poner un ventilador de sospechas. El Huesca del futuro, tras un año de transición positiva, se ha puesto las pilas y va abandonando, aunque con rescoldos, los excesos del pasado.

P.D.: En reconocimiento a mi vecino de junta, el sabio José María Morlán, simplemente un recordatorio que algo legitima: que nadie olvide que quienes llevan ahora las riendas del club pusieron de su pecunio 6,1 millones de euros, que eso sí que es un milagro en la historia reciente y pretérita del Huesca.

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